sábado, 8 de mayo de 2010

Más números

Hace algún tiempo traje aquí a colación unas reflexiones numéricas en las que planteaba alguna duda y ninguna solución, como siempre. Hoy, con su permiso, voy a seguir dando la tabarra con el asunto.

Estamos tan acostumbrados en nuestra vida cotidiana a manejar los números que apenas nos paramos a pensar que tras cualquier cantidad se esconde un mundo a veces insondable. Carecemos de una percepción clara de la realidad: ¿hay muchos católicos? Las iglesias están vacías, pero ante un acontecimiento, como la visita del Papa, parecieran miles de millones desparramándose por todas partes, llenándolo todo… pero, ¿cuántos son católicos?

Antaño, cuando no existían los sondeos de opinión ni las encuestas sobre intención de voto ni zarandajas parecidas, determinados partidos políticos sólo parecían reales en la tele, porque, se preguntara a quien se preguntara, nadie declaraba ser votante suyo. Pero cuando llegaba el líder nacional a dar un mitin al estadio o la plaza de toros o lo que sea estaba abarrotado, ¿quiénes eran esos no votantes? Sucede hoy lo mismo con la telebasura, que nadie en absoluto nunca ve esa porquería, ¡por favor! Sin embargo los índices de audiencia señalan millones de adictos. En honor a la verdad, tengo que decir al respecto que la gente ya ha perdido ese punto de vergüenza, y declara abiertamente ser consumidor de estos programas bazofia. Como lo de aparcar en doble fila y tal, que si lo hace uno está mal visto pero cuando son multitud ya es normal.

Se preguntarán que qué tiene que ver todo esto que les cuento con los números. Pues es que, sencillamente, son números, sin más. En mi otra vida a través del hiperespacio bloguero he realizado un somero estudio sobre las temáticas tratadas y el volumen de asiduos respectivos, y lo descubierto me viene a confirmar la general condición humana imperante, numérica en general, pues los blogs o páginas más pueriles son las que más atraen a todo tipo de sujetos, mientras que las que aparentemente revisten un carácter de seriedad o rigor, o están vacías o poco pobladas. Y aun éstas adolecen en no pocos casos de un público verdaderamente responsable, pues son abundantes los comentarios simples, como de cumplido, o las adherencias a los ya realizados por alguien con más sentido, criterio y capacidad. Hay, por supuesto, excepciones, como no podía ser de otra manera. Por ejemplo, la página de Punset –a la que ya me referí en otro artículo– es atractiva porque acerca asuntos científicos al gran público y los hace entendibles, y tiene miles y miles de seguidores y comentarios –en su mayor parte, también es verdad, ñoños–. Pero, imagínense ustedes que el señor que hablara de tales cosas no se llamara Eduard Punset ni contara con el respaldo de los media; entonces, por muy interesante que fuera lo que tuviera que decir, ¿quién le leería? Mejor, puesto que hablamos de números, ¿cuántos le seguirían? ¿Qué será más sensato, cantidad o calidad? Los números mandan…

Otro suponer, ¿qué dirían ustedes que les produce más temor, un muerto o un número? Porque, vamos a ver, un muerto qué es, ¿una persona o una cifra? Número, números… Las matemáticas marcan nuestra vida, la controlan. Todo es cuestión de números. Si un tren arrolla a un imprudente sólo es una víctima fortuita o temeraria, que no cuenta más que con una breve necrológica en el periódico local; pero si en un paso a nivel un autobús escolar se salta la barrera y mueren cuarenta y tres niños, el conductor y la acompañante, estamos ante una tragedia de dimensiones tremendas que rebasa incluso las fronteras nacionales.

¿Por qué? Un muerto es un muerto, una cifra pequeña, uno. Pero tantos… Tomados uno a uno no son más que eso: un muerto, otro muerto… Todos juntos constituyen una verdadera tragedia, pero sólo porque mueren a la vez, en el mismo momento y en la misma acción. Son los números lo que nos asusta, no los muertos.

4 comentarios:

  1. En la blogosfera que yo frecuento en general hay propuestas interesantes que concitan la participación de algunos seguidores fieles. Las ideas complejas son más difíciles de razonar, de comentar. Una idea simple tiene más posibilidades de ser comentada o apoyada. No obstante, se percibe un cierto agotamiento en el mundo de los blogs. No sé qué perpectivas tiene. Quizás en un tiempo forme parte del pasado. Las cifras de creación de blogs llegaron a ser astronómicas, pero muchos han ido desapareciendo. No es fácil tener algo que decir durante un largo tiempo. Esto lo observo incluso en escritores que publican artículos en la prensa. Muchos de ellos son de puro relleno y no tienen nada especial que aportar.

    Me molesta en cuanto a las cifras de muertos cuando viajo por la geografía española que se diferencien los muertos de la propia comunidad respecto del conjunto de España. Y es cierto, cada muerte es única pero sólo las grandes cifras parecen conmovernos o hacernos salir del letargo.

    Un cordial saludo.

    ResponderEliminar
  2. Esto me recuerda lo absurdo de los actos humanos en determinadas circunstancias. En efecto, si muere una persona en un accidente de tráfico, no pasa de ser una mera cifra de las noticias de los lunes; pero si mueren cuatro de golpe, se transforma en una de las noticias del día, enviando las cadenas de TV corresponsales a "cubrir la noticia" (¿?) exhaustivamente. Preguntas y más preguntas (chorradas) a los vecinos del pueblo: que si es una lástima, que cómo está la carretera y memeces por el estilo. El alcalde decreta tres días de luto (¿en qué consiste? ¿es que los familiares y amigos -que es lo que cuenta- van a estar más arropados porque se decrete luto?) y todos estamos muy tristes y salimos en manifestación a apoyar a la familia de los finados... Es de lo más absurdo que se puede uno echar a la cara, pero, claro, si no se hace (tanto por parte de las televisiones como por parte del alcalde) se diría que hay una falta de sensibilidad alarmante... Es cierto lo que dices, Javier: un muerto es igual de muerto él solo que si tuvo la desdicha de morir acompañado. Lamentablemente, el poder de las cifras se manifiesta en cosas como esta...

    ResponderEliminar
  3. Joselu, Puede parecer que resulta simple comentar un post simple, sólo que a veces tras esa aparente simpleza el autor dice, o quiere decir, mucho más de lo que leemos. En todo caso, a mí nunca me parece fácil hacer un comentario, por simple que sea la entrada, y ese es el motivo por el que no suelo intervenir demasiado en aquellos blogs que visito, salvo cuando creo que realmente tengo algo que decir.

    Por otra parte, indicas que incluso los escritores que publican en prensa "agotan" sus recursos. ¿Y cómo habría de ser de otra manera, si la mayor parte de ellos son tan mediocres como sus lectores y admiradores? Por el simple hecho de que publique en prensa o escriba libros no considero que nadie demuestre que es buen escritor, ni siquiera buen articulista. Dominar el lenguaje implica algo más que publicar en prensa. Conozco individuos en estos foros blogueros que ni han sentado cátedra ni tienen firma de "a tantos euros por palabra", pero que se expresan maravillosamente bien.

    En fin, no te cuento nada que tú no sepas, que además eres del gremio. Gracias por tus palabras.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Amigo Requejo, cuánto bueno por aquí... Veo que eres sensible al asunto de los muertos difuntos y eso, y que pareces coincidir con mis apreciaciones. Agradecido.

    Lo del luto oficial es algo que también me he preguntado frecuentemente, y al final sólo tiene sentido en el contexto de lo políticamente correcto, expresión que detesto pero que resume perfectamente tanta estupidez. Estoy contigo en que no decretar ese luto parecería poco ético y por supuesto insensible. Si la diña el Sr. Zacarías no pasa nada, uno menos, ya era hora... Pero si mueren tres chavales del pueblo que iban de fiesta de madrugada a nosecuantos por hora y, casualmente, a lo peor se han llevado por delante a una familia entera que circulaba correctamente, hay que hacer luto y huelga y pedir al gobierno que arregle la carretera. Así es. Quizá exagero, pero así es... muchas veces.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...