domingo, 18 de julio de 2010

La ciudad hispanorromana de Cauca (I)

Coca, antiguo núcleo indígena e hispanorromano de Cauca, se localiza en tierras segovianas justo en el lugar donde el pequeño Voltova desemboca en el Eresma, y es citada en el Itinerario de Antonino, una obra que recoge las rutas y vías romanas del Imperio, como mansio XVII en la vía que iba de Emerita (Mérida) a Caesaraugusta (Zaragoza). Plinio la menciona como una de las diecisiete ciudades que asigna a los vacceos, pobladores del área meseteña del Duero, de modo que su estructura urbanística debía de ser superior a un simple poblado prerromano. En efecto, el pueblo vacceo, de origen celta, demostró poseer un nivel cultural más avanzado que el de sus contemporáneos de las tierras del norte peninsular que aún vivían en lugares agrestes de pequeño tamaño y caracterizados por la falta de un plan coherente de habitabilidad.

Los sondeos arqueológicos revelan que el lugar ya estaba ocupado desde el Calcolítico y la Edad del Bronce, aunque para el Bronce Final y la I Edad del Hierro aún no se han manifestado evidencias claras. Pero, desde aproximadamente el año 550 a.C., es decir, en la II Edad del Hierro, el poblamiento en la zona alcanza cierta intensidad que se prolonga ya sin interrupción hasta la actualidad.

La actual villa de Coca se erige cerca de la primitiva ciudad pero fuera de ella, que está situada en una pequeña meseta bien protegida, como solía ser habitual en las poblaciones de esa época. El contorno del núcleo indígena no es demasiado grande, de modo que presumiblemente contendría alrededor de cinco mil habitantes, y en época romana no parece que se ensanchara mucho más el perímetro urbano. Son ciertamente muy escasas las referencias que se pueden encontrar de Coca en los textos clásicos, y normalmente hacen referencia a diversas acciones bélicas. Así, es durante el año 151 a.C. que aparece citada por vez primera, cuando un ejército romano bajo el mando del cónsul Lucio Licinio Lúculo se presenta ante sus puertas sin enemigo al que combatir al haberse firmado poco antes la paz con los numantinos. Con el pretexto de ayudar a los carpetanos, pueblo vecino al otro lado de la sierra de Guadarrama y aliado de Roma, Lúculo arremete contra los vacceos, y más concretamente contra los habitantes de Coca.

En un primer momento los romanos sufrieron una derrota, pero rápidamente se rehicieron y atacaron la ciudad, que pronto agotó sus reservas y armas. Impelidos a entablar negociaciones de paz, los ancianos de la ciudad, representantes de su soberanía como era normal entre los pobladores de origen celta indoeuropeos de la Península Ibérica, accedieron al pago del tributo que Lúculo exigió: rehenes, guerreros a caballo para ayudar a los romanos en sus conquistas y cien talentos de plata, unos dos mil setecientos kilogramos. Lúculo había conseguido una rendición sin condiciones, una deditio, pero aún solicitó del consejo de ancianos de Cauca que permitieran el asentamiento de una guarnición romana. Conseguido esto también, en la práctica significó la ruina de la ciudad puesto que una vez que los dos mil legionarios hubieron franqueado las murallas comenzaron a pasar a cuchillo a los desprevenidos habitantes.

Según las crónicas fueron veinte mil los muertos en la ciudad, pero probablemente se trata de una exageración. Lo cierto, sin embargo, es que la fama de Lúculo se extendió por todo el país, de modo que en su campaña sólo encontró puertas cerradas y una feroz resistencia que a la postre significó la pérdida de gran parte de sus efectivos militares y el vergonzoso desbaratamiento de su campaña militar. Casi veinte años después Escipión, que durante la matanza de Cauca era sólo un joven oficial a las órdenes de Lúculo, permitió a los escasos supervivientes regresar a la ciudad destruida cuando pasó por ella mientras se dirigía contra Numancia.

A través, por consiguiente, de las fuentes literarias, no es posible apreciar un papel destacado de Cauca en la Antigüedad, y tampoco las evidencias epigráficas de la ciudad, que se reducen al hallazgo de apenas una decena de muestras, parecen abogar por la importancia del enclave. Sin embargo, la sistematización de los trabajos de excavación arqueológica llevados a cabo en Cauca a partir de la década de los 80 del siglo XX está dando como resultado el conocimiento de gran cantidad de restos materiales que indicarían claramente una cierta relevancia de la ciudad durante las Edades Antigua y Media en el entorno meseteño.

2 comentarios:

  1. Paarece que a los cronistas de entonces también les gustaban las cantidades inmensas, coma los cronistas de ahora: decenas de miles, entones; cientos de miles, ahora. ¡Ay esta tendencia genética hacia la amplificatio! Nos sabemos realmente poca cosa, y nos lanzamos en brazos de la multiplicación, como mecanismo de compensación. Y ello vale tanto para los fastos como para los nefastos. ¿Hay quien tenga menos de "mil achaques"?
    Son muy amenas estas evocaciones históricas. Las leo con enorme placer.

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  2. Gracias, Juan, por tu presencia en estos días aciagos de canícula, cuando la espantada es tan obvia como, según dicen, necesaria, aunque algunos languidecemos al lado de la hoja en blanco, por más que sea electrónica.

    Historietas de estas tengo cientos, la mayoría retazos incompletos de lo que fuimos, o de lo que fueron quienes estuvieron antes que nosotros, que tanto da, pues el ser es uno e unívoco, aunque sus manifestaciones pueblen la tierra.

    Iré desgranando poco a poco estas páginas del pasado que cobran ante mis ojos, ahora, actualidad, y de cuya vigencia no dudo, o casi. Mañana o pasado publicaré la segunda y última parte de esta Coca indígena y romana, o al revés..., a veces me pierde mi escaso oficio, ¿acaso no eran los romanos también indígenas?

    Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...