viernes, 21 de mayo de 2010

La teoría de la conspiración

«Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo», decía Marx. Hoy quizá haya también otro espectro cerniéndose no ya sobre el Viejo Continente sino sobre todo el mundo: el miedo. Si en la obra marxista se especula sobre el temor del capitalista al comunismo, ahora ese miedo sería extensivo y solidario a todos.

La sociedad internacional se halla estructurada actualmente, de nuevo —o quizá sería mejor decir como siempre—, en forma de pirámide, escalonada según la cantidad y calidad de los seres que integran cada peldaño.

En la cúspide, y esto es lo único realmente novedoso, ya no está el rey por gracia divina o el mismo Dios, sino un grupo selecto de sujetos anónimos que ejercen el control sin tener que dar órdenes: son la conspiración en sí, los titiriteros. Individuos que forman una nueva logia secreta surgida al amparo del capitalismo, la industrialización y la globalización de todo el sistema.

Bajo ellos, pretendiendo mandar y desconocedores de su simpleza y sus carencias, los órganos ejecutivos, los gobiernos, meros comparsas, títeres en el espectáculo. Se reparten el espectro político popular en grandes porciones que aglutinan a la mayor parte de la población, de suerte que suelen conformarse dos amplios frentes ideológicos que a la postre se revelan idénticos, pero que mantienen en un perpetuo engaño a las masas cautivas. Son profesionales de la política, mercenarios del poder, completamente alejados de las realidades que proclaman comprender.

En el peldaño inferior, aunque podría equipararse perfectamente al anterior, los poderes fácticos de las naciones, es decir, las instituciones, sean de carácter civil, religioso, cultural o militar, sobre las que descansa la confianza tanto de quienes están más abajo, por cuanto en ellos depositan sus esperanzas y anhelos, como la de aquellos que realmente dirigen, en este último caso por ser la herramienta necesaria en el control de las masas.

Por último la base, que, es cierto, se halla integrada por el pueblo llano, la masa indiferenciada de seres llamados a sí mismos humanos. Sobre ella descansa todo; sin ella no es posible nada, pero permanece siempre al margen de todo cuanto le concierne, en una suerte de posilustracionismo radical, creyendo que toma decisiones sin ser consciente de que todo está ya decidido. Remedo estéril del kratos del mundo. Y es que, mientras sigamos teniendo una conciencia servil, seguiremos siendo esclavos.

Este ser humano, que es el hombre, animal básico que medra angustiado por el estéril peso de la pirámide que gravita sobre él, carece de toda posibilidad de hallar consuelo en el hermano que sobrevive a su lado. Tal estructura sociopiramidal, al igual que su homónima medieval, se concreta en un sistema estanco impermeable, si bien ahora es inútil tratar de dilucidar la composición de alguno de sus niveles.

Sólo diremos, porque ha surgido así, que se ha producido últimamente cierto (des)enmascaramiento de los conspiradores, a quienes las marionetas que penden bajo ellos, en un vano intento de subversión del orden preestablecido, presuntamente pretenden acotar, definir, limitar y, quizá, suplantar. Como muestra el reciente escudo proteccionista sobre el euro y el más reciente intento de la Administración estadounidense por escudriñar en Wall Street. En realidad, me temo que ni unos ni otros caminan en la dirección acertada, y que todo sea una gran pantalla de humo para amparar una vez más la conspiración. No me cabe duda de que nos engañan continuamente, y convendré con Balzac en que «todo poder es una conspiración permanente». Porque si hay dos cosas que contrarían sobremanera al poder son que le cuestionen y que le ignoren.

2 comentarios:

  1. Que le lleven la contraria sí que le incomoda; pero en modo alguno que lo ignoren. Es más, el Poder, con esa mayúscula potente, busca deliberadamente que lo ignoren, para llevar a cabo con total impunidad sus fechorías. De ahí que el fútbol, la televisión basura, los grandes conciertos de artistas que por docenas y adocenados apasionan a la mocedad alienada y otros instrumentos de aquel Poder se multipliquen socialmente para apartarnos de la contemplación y escrutamiento de actividades tan perversas como las suyas. Sí, el Poder busca estar "fuera de campo", "lejos de los focos" y jamás estar "en boca de las gentes". Lo suyo son las sombras, los entresijos, los resquicios, los atajos y, de cara a la galeria, los trampantojos y el victimismo.

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  2. Convengo también con tu matización, Juan. El Poder precisa de las sombras y el anonimato para consumarse, y son sólo estas marionetas pseudopoderosas las que dan la cara, aunque no haría falta siquiera que lo hicieran, porque nadie osa partírsela. Están impunes.

    A veces medito sobre un mundo en el que los Titiriteros salieran a la luz y declararan públicamente sus intenciones. Y concluyo siempre con idéntico pesar: no pasaría nada, porque todo el mundo seguiría a lo suyo, "se despertó el bien y el mal, la zorra pobre al portal, la zorra rica al rosal y el avaro a las divisas", que decía Serrat.

    Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...