El
deterioro del gobierno de Hispania y el resurgir del partido pompeyano
No corresponde al presente trabajo referir los sucesos que siguieron,
fuera de la península ibérica, a los capítulos de esta primera guerra civil en Hispania, pero baste saber que, tras varias
campañas más, César derrotó a Pompeyo en Farsalia, en tierras griegas, en junio
del año 48 a.C. Esto motivó la huida del vencido a Egipto, donde sería
asesinado por orden de Ptolomeo XIV. César era ya, de facto, el único dueño de
Roma. Tan solo el deseo de
venganza de los pompeyanos podía ya interponerse en su camino triunfal, lo que,
en efecto, ocurrió, pues la antorcha de Pompeyo será recogida por sus hijos,
quienes continuarán la guerra civil contra César trasladándola de nuevo a
tierras hispanas.
* * *
Mientras César se llenaba de gloria tras las victorias de Durazo y
Farsalia, la situación de la provincia Ulterior se enrarecía por
momentos. A su frente había situado César a Q. Casio Longino como propraetor,
pero lo cierto es que su administración era tan detestable, que muy pronto se
ganó el aborrecimiento total de sus gobernados. Sus exacciones y abusos le
acarrearon el odio incluso de quienes le ayudaban en sus desmanes, hasta tal
punto que se produjo una nueva conjura contra su vida en Corduba. Tras la
consiguiente represión, parte de sus tropas se le enfrentaron, y la situación habría
degenerado rápidamente en lucha abierta de no haber sido por la intervención de
M. Lépido, proconsul de la Citerior. A Casio le sucedió Trebonio
en el gobierno de la provincia, pero la situación social y militar se hallaba
ya tan deteriorada que el recuerdo de Pompeyo se revitalizaba cada día con más
fuerza en el ánimo de los provinciales.
En efecto, se había preparado el
camino para el resurgir del partido pompeyano en Hispania acaudillado
por los hijos del difunto Pompeyo, Cneo y Sexto Pompeyo. Los restos de la
facción senatorial resistente, derrotada en Thapsos, habían optado por
abandonar África y buscar refugio en Hispania para reorganizarse en la Ulterior, aprovechando el clima de
inestabilidad política que se vivía en la provincia. Además, la existencia de
amplias clientelas pompeyanas que databan de la estancia de Pompeyo en Hispania para reprimir
la rebelión de Sartorio, les garantizaba un amplio apoyo
social. Sin embargo, también César contaba con una nutrida clientela (no en
vano, durante sus mandatos en la provincia Ulterior como quaestor en 68 a.C. y propraetor
en 61, se había preocupado por establecer lazos de amistad tanto con los
colonos itálicos como con los indígenas hispanos, llegando a alcanzar un gran
prestigio en la provincia a través de su eficaz administración), de modo que la guerra civil que vivían los romanos derivó en otra
guerra civil paralela, ésta de carácter indígena, que provocó la división de
ciudades enteras apoyando a ambas facciones respectivamente y que explica la
extrema crueldad que alcanzó el conflicto. Resulta
indudable que el desarrollo de la guerra se vio fuertemente mediatizado por las
simpatías que ambos líderes despertaban entre los hispanorromanos, pues sus
respectivos ejércitos se nutrieron sobremanera de habitantes de la propia península.
Después de huir con Escipión a África tras
la derrota de Farsalia, Marco Catón gobernaba la ciudad de Utica, y fue allí donde convenció a Cneo
Pompeyo hijo para que, al igual que su padre, no dudara en tomar las armas para
salvar la República de quienes, en nombre de una falsa justicia, pretendían
adueñarse de ella. Así las cosas, instigado por Catón,
Cneo Pompeyo desembarcó en las Baleares con un nuevo ejército tras abandonar
Utica. El mal gobierno de Casio motivó que la legión II y
la Vernacula se pasaran a Escipión, lugarteniente de los hijos de
Pompeyo en África. Mandadas por T. Quinctio Scapula y Q. Amonio, reconquistaron
la Baetica para los pompeyanos,
aunque algunas pocas ciudades permanecían aún fieles a César.
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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...