sábado, 5 de febrero de 2011

La última ratio

Como no sea a palos, esto no lo arregla ni Dios.

(traducción libre del texto orteguiano a román paladíno*)



“El día en que se reconstruya la génesis de nuestro tiempo, se advertirá que las primeras notas de su peculiar melodía sonaron en aquellos grupos sindicalistas y realistas franceses de hacia 1900, inventores de la manera y la palabra «acción directa». Perpetuamente el hombre ha acudido a la violencia: unas veces este recurso era simplemente un crimen, y no nos interesa. Pero otras era la violencia el medio a que recurría el que había agotado antes todos los demás para defender la razón y la justicia que creía tener. Será muy lamentable que la condición humana lleve una y otra vez a esta forma de violencia, pero es innegable que ella significa el mayor homenaje a la razón y la justicia. Como que no es tal violencia otra cosa que la razón exasperada. La fuerza era, en efecto, la última ratio. Un poco estúpidamente ha solido entenderse con ironía esta expresión, que declara muy bien el previo rendimiento de la fuerza a las normas racionales. La civilización no es otra cosa que el ensayo de reducir la fuerza a última ratio. Ahora empezamos a ver esto con sobrada claridad, porque la «acción directa» consiste en invertir el orden y proclamar la violencia como prima ratio, en rigor, como única razón. Es ella la norma que propone la anulación de toda norma, que suprime todo intermedio entre nuestro propósito y su imposición. Es la Carta Magna de la barbarie”.

José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, Espasa Calpe, Madrid 198625, pp. 113-114.




* Quiero fer una prosa en romanz paladino en qual suele el pueblo fablar con so vecino, ca non so tan letrado por fer otro latino, (...), dice Gonzalo de Berceo en el comienzo de la Vida de Santo Domingo de Silos (SDom, Ms. S, 2 ac).

4 comentarios:

  1. La violencia no cesa, desde tiempo inmemorial el hombre se vale del garrote, la espada y el pedrusco para imponer "su razón"

    Ahí va esta traducción de mi "silex esmolat" -sílex afilado-

    De lejos llegan gritos que amenazan la piel.
    Los alaridos de los sátiros agrietan la oscuridad
    y los dioses despiadados traen el espanto.
    Los rayos encendidos son una espada de fuego.

    No es la violencia un capricho de nadie,
    es, sin remedio, una fatalidad para todos
    que deja en el recuerdo un poso de sangre
    que cuaja en la memoria y en el tiempo persiste.

    Para saciar el hambre y secuestrar hembras,
    con las herramientas pulidas de sílex afilado,
    los antepasados mataron con rectitud. Como es debido.

    Tú y yo, aún, tenemos presentes sus alaridos
    y somos los hijos de los dioses inclementes de la noche.
    Juntos perfeccionamos la muerte y la barbarie.

    Francesc Cornadó

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  2. Amigo Don Javier García de Castro,

    Interesantísimo el texto que nos presenta de mi admirado Ortega y Gasset. En efecto, la violencia es el último recurso que nos queda, una vez agotados todos los demás. Eso sucede cuando se ha impuesto la destrucción de la Civilización, y las Normas de la Sociedad. En esto nos diferenciamos del resto de los animales, en que la Civilización nos previene de la violencia.

    Luego hay que tener en cuenta otra cosa: El hombre es el único animal que, muchas veces, ejerce la violencia gratuita, la violencia sin sentido, porque el resto de los animales sólo la ejercen para la propia Conservación (la del Individuo, Instinto de Supervivencia), o la de la Especie (El instinto sexual).

    Reciba un afectuoso saludo,

    Antonio

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  3. La violencia, Francesc, es atributo innato en la naturaleza. Nada sucede sin ella, está presente en cada acontecimiento, ya sea creando o destruyendo, en el mundo animal o en las entrañas del planeta.

    Pero el hombre, simio portentoso, ha hecho de ella un arte, tan sofisticado -por artificioso, en sentido literal-, que escapa a menudo a su propio control. La vida es violencia. Cómo la encaucemos nos diferenciará, o no, de lo simplemente atroz. Tu poema es muestra de ello.

    Un abrazo.

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  4. Creo en efecto, Antonio, que el uso y abuso que hacemos de la violencia nos distingue de cualquier otro animal, aunque en este asunto quizá tenga algo que decir la etología con respecto al comportamiento de algunos simios, en los que cada vez se acentúan más ciertos rasgos hasta ahora genuinamente humanos.

    Pero la violencia, cuando no se reparte indiscriminadamente, le es necesaria al animal, y también al hombre, para simplemente sobrevivir. Sucede, sin embargo, que en las sociedades humanas, tan gregarias, la fuerza es usada, como tan acertadamente aseveró Ortega, en lugar de otros argumentos, como sustituta de la razón a la que, no obstante, jamás podrá suplantar.

    Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...