jueves, 12 de agosto de 2010

Hojas al viento

 Ahora que la historia reposa en los estantes,
 y las caracolas besan la espuma de los días.
 Vuelan pentagramas
 sobre la alfombra de nostalgias
 y la luz seda tu perfil impetuoso.
 La humedad pesa sobre los ojos
 y tus manos abren en su corriente
 estíos y otoños
 arropados de sueños,
 de ideales, descalzos.

 El calor de tu voz,
 la encendida piel,
 y la luz traída
 en tantos besos.
 La muda caricia
 que templa el hielo de la espalda.
 El puñal blanco de tu risa
 que mortal la soledad hiere.
 Mi libertad en tus brazos,
 gritando: ¡por fin!

 El asombro dilatado en los ojos
 que ven volver
 esas hojas al viento que dejé
 en el andén de tu recuerdo,
 se arremolinan en tu pecho,
 prenden fuego a tu garganta
 y a tus labios gimiendo van...
 van diciendo... ¡te quiero...!


                                                      Y. M. S.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...