domingo, 17 de octubre de 2010

Despertares

Cierras los ojos, y ves el mundo nuevo que creaste. Disfrutas las sensaciones regocijantes de la aurora, negra y clara, que mancha sin languidecer la fina línea del horizonte, más allá de tu alcance, pero tan cerca… A oscuras, tanteas los pasos inequívocos de la mente, buscando los asideros conocidos. Tiemblas. Gozas el momento sublime de tan fantástica visión. Ves.

Aprietas los párpados y comienza otra vez el ciclo de lo inexorable, del invencible titán que asoló mundos y desafió a los dioses mortales. Tan fuerte cono el mar, más certero que la luz y a caballo del viento del sur, enseñoreas tus dominios con tu aliento y la distancia se torna efímera, tenue, sólo pintada, silente… Un parpadeo. ¿Aleteos? Quién sabe… No consientes que nada escape de tu puño prieto. Lo tienes ahí, guardado pero libre, casi imposible de describir tan maravillosa gema. Tu mundo te envuelve, lo sientes inmenso, inabarcable y limpio, como el agua que brota, clara, del manantial, que deja ver el fondo de roca, mineral ausente.

Caminas despacio, pisas sin prisa, quizá te deslizas, aunque no importa, porque nada temes de ti ni hay temor en tus ojos, cerrados. Gases de formas difusas, semejantes a ideas, colorean el firmamento. Dibujan las emociones que guardas en tu mano, apenas disfrutadas. Cuando no puedes aguantar más, aprietas de nuevo el puño, vuelves a parpadear y, ¡maravilla!: sigues ahí, incólume. Nada ha cambiado.

Abro los ojos. Maldita danza, maldita. Malditos los días vividos.

6 comentarios:

  1. Lo mejor de cerrar los ojos no es perder de vista la realidad, si no que es ella la que deja de mirarnos.

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  2. Lo mejor de cerrar los ojos es que se abren los otros sentidos y vemos de otro modo y, a menudo, con mayor intensidad. Y sí, la realidad deja de mirarnos, pero le tomamos nosotros el relevo, y ¡qué distinto yo nos descubre el tacto, el olfato, el gusto y el oído!

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  3. No me gusta eso de malditos los días vividos. La ensoñación en mi caso, el cerrar los ojos, no me lleva a una visión más rica o menos dolorosa de la realidad. Quizás ese lugar lo ocupen en mi caso los sueños a los que doy gran importancia. En todo caso, no maldigo la vida que he dejado atrás por extraña o dolorosa que haya sido. Pienso que la vida es una ascesis y me gusta considerar todo lo que he vivido como elementos de la misma. ¿Hacia dónde? No lo sé, pero eso no cambia mi percepción más allá de la esperanza, y quizás emparentada con la curiosidad. Un saludo.

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  4. Creo que en efecto debe de ser así, Miquel. Si no, no sólo no podríamos soñar sino que ni siquiera nos dejaría cerrar los ojos, nos convertiríamos en órbitas oculares parlantes.

    Un abrazo.

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  5. Nos miramos, Juan, nos miramos. ¿Pero acaso nos vemos? Si tan sólo pudiéramos retener por un instante aquello que soñamos, aunque sea despiertos, la felicidad no parecería cosa de magia, pero ¿quién puede afirmarlo? Aunque se recreen los demás sentidos, la imaginación es nuestro cobijo, guarida para algunos.

    Un abrazo.

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  6. Joselu, siento que te disguste mi última frase. Está claro que uno no siempre está acertado en sus expresiones. No obstante, suelo escribir para mi interior, por más que luego algunos tengáis la desdicha de tener que leerme, y ciertamente transcribo mis sentimientos e impresiones, pues no se entendería de otra manera. Por suerte no vivo de lo que escribo, no me debo a un guión contingente ni doblegador, y la censura es tan personal como lo que escribo.

    En fin, que me pongo muy pesado. Te digo, como a Juan, que la imaginación es un arma vital en nuestras manos, y a algunos nos da fuerza suficiente para continuar arrastrándonos por este valle de lágrimas, aunque, lógicamente, no sea extensible a todo el mundo. Tú valoras en mayor medida los sueños, como componente de tu subconsciente que opera de forma autónoma pero alimentándose de ti, de tus pensamientos. Yo prefiero crear mis propios sueños, sin esperar a que mi inconsciencia los elabore, entre otras cosas porque me gusta escribir el guión en estado de vigilia.

    Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...