jueves, 17 de noviembre de 2011

Energía libre de Gibbs

La energía libre de Gibbs no es una energía real, luego no se conserva, incumpliendo así el primer principio de termodinámica, pero el cambio de entalpía sí lo es [real], pues nos permite saber si una reacción es espontánea o no, siendo el parámetro ΔG la capacidad de medir trabajo útil. Además, diremos que una reacción está en equilibrio cuando ΔG = 0.

Tampoco podemos decir que esta [no] energía libre de Gibbs sea realmente libre, ya que su aplicación ideal se circunscribe al sistema cuyas características se estudian, manteniendo presión y temperatura constantes, sin importar lo que ocurra fuera de él.

En consecuencia, diremos que ΔG’ = -RT ln K’eq, es decir, Delta G estándar es igual al producto de los reactivos del logaritmo neperiano de la constante de equilibrio.

Estoy convencido de que ninguno de ustedes, amables lectores, ha entendido qué coño puede significar el texto anterior. Y ello no es debido a su falta de conocimientos, habilidades o competencias, como a alguno puede darle por pensar. No. La causa íntima es la incomprensibilidad misma (salvo que sean especialistas en física, matemáticas o acaso química).

A tal asunto tuve el dudoso honor de enfrentarme en mis devaneos con el Grado de Medicina. Uno, que se había preparado a conciencia la Anatomía, la Biología… se estampó contra el impenetrable muro de la ciencia en estado puro, contra la sabiduría excelsa de eminentes científicos e investigadores… pero faltos de los mínimos recursos que la pedagogía requiere. Eso, sin contar con la más que dudosa necesidad de incluir tal materia en el proceso formativo del profesional clínico.

La Bioquímica es un mundo fascinante que requiere unos, como poco, aceptables conocimientos en ciencias afines como química, física, matemáticas… todo ello, lógicamente, encaminado a la formación de investigadores en centros de alta tecnología, en laboratorios experimentales cuyos avances resulten de aplicación en la praxis médica. Pero de ahí a introducirlo como materia ineludible en el currículo de la carrera, sólo por el prestigio que pueda conllevar para los doctos representantes de la especialidad bioquímica, es como pretender que los ingenieros agrícolas estudien y aprendan la reforma agraria de los Graco en la Roma republicana del siglo II a. C.: ¿qué tiene que ver una cosa con la otra?

En bioquímica se estudian aspectos tan variados e interesantes como el origen de la vida, su desarrollo, los componentes elementales y su transformación (aminoácidos, proteínas, moléculas…), la genética molecular… Todo ello conforma una base sólida de conocimiento para el futuro médico. Sin embargo, se empeñan los representantes del círculo académico en proveer la asignatura con toda una parafernalia de accesorios que ellos consideran básicos e imprescindibles, pero que probablemente sólo lo sean para la formación de investigadores natos, no de médicos clínicos. Porque, cuando un cirujano cardiovascular le mete mano al corazón de un paciente en el quirófano, estoy seguro de que lo que menos tiene presente es si la concentración de fosfato en plasma es de más de 2 mM o si el efecto Bohr está disminuido en la hemoglobina porque hay carencia de puentes salinos. Y no lo piensa porque, entre otras cosas, no lo necesita para resolver eficazmente la intervención, que sí precisa, en cambio, del resto de habilidades aprendidas por el cirujano a lo largo de su trayectoria profesional. Amén de que, sin ninguna duda, ya olvidó esas impresionantes fórmulas, complejas ecuaciones e interminables problemas de física y matemáticas que le obligaron a tragar, como píldoras purgativas, en sus balbuceos como estudiante de Medicina.

Hay carreras donde tales conocimientos científicos alcanzan sentido y efectividad, Física, Química, Biomedicina…, campos que se nutren precisamente de tales aspectos para formar profesionales competentes en el desarrollo de nuevos fármacos y técnicas que luego, convenientemente depurados y perfeccionados, la Medicina clínica pueda aprovechar. No hay que confundir churras con merinas, por muy bien que quede en el currículo de tan prestigiosos investigadores.

2 comentarios:

  1. El cirujano no piensa en ello, Javier, porque ya dispone de máquinas que le permiten obtener esos resultados que, sin embargo, sí que ha de saber leer e interpretar, porque de la comprensión de esos datos puede depender la salud del paciente. El mundo de la bioquímica, coincido contigo, es apasionante. Sólo me he metido en él una vez en mi vida, cuand leí "El azar y la necesidad", de Jacques Monod, porque lo hice con la enciclopedia al lado y llenando hojas y hojas con la información con que me empeñe en comprender la teoría del origen arbitrario de lo real que defendía el autor. Ahora bien, como llegó se fue, cuando pasó no mucho tiempo, pero siempre me ha dejado el buen poso de disfrutar leyendo las noticias científicas tanto sobre bioquímica como sobre astrofísica y la investigación sobre la materia, con su prodigioso repertorio de partículas elementales a cual más fantástica. Ahora que escribo sobre ello, me resulta curioso constatar la cantidad de literatura científica que he leído , toda de divulgación, por supuesto, sin tener ninguna preparación tecnica, pporque cuando tuve que elegir entre la química y el latín, las etimologías me arrastraron tras ellas, frente ala frialdad severa de la formulación.

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  2. Qué valiente eres, Juan, adentrándote en tan apasionante como difícil campo del saber. Ahora mismo acabo de darme cuenta de que tenía abierto el hilo de comentarios, porque, en esta entrada, pensé que lo había cerrado, ya que más que artículo de discusión, lo escribí pensando en voz alta, reflexionando con amargura sobre lo que pudo -pude- ser y no se concretó.

    Pero, bueno, ya que has tenido la osadía de sumergirte entre moléculas vivas, eres muy alto y digno merecedor de una respuesta.

    Dices bien que el médico debe saber leer e interpretar, y hasta ahí su deuda con ciertos campos del saber, porque, y huelga volver sobre ello, la misión de proporcionar tal información corresponde a otros, a los físicos, matemáticos y bioquímicos, precisamente. En fin, habrá que conformarse y, como en política, resignarse a lo que toca. A seguir escribiendo, a seguir aprendiendo, a continuar por el camino arduo del conocimiento... per aspera ad astram que decían los clásicos, más o menos, aunque nunca alcancemos esas estrellas... Todas las ciencias y las artes, bellas o no, más que diferentes son complementarias, y bien hacemos al acercarnos a ellas en la forma que sea, como especialistas quien tenga capacidad, o simplemente observando y reteniendo aquí y allí los que, como bien sabes, andamos faltos de seso...

    Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...