sábado, 7 de septiembre de 2013

Apadrine a un pobre





Pobre, 51 años, vive en la calle, es polipatológico, ya no trabaja, no puede ver a sus hijos porque se los ha quitado Protección de Menores, no pasea con su mujer porque se ha fugado con el fontanero al bingo. Ya no tiene esperanza.















¡APADRINE A ESTE POBRE Y CONTRIBUYA
 A QUE NO SE SUICIDE!

¡SI ES USTED RICO, PUEDE AYUDAR!

¡APADRINE AHORA!

SOLO 1 €

Los pobres constituyen una clase marginal de la sociedad que no se ha adaptado evolutivamente al grupo que le corresponde. Sus duras condiciones de vida han motivado que en muchos casos no puedan crecer con sus ricos biológicos, o que estos no les atiendan adecuadamente, por lo que, de manera residual, corresponden al Estado tanto su control como la supervisión de sus condiciones de vida para garantizarles el adecuado índice de reproducción que impida su extinción, lo cual acarrearía gravísimas consecuencias al orden establecido.

Cuando usted se hace padrino de un pobre se convierte en benefactor de la comunidad, pues su munificencia repercute inmediatamente en la subida de la cotización en bolsa de INTERPOBRES, generando plusvalías que serán ingresadas directamente en su cuenta.

Este proyecto solidario contribuirá a que no mejoren las condiciones de vida de este pobre, pero le proporcionará los recursos necesarios para reinsertarse en el sistema productivo del que usted es beneficiario. Además, le tendrá siempre disponible para todo tipo de recados.


INTERPOBRES
902000000 – ext. 666



AVISO IMPORTANTE: Este anuncio es susceptible de herir la sensibilidad de las personas susceptibles. Se recomienda que aquellos que padezcan insuficiencias cardiorrespiratorias severas, hernia de hiato, gingivitis, úlcera no sangrante o alopecia de grado tres, o tengan películas de los hermanos Marx guardadas en casa, se abstengan de leerlo. Y, si fatalmente ya lo han leído, que se tomen dos aspirinas efervescentes y recen una Salve.


5 comentarios:

  1. Totalmente verosímil. De hecho ya hemos comenzado a apadrinar estudiantes para que puedan acabar sus carreras. Se trata de hacer lo mismo en uno o dos escalones económicos por debajo del anterior para asegurar la supervivencia. Que conste que a los bancos de alimentos, los que tenemos la costumbre de sustituir al estado, ingresamos bastante más que ese eurobolo, casi un ouroboros, pedido.

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    1. ¿Y no te parece muy triste, Juan, que el sistema produzca individuos para arrojarlos a las alcantarillas, condenados a no ver la luz del día y a alimentarse de la caridad de sus vecinos? Poco a poco (o mucho, al paso que vamos) nos convertiremos en ratas carroñeras, disputando el alimento, como canes egoístas, a cualquiera que se atreva a acercarse al festín.

      Los defensores del liberalcapitalismo abominan del intervencionismo estatal, salvo cuando es para evitar la caída del sistema bancario todo. En consecuencia, son partidarios de la absoluta y completa libertad del individuo para actuar y construirse su propio presente (que ya no queda futuro), reduciendo la acción del Estado -salvo la excepción señalada, claro- a unos cuantos asuntos: defensa, relaciones exteriores, inteligencia y seguridad interior, legislación unitaria y poco más.

      Pero, lo que no dicen, ni dirán jamás en público, es que, en un mundo complejo en el que una gran parte de la población apenas tiene el suficiente conocimiento para atarse los cordones de los zapatos, se hace necesaria la acción protectora del Estado para asegurar un nivel de mínimos en cuanto a dignidad, sanidad, educación y alimentación de sus ciudadanos, porque, de otra manera, se llegaría al colapso social.

      Tenemos, así, una política de doble moral, pues por una parte aborrecen sobre el papel el intervencionismo estatal respecto a cubrir las necesidades básicas del individuo, pero, por otra, fomentan desde la sombra, gracias al control que ejercen sobre los órganos políticos decisorios (ejecutivo y legislativo, y este a su vez sobre el judicial), un aparente Estado protector de carácter, además, paternalista.

      Que los ricos necesitan a los pobres es obvio a cualquiera que supere el estadio puramente unicelular; que los necesitan a cierta distancia, no es menos patente. Sin embargo, si el trabajo que el mundo es capaz de generar, que es mucho, estuviera correctamente repartido, eliminando las desviaciones aberrantes que los flujos de capital provocan, no estaríamos hablando de caridad ni de subvenciones, sino de equidad, colaboración y justicia social y ética, porque incluso los individuos sin formación, cultura o conocimientos, necesitan sentirse útiles, dignos y felices. Y necesitan también comer.

      Un abrazo

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  2. La solidaridad, la ayuda mútua, todo esto está muy bien, sobre todo cuando fallan las inversiones públicas que necesariamente tiene que hacer el estado, pero creo debemos reclamar justicia social en vez beneficencia.
    Salud.
    Francesc Cornadó

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    1. Ahí duele, Francesc, ahí. Si procediéramos a desmontar el sistema, ya que no sirve -o al menos no para una inmensa mayoría de la población del planeta- para satisfacer las necesidades que dignifican la vida humana, en lugar de parchearlo y modificarlo sutil y levemente para contentar a un rebaño de sumisos estúpidos, entonces no hablaríamos de caridad, ni de subvenciones, ni siquiera de corrupción.

      Sin embargo, no me engaño, está tan lejos semejante estado ideal como si de una estrella de otra galaxia se tratara: la vemos, tenemos conciencia de ella, pero ni en mil millones de vidas humanas podremos alcanzarla.

      Un abrazo

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  3. Me perdonarán los amables lectores que me comente a mí mismo, pero como esto está visto para sentencia, no merece la pena publicar otra entrada para decir lo que es obvio: la pobreza no tiene futuro. Lo digo, sobre todo, porque no ha habido ni un solo apadrinamiento de pobres en estos días. Ni siquiera el escribidor, que presume de espléndido, se ha rascado el bolsillo en busca del óbolo salvador para sacar a uno de estos misérrimos individuos de su lamentable estado y reintegrarlo al seno de la benemérita sociedad que lo arropa. En fin, disolveremos INTERPOBRES y que los mismos sigan buscándose la vida, como hasta ahora...

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...