lunes, 8 de noviembre de 2010

¿Se acaba lo bueno…?

…si es que alguna vez lo hubo. Las últimas noticias respecto a la crisis financiera y económica que asola al planeta global este en que nos arrastramos no son precisamente halagüeñas. Aunque nosotros, usted y un servidor, no hayamos tomado parte activa y directa en su gestación, somos quienes acabarán pagando las consecuencias, todas. Por encima de mí ya pasó el vendaval, y por poco me lleva directamente al precipicio, abierto por la gran banca internacional para tragársenos a todos, mientras los de la chistera permanecen aferrados como garrapatas a las ubres del Estado protector… de sus intereses. Sucede con esto como con las guerras, que las inician los políticos o los generales por una mirada suspicaz o una hectárea de territorio patrio, y acaban pagando con sus vidas los soldaditos de infantería, sin que nadie les pregunte o dé a elegir. ¿Por qué será así? Como de costumbre, carezco de respuesta.

Ya se oyen rumores de pasillo ministerial, de despachos de sedes parlamentarias, ya suenan los sables en las alturas, prediciendo los mil y un sufrimientos que nos aguardan por haber sido tan incautos. Y es que, bien mirado, nos la han pegado de lleno, como si de un enorme y global toco-mocho se tratara. Como el poema de las moscas de Machado, vamos. El caso es que los augures lisonjeros del capitalismo, incluidos los de la cosa pública, vaticinan un escenario sombrío, en el que los mediopensionistas –que a eso llegaremos– tendrán que pagar no sólo por las recetas sino incluso por las consultas a sus médicos de familia. De hecho, en algunos hospitales, creo que madrileños, han eliminado la merienda a los pacientes; y en otros, me parece que andaluces, les enseñan una facturita con lo que cuesta su estancia a todo confort. La repera.

Así que, si el Gobierno lo consiente y el tiempo no lo impide, el Estado del Bienestar va camino de convertirse en el Estado del Malestar, aunque nos pese. Ahora mismo, calculo, debemos andar por el Regularestar, que viene a ser la equidistancia entre ningún punto. Sujétense a lo que puedan, que por menos empezaron buena parte de las revoluciones de este perro mundo. Claro que, bien pensado, en esos tiempos había hombres en casi todos los países, y ahora somos como muñecos teledirigidos, en el mejor de los casos consumidores de todas las tonterías que a los lumbreras de turno se les ocurre enlatar, envasar, plastificar, biodegradar, macrobiotizar y apijotar. Como dice un amigo mío, a este paso vamos a comer mierda, y a ver si llega para todos.

Si ahora andamos así, quizá sea porque hasta no hace mucho caminábamos con muletas, o incluso con las rodillas ensangrentadas, mirando unos para otro lado y el resto hacia abajo. Dejamos que nos gobernaran en vez de gobernarnos, y en ello seguimos, merecedores de lo que nos pasa, culpables de soportar a los políticos mediocres que tenemos por no ser capaces de levantarnos. Dicen los chinos que el viaje más largo comienza dando un paso. Lo que me parecería milagroso es que lo demos. En fin, quizá no venga a cuento ahora, o tal vez sí, el caso es que hace un par de días leí una interesante entrevista a Felipe González en la que se sincera (a medias). No es precisamente de los peores políticos que ha tenido España en su etapa democrática reciente, incluso le tengo por brillante estadista, que ya es decir siendo español. Y sin embargo, leyendo sus reflexiones, uno podría dudar de que una vez estuvo al frente de este país durante 14 años. Si el conocimiento y las ideas de que hace gala los hubiera aplicado a su etapa de gobierno, probablemente habría dejado a España en mejores condiciones, probablemente habría erradicado algunos vicios seculares que nos acomplejan, y quizá podría haber terminado, en virtud de sus mayorías absolutas, con la tontería nacional que nos caracteriza. Claro que, entonces, sin duda carecía del poso de sabiduría que otorgan los años…

8 comentarios:

  1. Supongo que lo del 'estado del bienestar' es bastante relativo, y aunque siempre se puede hablar a niveles globales, cada cual acaba hablando de la feria según le va en ella. Es un poco como lo que dice González: "Las elecciones no se ganan por cómo se afronten los desafíos globales, sino por las miserias locales"... Son las miserias (o riquezas) personales, individuales, las que, como un mapa puntillista, conforman la imagen final global. Supongo que, de esos puntitos, cada vez hay más cantidad negros, o grises, y el aspecto que va tomando el cuadro tira a pardo.
    He leído de un tirón la entrevista. Reconozco que siempre fue un mago de la palabra, un torrente verbal, un líder nato. Entiendo poco de política, ni de economía, más bien nada, pero cuando cumplí dieciocho me embaucaron sus palabras ... tal vez yo tampoco tenía el charquito de sabiduría que acabarian por darme los años ... y aún tenía fe.

    Un abrazo, Javier.

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  2. Aunque haya pasado el vendaval por encima de sus cabezas y allá arriba se sientan aliviados, nadie podrá considerar que las dificultades se han terminado y no lo podremos considerar mientras no se cree empleo. La crisis es del sistema. El estado del bienestar se ha acabado, así lo ha determinado el Club Bildelberg. Si en nuestro país se produce un cambio de signo político ya podemos despedirnos de los logros sociales, el objetivo de Bildelberg es privatización y privatización. La sanidad quedará en manos de las aseguradoras y la enseñanza en manos de los curas, la multinacional del Vaticano. Somos este muñeco teledirigido que no para de consumir.

    Salud

    Francesc Cornadó

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  3. Oí a Rubalcaba decir que a Felipe González se le detesta y se lanza uno al cuello para degollarle o se le ama. Como él, yo soy del segundo grupo. Tras haberle votado siempre, sigo admirándole, pese al tiempo pasado. Tiene algo que te hace deseable subirte al autobús con él. No suelo leer artículos de políticos porque no me interesa su visión oficilista llena de medias verdades o abiertos silencios sobre su papel, pero a Felipe sí le leí. Es el más grande político que ha dado la transición. Fraga también era un animal político igual que Pujol. Ahora hay mindundis en la arena política. ¡Ay, Felipe, cuánto te añoro! Eras capaz de llevarme donde quisieras. Sería un espléndido presidente europeo. Es de los pocos que creen en Europa y que tienen una idea de ella.

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  4. ¿Y quién entiende de política, Zim? A veces dudo de que entendamos de nada. Lo pienso sobre todo cuando, desesperado, miro el mundo a través de la ventana y pienso en todos aquellos que, por el simple hecho de nacer donde no debían, sufren más de lo que les corresponde... Así que, aunque hablamos de todo -e incluso nos atrevemos a escribir-, creo que es bien poco lo que hemos logrado aprender.

    Un abrazo.

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  5. El problema al que nos enfrentamos, Francesc, es que España no está "sola" en el mundo. Esto quizá sea contradictorio, pues en determinadas ocasiones nos convendría cierto aislacionismo para no contaminarnos con las pandemias globales. Pero ya parece tarde para eso, de modo que, queramos o no, somos parte de ese todo, una parte pequeña, además. Cuando los de la chistera sacan el látigo para que no olvidemos quién manda, solo nos restan dos opciones: ofrecer la cerviz para el descabello o presentar resistencia y morir sin avisar a la familia.

    Un abrazo.

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  6. Es encomiable tu capacidad de sufrimiento, Joselu. Creer en un político puede llegar a ser como un gran amor apasionado, que de pronto se acaba por manifiesta infidelidad. Aunque, bien mirado, podría ser también que hubiéramos depositado demasiada confianza en quien no la merecía. Una vez yo mismo estuve enamorado... pero ahora solo queda algún rescoldo, reminiscencia de lo que fue, y respeto, no obstante. Mi verdadero amor es mi esposa, a quien debo todo sin que me prometiera nada. Mi amor es hacia una persona. Lo demás sólo es política. Sin embargo, sigo pensando, como digo en la entrada, que probablemente "Isidoro" sea de lo mejor que le pasó a España en los últimos 75 años.

    Un abrazo.

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  7. Javier, cuando no se espera nada de nada ni de nadie, ¡qué difícil es que la decepción nos corroa! Hay unos versos de Quevedo que suelo repetir a menudo para explicar el origen de mi desapego casi budista: "Vive para ti solo si puedes,/ pues solo para ti si mueres, mueres". Parecen pesimistas, pero en ese condicional último hay un derroche tal de amor a la vida que, cuando se descubre, se reconcilia uno con ella. La política, como la religión y el fútbol, constituyen una "trinidad" de la que la vida por fuerza nos ha de desengañar. Se comienza, cronológicamente, por la religión, se sigue, en la edad adulta, por la política y se acaba, en la madurez, en el fútbol (o cualesquiera otras alienaciones que las persinas se hayan buscado: el mus, el tenis de mesa, el ajedrez o el fútbol de chhapas), cuando uno se retira a la amplia mansión del escepticismo, desde donde todo lo contempla con el desapasionamiento propio de quien sabe que no tiene ningún poder sobre lo inexorable...
    El mundo como representación es una idea shopenhaueriana, pero antes lo fue calderoniana y gracianesca, vías por las que llegó a los postrománticos alemanes.

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  8. ¡Cuánto me queda por aprender, Juan! Si realmente fuera capaz de contener la lengua, no sería tan dramático como mi imposibilidad para dejar de dar vueltas a todas estas estupideces sobre las que tan recurrentemente escribo. Es verdad que desespero todo, es cierto que desapasiono los sentimientos cuanto me es dado. Y aun así, me impelo a denunciar -¿para qué?-, a combatir en la medidad de mis exiguas fuerzas, quizá algún día desde la trinchera, o desde el conocimiento que me falta. Gracias por tus estimables reflexiones.

    Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...