domingo, 1 de mayo de 2011

Numancia

Pese a la escasez de noticias sobre épocas tan alejadas y a que los diferentes investigadores no logran ponerse de acuerdo sobre el asunto, parece que los orígenes de Numancia, como otras ciudades del entorno celtibérico, podrían situarse alrededor de los últimos años del siglo III a.C. o los primeros del siglo II a.C. No obstante, el lugar ya presenta signos de haber estado habitado, al menos en algunas zonas, desde época neolítica.

Numancia se localiza sobre el cerro de La Muela, en el lugar donde confluyen los ríos Duero y Tera, en el término municipal de Garray, muy cerca de Soria. Se trata de un enclave estratégico, como todos los habitados por los pueblos celtíberos, y más concretamente los arévacos, dominador de un territorio fértil abundante en recursos. Los caminos naturales de época indígena se unificarán en la vía romana que unía Caesaraugusta (Zaragoza) con Asturica Augusta (Astorga, León) y que discurría a los pies de Numancia.

Sin la menor duda puede afirmarse que tanto el conocimiento real como la legendaria fama de Numancia provienen de su larga lucha y tenaz resistencia a la conquista romana. Y en efecto, así es. Sin embargo, en realidad la lucha y el heroísmo numantinos no fueron provocados por su enfrentamiento directo con Roma sino tan sólo de forma casi accidental por su papel en el conflicto que otro pueblo celtibérico vecino, los belos, mantenían con el conquistador romano.

Años atrás los pueblos prerromanos celtibéricos habían establecido un tratado con T. Sempronio Graco por el cual se comprometían a pagar tributos, a contribuir con tropas auxiliares al ejército romano y a no edificar nuevas ciudades. Sin embargo, en 153 a.C., y animados por las victorias de los lusitanos, los belos deciden reestructurar su capital, Segeda, en el término de Belmonte, cerca de Calatayud, ampliando el perímetro de la muralla para dar cabida a mayor número de personas. Los romanos denunciaron entonces la violación del pacto firmado con Graco, pero los de Segeda argumentaron que ellos no construían de nueva planta sino que simplemente realizaban una ampliación. Pero estos argumentos no convencieron a los romanos, y el cónsul Q. Fulvio Nobilior se dirigió contra la ciudad al frente de su ejército. Dado que Segeda aún no estaba completamente amurallada, sus habitantes tuvieron que abandonar la plaza, que fue arrasada por los romanos. En su huida se dirigieron al Oeste y, en virtud de los pactos establecidos entre los distintos pueblos celtíberos, pudieron refugiarse en Numancia, que se vio así arrastrada a una larga guerra.

Aunque desde este momento hasta la destrucción de Numancia habrían de pasar dos décadas, ciertamente estos serían los hechos desencadenantes de la guerra. A lo largo de los siguientes años se sucedieron diferentes episodios de las Guerras Celtibéricas, desde el protagonizado por el propio Nobilior contra Numancia y Uxama, aunque no pudo tomar ninguna de estas ciudades perdiendo, además, la mayor parte de los efectivos de su ejército, hasta la inestable paz lograda por su sucesor Claudio Marcelo entre 151 y 143 a.C.

El conflicto se reinicia cuando en este año de 143 un nuevo cónsul romano llega a la Península con un importante ejército de treinta mil hombres, con el cual comenzó a hostigar los territorios celtibéricos, aunque no atacó directamente a los numantinos. Se suceden diferentes cónsules y pasan los años entre asedios, ataques y tímidos intentos de paz. Sin embargo, el Senado romano decide la guerra total, y en 134 a.C. se hace cargo de las operaciones el prestigioso general Publio Escipión Emiliano, vencedor de Cartago, quien logró reunir un ejército de sesenta mil hombres con los que, no obstante, se limitó a realizar un cerco de asedio a Numancia renunciando al asalto directo.

Rodeó la ciudad de una muralla de circunvalación reforzada con foso y empalizada para así bloquear tanto los intentos de ayuda exterior como una posible huida de los apenas cuatro mil defensores. Distribuyó a sus tropas entre los siete campamentos que estableció por los cerros circundantes y la propia muralla, dejando una fuerza móvil para acudir rápidamente donde fuera preciso. El cerco quedaba completado en otoño de ese mismo año 134. Tras varios meses de asedio el hambre comenzó a hacerse sentir al llegar la primavera. Los numantinos devoraron todo su ganado durante el invierno, e incluso llegaron a hacer lo mismo con los enfermos y moribundos para no tener que entregar sus armas al enemigo, pues era ésta la mayor afrenta que podía sufrir un guerrero celtíbero.

Sin embargo, en verano del 133 a.C., parte de los escasos supervivientes decidieron rendir la ciudad, aunque otros prefirieron suicidarse. Algunos numantinos fueron llevados a Roma como parte del botín para celebrar el triunfo de Escipión, mientras los demás eran vendidos como esclavos. Saqueó y arrasó la ciudad, cuya reconstrucción fue prohibida por el Senado, y repartió su territorio entre los pueblos vecinos. Desaparecía así todo vestigio de resistencia sólida y organizada contra Roma en la Celtiberia.

Para el conocimiento de la ciudad celtibérica, es decir, la que fue arrasada por los romanos en 133 a.C., contamos tanto con la documentación de los historiadores clásicos como con las intervenciones arqueológicas, que nos informan de la ocupación de la ciudad en esos momentos a través de los restos hallados: monedas, armas, adornos de metal y, sobre todo, la necrópolis celtibérica.

Tras la destrucción que sufrió Numancia en 133 a.C. parece que la ciudad no se despobló totalmente, y pese a la prohibición del Senado romano incluso habría contado con cierta intensa ocupación durante todo el siglo I a.C. a juzgar por los restos que han salido a la luz, sobre todo numismáticos y cerámicos, que indicarían, además, relaciones de tipo comercial con otras ciudades situadas en el Valle del Ebro. De todas formas, sobre los restos del trazado primitivo se erige, ya a principios de la época imperial romana, una nueva ciudad que aprovecha en gran parte la estructura urbanística anterior pero acomodándola a las necesidades de los nuevos pobladores, aunque en términos generales aún no se puede hablar del efecto romanizador por cuanto Numancia no pasaría de un simple núcleo indígena en vías de romanización.

Sin embargo, a medida que pasa el tiempo la estructura urbana de Numancia se va asemejando cada vez más a una verdadera ciudad romana, puesto que presumiblemente desde época Flavia, es decir, en el último tercio del siglo I d.C., obtendría el estatuto jurídico de municipio, dejando atrás los tiempos de núcleo indígena sin privilegios. No obstante esta actuación romana, que se apreciará sobre todo en una mayor complejidad de los espacios de habitación y en un trazado regular de las calles, no se han hallado grandes complejos urbanísticos ni edificios públicos. La actividad del periodo altoimperial se detecta, entre otros factores, a través de la existencia de cerámicas de diverso tipo, incluyendo terra sigillata, procedente de los alfares riojanos de Tricio, cerca de Logroño, lo que marca unas fluidas relaciones comerciales entre ambos territorios.

A partir del siglo III d.C. la ciudad se rodea de una muralla bajoimperial y la vida urbana decae, datándose los últimos vestigios en los siglos IV-V d.C. A pesar de este presumible abandono de Numancia, aún se documenta un asentamiento visigodo entre los restos de la ciudad hispanorromana. De todas formas, no es hasta el siglo X que vuelven a encontrarse rastros de poblamiento, y preferentemente ya en el actual núcleo de Garray, lo cual marca su andadura en época medieval.

2 comentarios:

  1. De nuevo, como en otras ocasiones anteriores, me quedo colgado del relato y lo sigo con infinito placer. Son datos, es cierto, pero en el modo claro y sin afectación de exponerlos late un amor a la evocación de la vida que fue que me atrapa. Que la tribu que llegó a Numancia embarcara a esta ciudad, por solidaridad, en su cruel destino de exterminio, da la medida bien colmada de la solidaridad en estado puro. Del mismo modo que las sucesivas ocupaciones y reedificaciones de las ruinas. Es en las películas apocalípticas donde no se suele construir sobre la derruido, pero en épocas en las que tan costosos de extraer y de acarrear eran los materiales de construcción, todo se aprovecha, y un buen emplazamiento con mayor razón. La historia de las ciudades cae de lleno en el corazón de la novelería.

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  2. Agradezco tus palabras, Juan. Hoy, cuando incluso los tratados internacionales más solemnes son sistemáticamente violados, tergiversados y rotos, nos parece mentira, en efecto, que un pacto entre dos pueblos semisalvajes a los ojos de los civilizados romanos pudiera generar semejante unión. Este tipo de acuerdos se aglutinaban bajo la fórmula del hospitium, una peculiar institución celtibérica creada para garantizar protección y auxilio a los extranjeros acogidos en territorio propio. Probablemente el reducido tamaño de los diferentes grupos celtíberos hacía necesario este tipo de pactos para poder sobrevivir. Los mismos romanos, en función del carácter sagrado que los celtíberos otorgaban a los pactos, se beneficiarían profundamente del hospitium, que se convirtió, así, en un vehículo romanizador más.

    Es cierto, por otra parte, tal y como señalas, que este tipo de aspectos de la vida y costumbres de nuestros ancestros pueden ofrecer mucho juego en el plano novelesco, desde la heroica resistencia ante Roma, como en su día le sucedió a Sagunto, hasta la idiosincrasia religiosa y militar de estos pueblos. Sin embargo, parece que vende más ocuparse de las típicas novelas y películas (a)históricas, hechas por los americanos sin darle tanta importancia al rigor histórico como a los efectos especiales. Disculpa la charla, Juan, espero que no demasiado soporífera.

    Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...