martes, 23 de febrero de 2010

Creer…

Mi otro yo, siempre disperso entre el empirismo científico y la fantasía, duda seriamente de la propia existencia de Jesús, personaje ahistórico pero a cuyo alrededor espíritus bienintencionados forjaron un complejo entramado mágico que le convirtió en real, por más que a cualquier mente crítica no se le escape que Cristo no existe aun cuando Jesús pueda haberlo hecho.

El marxismo, que inspira sentimientos de amor y odio por mitad, tenía como uno de sus dogmas la sustancialidad alucinógena que las religiones suponían para el pueblo. Pero lo que quizá ignoró Marx es que la cosa religiosa es inherente a la humana, empapa al hombre más que adormecerle, le constituye por más que al mismo tiempo le desvanezca. Aunque uno a uno queramos o pretendamos ser únicos, solos, distintos, por pertenecer a la misma especie, debido a que somos humanos, estamos consecuentemente condenados a participar de la pluralidad intrínseca a nuestra raza. En tanto que colectividad, pues, lo religioso es humano, o por lo menos no he oído nunca que las vacas crean en Dios.

El hombre, las sociedades antiguas, necesitaban el componente mágico en su quehacer diario, al que se remitían para explicar lo inexplicable, para acallar sus temores, para aliviar su angustia ancestral… Sólo fue cuestión de tiempo que la magia evolucionara al tiempo que lo hacía el grupo humano en que se insertaba, y así el mito se convirtió en leyenda, y la superstición en religión, y ésta, a veces, o siempre, en Estado. Desde entonces sucede que cuando una cultura o civilización es más reflexiva, más introspectiva, busca dentro lo que siempre le ofrecieron desde fuera, y surge el desencanto, el descreimiento, el ateísmo…

Hoy, el principal baremo para clasificar a la pléyade de cultos en la categoría de religión o de secta, por encima del nombre o cualidades de sus respectivas divinidades, es puramente cuantitativo. Si un credo lo practican tres mil personas es una secta; si lo hacen tres millones se trata sin duda de una religión. Más o menos el mismo criterio que algunos emplean para diferenciar idioma de dialecto. Y no veamos en ello manipulación alguna, porque se trata solamente de convención, la misma que conduce a los señores académicos a incluir guay en el Diccionario de la Real Academia Española, rescatando al dicho término de las cloacas de la incultura callejera, mutándolo, verbigracia del supremo conocimiento lingüístico, de palabro en palabra. Y en cambio ahistórico, por poner un ejemplo que he escrito en este mismo artículo, no aparece como entrada reconocida. Sin embargo, como me decían unos alumnos de Boñar, si algo tiene 50.000 resultados en internet, sin duda debe de existir.

Y no entraré ahora a pormenorizar ni polemizar acerca de islamismo, cristianismo, judaísmo o cualquier otro ismo, porque sólo quería manifestar mi apoyo a Joselu, quien a través de su último artículo ha desatado un debate en torno al Islam, y a la libertad de expresión que debe caracterizarnos para poder abordar cualquier asunto sin prejuicios apriorísticos. No obstante, le decía en un comentario que al hacerlo se corre el riesgo de abrir el frasco de las esencias, la caja de Pandora… terreno resbaladizo en el que no pocos se han roto algo. Y es que, en cuestión de convicciones, todo consiste en respondernos a una pregunta: ¿Por qué estamos dispuestos a morir?, o de otra manera, ¿por qué cosas merece la pena vivir?

Mi padre, un obrero ateo, comunista, pragmático y directo, me dijo que jamás discutiera de religión o de política. Su hijo, que también es obrero y ateo, tampoco discute de fútbol, por si acaso.

2 comentarios:

  1. Si hay algo que me satisface es el tono utilizado por todos los participantes en el debate sobre el Islam. De momento hay múltiples enfoque que pueden enriquecerse. También hace unos días traté el tema de Catalunya y España en relación a la figura de Albert Boadella. Nadie se salió de tono (ni lo hubiera permitido. Inmediatamente hubiera borrado el comentario). Creo que es sano poder hablar de todo, sin acritud, con pasión sí, pero también con ansia de conocimiento. Y creo que hay muchos blogs, como el tuyo, que no invitan a esos comentaristas ásperos y groseros que profieren insultos y descalificaciones. Se puede hablar de política, de nacionalismo, de religión y de fútbol (si supiera algo... aunque te confesaré que otro día por segunda vez en mi vida estuve en un estadio de fútbol con mi cuñado viendo al Espanyol de Barcelona). Un abrazo, Javier.

    ResponderEliminar
  2. Pienso que el que sigue o pertenece a una religión lo hace, entre otros motivos, porque hay alguien que le ha hablado de ella (o él mismo ha oído hablar de ella de uno u otra manera). Y le convence (en mayor o menor medida). Y decide formar parte de ese grupo más o menos numeroso. Quiero decir con ello que, a pesar de que haya una "sustancia" basada en un líder (Jesús, Mahoma, Yahvé, Brahma...) y en unas enseñanzas y actuaciones suyas que sustentan la religión en cuestión, muchos nos apuntamos con mayor o menor convencimiento a una de esas creencias por el mero hecho de que nos rodean y nos son cercanas. Con el auge de los medios de comunicación (y particularmente de Internet) creo que la diversidad de creencias aumentará de aquí a no mucho tiempo. Por tanto, aunque como bien dices, Javier, en tu entrada de hoy, la religión (yo más bien hablaría de creencias, ya que "religión" en mi opinión va revestido de toda una parafernalia de cultos que no tienen por qué darse obligatoriamente) es consustancial al género humano, yo quizás insistiría en que es consustancial a los GRUPOS humanos, no a todo SER HUMANO tomado individualmente. ¿O es que todo hijo de vecino vive la religión con una cierta intensidad? Afirmo que no (tú mismo, que te declaras ateo, no lo haces, vamos digo yo). Lo que sí es cierto es que la sociedad, en su conjunto, tiene unos grupos religiosos que, en mayor o menor medida, quieren hacerse portavoces de una mayor o menor cantidad de personas. Y por último, en la sociedad occidental actual, creo que es más peligroso discutir de fútbol o política (¿por este orden?) que de religión, lo que nos indica la importancia de este tema en nuestras vidas.

    ResponderEliminar

Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...