jueves, 31 de diciembre de 2009

Llueve

Una semana sin decir palabra. Eso es exactamente lo que llevo. Tampoco hay que saturar al personal. Total, si no hay nada que contar… Pero hoy llueve. Sé que en sí mismo no es ninguna novedad, a no ser porque no es sólo agua lo que cae del cielo.

Llueve tristeza, que lo impregna todo con su doloroso manto. Llueve melancolía, que nos abruma con agónica pesadumbre. Llueve agua, también, pero más parece el barro que al pisar nos impide andar hacia qué sé yo dónde… Y a fuerza de embarrarme no consigo llegar a la cita con mi destino. ¿He dicho destino? Lo siento, se me ha deslizado por error, quería decir destino. Hace siete días pude ver, titilando débilmente, la luz que parecía querer iluminar el camino. Fugaz hálito de nada. Falacia de mi pobre entendimiento. No hay luz, no hay camino, no hay nada… a veces ni siquiera estoy yo.

Con desasosiego compruebas que las puertas cerradas delimitan un laberinto infinito en un juego cruel al que no quieres jugar pero en el que eres protagonista. Es el juego de la vida, y pasa lentamente sobre ti, arrollándote, devorándote, arrastrándote fuera del caos, desalentándote y dejándote inerme ante todo. Y así la vida se torna abandono y al final muerte, un no estar que me resulta incomprensible por su majestuoso silencio, por su ingravidez y su imposibilidad de retorno. Ante esta certidumbre, a veces pienso que en realidad nuestra vida se limita a un día, que se repite incesantemente miles de veces, miles de veces… Lo lamentable es que la mayor parte de estas vidas nuestras se parecen miserablemente unas a otras, sin nada que hacer, sin nada que perder… Pero en tan descorazonador tránsito no me será posible ya recuperar nada, porque nada habré tenido, sólo yo, que no es nada. Hic locus est ubi mors vitam docet, reza en las facultades de medicina, donde mi cuerpo ya no será mi cuerpo, sino comunión con el todo del que un día salió.

Llueve. Ahora, de nuevo, sólo agua. Mañana, ¿quién sabe? Os dejo hoy, con tristeza, recordando unos versos de mi querida Yolanda:

Cuando quiero llorar,
llueve.
Cuando quiere llover,
lloro.

1 comentarios:

  1. Tu entrada me sugiere la letra de la canción:

    ... te podría contar,
    que está quemándose mi último leño en el hogar,
    que soy muy pobre hoy,
    que por una sonrisa doy todo lo que soy,
    porque estoy solo y tengo miedo ...

    Llueve, detrás de los cristales,
    llueve y llueve,
    sobre los chopos medio deshojados,
    sobre los pardos tejados,
    sobre los campos llueve.

    Melancólica estampa la del hombre triste que mira la lluvia, calando cuanto acaricia con sus húmedas y frías manos ... pero hermosa la mañana que amanece después de esa lluvia, dejando el paisaje tan limpio como si una madre amorosa le hubiera lavado la cara y peinado con raya.
    A veces la lluvia nos lava los ojos y el corazón, para ver y sentir mejor.
    Un abrazo, José Luis.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...