viernes, 28 de mayo de 2010

La escalera

Agazapado al comienzo de la escalera, me acurruco sobre el primer peldaño sin casi respirar. No se ve nada, no se oye nada. Giro la cabeza tratando de percibir algo, lo que sea, cualquier rumor, el más mínimo susurro… Nada. El miedo me atenaza, desborda… Estoy clavado al suelo de sintasol. Con lo ojos, ora abiertos ora cerrados, pero invariablemente fijos en lo oscuro del hueco que imagino más que veo ante mí. ¿Subiré? Quizá, pero necesito tiempo. Pero no tengo tiempo. Debo subir, o me cogerán.

Me armo de valor y de miedo. Inicio despacio la ascensión. ¡Qué oscuro está! No veo, así que voy a gatas. Hace frío, y el espacio se hace peso, aplastándome. Quiero subir pero no quiero subir. Y ahí estoy, en el segundo peldaño, conteniendo el aliento vaporoso, dándome ánimos. Otro esfuerzo silencioso, otro peldaño. Parada. Giro la cabeza. ¿Qué ha sido eso? No se oye nada ya… sólo soy yo. Arriba, arriba… Me duelen las rodillas bajo la tela en el cuarto escalón. Volver atrás es imposible, el castigo sería terrible. Sólo queda continuar, sin esperanza, sin remisión, continuar…

Jadeo, hay mucha tensión en el quinto escalón. El vacío se llena de nada, lo siento, vuelve a pesar y me vuelve a aplastar. Estoy aterrado, tiemblo, de frío y de miedo, los ojos son carbones, la oscuridad se llena de vida, sonidos, temblores, sabores, quejidos… ¿Es todo real? Quizá no, porque no veo, y si no veo no creo, ¿por qué entonces el miedo? Jadeo, contengo el aliento, que me delata. Palpo, palpo… ya está, el descansillo, ¿a salvo? No creo, no creo… ¿y el sexto peldaño? Retrocedo, precavido, un pie tanteando… aquí está, el número seis, me lo salté sin querer. Giro a la derecha, a por el siguiente tramo.

¿Qué es eso? ¿Hay luz? La mirada clavada en lo alto, al fondo… sí, parece luz, claridad, al menos. Una débil línea vertical sólo un poco menos oscura que la nada, el vacío. Pero no me sosiega, me intranquiliza, ¿quién será, no, peor, qué será? Me decido, no quiero pero ya no hay remedio, subo, otro peldaño, a rastras, temblando, desesperado… ¿cuándo llego? Voy recorriendo la pared con la mano, agarrándome a ningún sitio, asiendo ningún asidero, temiendo coger lo que jamás se debe nombrar. Pero no está. Noveno peldaño, el décimo cruje levemente bajo mi poco peso, falla la baldosa mal colocada bajo el sintasol. Hace frío, quiero estornudar… ¡No! Sería el fin, terrible suceso… Hay que esperar. Silencio, sin respirar. ¿Veo algo? Sólo mi propio temor, que se hace resplandor ante mí y vacía la oscuridad repentinamente. Más silencio, más despacio… Otro peldaño, van once. Qué cerca ya, ¿lo lograré?

Miro hacia atrás. Nada. La oscuridad. ¿Habrá aún vida más allá? Imposible saberlo, imposible volver. A gatas de nuevo, subiendo otro más, doce ya. Quieto. Miro sin ver. Nada que mirar, nada que ver. Me paro a respirar, casi no puedo más. El miedo me empuja, pero no sé adónde. Me desoriento, ¿arriba o abajo, dónde está? Giro la cara, por ahí no… al otro lado, la débil línea menos oscura se torna más nítida, pero nada más. Hay que subir, otro peldaño, otro aún, uno al final.

Ya está. Arriba. Llegué. No ha pasado nada, pero… Silencio. Tiemblo, no respiro, no pestañeo, estoy en el centro de las sombras, en su guarida, en su reino… ¿Estará? Sigue oscuro, pero tanteo la pared… la puerta, aquí está. Un poco más, un poco… giro el interruptor y ¡ah!, todo cambia, la bombilla ilumina mi cuarto y el pasillo por la entreabierta puerta. Ya lo único oscuro es la línea menos oscura de la habitación de mis padres, que se atisba a través de la puerta mal cerrada. Miro mi cama, la conocida colcha, la pared empapelada… Una noche más, lo he conseguido, he llegado sano y salvo, a tiempo, antes de que me riña mi madre por tardar, antes de que me cojan ellos por esperar… Con seis años, la escalera es un mundo siniestro, oscuro, mágico, lleno de aventuras. Mañana repetiré, creo…

6 comentarios:

  1. Pienso que una buena parte -y no insignificante- de nuestras vidas transcurre en la dimensión onírica. Hay días que se justifican con una buena serie de sueños de los que se recuerdan algunos retazos. ¿Qué sería la vida sin los sueños? Alguien ha sugerido incluso que son nuestra más verdadera realidad y artistas han desarrollado su obra artística como expresión de esos sueños nocturnos. Me ha gustado tu sueño en esa escalera enigmática y la llegada a ese lugar acogedor. Yo escribí un sueño de características parecidas pero no tenía ese final en que se podía encender la luz y ver la tranquilizadora habitación de los padres. ¿Lo leíste?

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  2. No sería tan aterrador si se hubiera tratado tan sólo de un sueño, incluso una pesadilla... Pero lo que has leído, Joselu, fue una realidada para mí durante bastante tiempo. Me daba realmente pánico subir esas escaleras que llevaban a mi habitación... Además, ya en la cama, no estaba del todo a salvo de mis monstruos, porque este relato tiene una segunda parte que cualquier día colgaré. Y pensar que, aun sin vencer del todo a los fantasmas, de adulto disfruto con las historias de miedo...

    No leí tu sueño, si eres tan amable de ponerme un enlace...

    Un abrazo.

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  3. Me gusta especialmente cuando dices "Miro hacia atrás. Nada. La oscuridad. ¿Habrá aún vida más allá? Imposible saberlo, imposible volver"

    Ciertamente, cuando un terror descomunal te invade, olvidas si hubo vida antes de ese momento y temes por la posterior.

    Lo bueno es que al final acabamos consiguiendo subir la escalera todas las noches, con más o menos heridas de guerra. Y aunque cada día se nos olvide, siempre hay una habitación esperándonos. Un KAMCHATKA

    ¿Conocéis esa película? Es un film argentino de 2001. De Marcelo Piñeyro y Ricardo Darín.
    De verdad que vale la pena verla. Habla sobre la superación, sobre qué al fin y al cabo, por muy empinada y resbaladiza que sea la escalera siempre podemos sobreponernos.

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  4. Ah, la escalera... cualquier noche de estas ya no podremos subirla.

    No he visto la película, Miquel. Lo cierto es que me cuesta seguir los diálogos con ese peculiar acento que tienen los argentinos... Sí he visto alguna de Darín, y parece buen actor, aunque no entiendo gran cosa de cine.

    Un abrazo.

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  5. Joselu, siento vergüenza al decirte que sí había leído tu relato, sólo que tenía olvidado el título y ya no lo podía clasificar en esta cabeza que se parece a tu biblioteca y a mis estantes de libros. Te presento mis humildes disculpas. No obstante, mi error ha servido para volver a leerlo y a disfrutar de él.

    Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...