jueves, 16 de junio de 2011

Indignado (y mucho)

Vaya por delante que estoy en contra de la violencia, según reza el cartel de este blog. De toda la violencia, sin excepción, salvo, quizá, la que uno se vea obligado a realizar para la propia y legítima defensa. No es que sea pacifista, pero sí pacífico. Y es que existen muchos tipos de violencia, no solamente la aparente y grosera, sino también otra, más sutil, más artera, tanto que es a menudo confundida con la complacencia e incluso con la munificencia o el evergetismo.

Ahora, tras siglos, milenios incluso, de soportar la violencia institucionalizada por parte de una infinidad de sistemas, leo en las noticias (esa nueva ambrosía que los medios, brazos ejecutores del sistema, arrojan como alimento a la borreguería, y es que la mayor parte de los titulares están generados por y desde el poder) que algunos políticos reprochan a varios grupos de incontrolados actuar con extrema violencia al impedirles el acceso a su santuario, parlamentaria guarida de bichos democráticamente elegidos por eso que es el pueblo, del que todos formamos parte, pero unos más que otros. Claman justicia estos políticos de mentira, sin duda porque esa violencia les afecta ahora directa y personalmente, porque se sienten humillados. El presidente Mas pide castigo ejemplar para los violentos y les acusa de actuar según las estrategias de la kale borroca, hay que joderse. Este Mas es simplemente un cretino, no sólo por ser político, sino por ser además gilipollas, o gilipollos (huy lo que he dicho, quizá debería haberme mordido la lengua, porque no tengo inmunidad parlamentaria y pueden mandar a las fuerzas del orden a ejercer violencia contra mi persona humana). Su secuaz el Consejero de Interior dice que los indignados tenían ganas de armar una batalla campal. Se ceban ahora los políticos con estos violentos de la impotencia. Reniego de esta casta política faraónica, de esta tierra soez y subdesarrollada habitada por mendrugos y troncos, y de la secta vaticana.

Se quejan porque les duele. Pero, ¿acaso no le duele más y mejor a esa familia desahuciada por orden judicial, con agente del juzgado, policía y sicario del banco a la puerta de su casa a las nueve de la mañana? ¿En este caso, la aplicación de la ley está exenta de violencia, máxime cuando sus consecuencias son condenar a una familia a la indigencia, si no al alcoholismo o al suicidio? No exagero. Sé de qué hablo. ¿Les dolerá menos, por ventura, a los miles de obreros despedidos por una empresa que, sin atisbo de vergüenza, admite beneficios tan campante? Vaya, vaya, con la violencia…

Que se anden con ojo estos indignados tan violentos, porque puede caer sobre ellos todo el peso de la violencia legal, esa que ampara el Código Penal en sus artículo 493 y siguientes para quienes intimiden o amenacen a sus señorías en su sagrada misión legislativa. Y hablando de leyes, ya podían aprobar los parlamentarios una que obligara a los poderes públicos (sin violencia, eso sí) a cumplir y hacer cumplir el resto del ordenamiento jurídico en todos los casos y en su amplia extensión, y no sólo cuando interesa a tal o cual político, juez o facineroso de turno. Podían comenzar por la propia Constitución…, ah, no, que sólo es una declaración de (buenas) intenciones… Pero, claro, todas estas disquisiciones no son más que utopías sin sentido, porque mientras haya un rebaño –quiero decir cuerpo– electoral balando los disparates y privilegios de la casta política tendremos lo que nos merecemos, que no es gran cosa. Y gracias.

Por si no quedó bien claro, repito que no soy partidario de la violencia, entre otras cosas porque poco o nada arregla, que lo sujeto por temor se desata con amor, y por más que Ortega asegurara que era la última ratio, refugio ahora, quizá, de los indignados que ven cómo aquellos que deberían velar por el bienestar general se lucran, haciendo, además, ostentación de ello. Unos indignados, por muchos motivos y aunque la mayoría no acampemos en ninguna plaza, que vemos cómo la vida transcurre al margen de nosotros y de nuestros intereses más humanos, entre índices bursátiles, plusvalías, mercados, primas de riesgo… ¿de qué coño nos están hablando?

Es posible entender al otro y lo que hace aunque no compartamos necesariamente su modo de actuar. Entre otras cosas porque, en cualquier momento, uno mismo puede pasar a ser el otro. Pero, sea como sea, estoy indignado, y cabreado, y asqueado, y desesperanzado, y cabizbajo, y harto. ¿Para qué escribimos?, se preguntaba el otro día Joselu. Qué sé yo… Muchos para expresarse, para dar salida a sus sentimientos y deseos; algunos para alimentar su ego; otros para entretenerse; unos más, pocos, para ganarse la vida… pero, en mi caso, está claro, amigo: para cagarme en la puta que parió todo esto… porque soy un miserable cobarde que se sienta en su sillón para escribir y seguir sin hacer nada…

8 comentarios:

  1. Hoy he asistido a una asamblea vecinal. De ello hablaré en el blog. Nos quitan servicios médicos esenciales. Había gente, pero no los principales implicados pues nos eliminan el servicio de pediatría. Faltaban padres, estaba la gente del barrio de toda la vida, la que luchó históricamente para mejorarlo. No estaban los nuevos. Esto es importante, Javier, participar en las redes locales (vecinos, asociación de padres del colegio, centros cívicos...) Ayer mi psiquiatra me decía que habíamos de estar preparados para lo que va a venir y me comentaba que en Estados Unidos había personas de ochenta y tantos años trabajando en una hamburguesería pues con toda la movida financiera habían perdido totalmente su pensión. No cabe cerrarse y decir yo no sabía nada. Sabemos. No sé si somos indignados pero me gusta la palabra aunque sea despectiva.

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  2. Decir es hacer, y a veces de un modo más efectivo y contundente que lo que entendemos por acción. Por otro lado, este Mas que ahora se unge con los aceites del victimismo, ¿qué dijo cuando los cachorros del soberanismo atacaron a Arcadi Espada, el creador de Ciudadanos? ¿Qué dijo cuando a Rosa Díez la acorralaron esos mismos cachorros rabiosos en sede universitaria? ¿Qué dijo el orondo López Tena, que se siente doblemente insultado porque lo hicieron en castellano, cuando su lugarteniente amenazó de muerte al diputado Rivera, de C's?
    Sí, buena parte del discurso político es un semillero de monstruos.

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  3. A estos políticos lo que les gusta es que los indignados estén en la plaza y que vayan pasando la fregona por el pavimento, si la protesta va más allá, dicen que es violencia, guerrilla urbana o kale borroka, violencia en la calle; ejerciendo ellos, en cambio, la violencia de los recortes desde dentro de los parlamentos de la venganza.
    Salud
    Francesc Cornadó

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  4. Joselu, te he contestado en parte en la entrada de tu blog, pero, en esencia, repito aquí que sería un gravísimo error por parte de los políticos proceder al recorte de los beneficios sociales del conjunto de los ciudadanos. Máxime, si cabe, teniendo en cuenta que ellos no renuncian prácticamente a nada, y siguen disfrutando de todos los privilegios -injustos, por otra parte- inherentes al cargo.

    La casta política se autoprotege sin importarles cuán costoso resulte a la sociedad. Tienen el poder de legislar en sus manos, y lo hacen de manera contundente, sacralizando sus prerrogativas económicas y protocolarias hasta la indecencia, no sólo por estar en medio de una crisis financiera feroz, sino en cualquier otra circunstancia, incluso de bonanza económica. Un servidor de lo público no debe contar con más privilegios que un empleado cualquiera, pues bastante gozoso debería ser actuar en aquello que les gusta, ¿o no les agradaría tanto si desaparecieran todas sus regalías?

    Un abrazo.

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  5. Gracias, Juan, por el aliento. A veces olvido que es la palabra la que se halla tras la obra, al menos en la mayor parte de las ocasiones. Y ese olvido hace que el sentimiento de frustración y desánimo se acreciente. A veces, también, desearía hablar menos -o escribir, vaya- y pasar a ser un obrero de lo manual, para, con mis manos, regar de estiercol los aposentos políticos, aunque ellos quizá no notarían un olor diferente.

    El doble rasero es un arma política de lo más eficaz. Eso, y el pronto olvido del que hacen gala cuando interesa.

    Un abrazo.

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  6. No sé, Francesc, si se atreverán a recortar tanto como, según los mercados, es necesario para... ¿para qué, por cierto? Mi ignorancia acerca de este tinglado económico-financiero es tal que me asusta, pues no soy capaz de entender que a un país entero le puedan embargar como si se tratara de un deshauciado de infantería. ¿Si Grecia no es capaz de hacer frente a su deuda ya no le dejarán jugar más al monopoly en el selecto club europeo? Ni puta idea.

    Un abrazo.

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  7. Buenas, acabo de llegar a su particular lucha de manos de otro eterno luchador.
    Creo que el "pasotismo" de muchos es un acto de observación, de reflexión... escribir es una de las mejores maneras de pararse a pensar, de analizar, de contrastar opiniones, sensaciones y miedos... y el cambio que se intuye da mucho miedo... Yo, al menos, lo veo cada vez más claro.
    El cambio que necesita el Mundo requerirá mucha sabia humana, ejercitada o derramada. Pasar a la acción sin un previo acto de raciocinio me parece bastante irresponsable. Antes de "actuar" hay que saber y preparar a todo el mundo para asumir lo que el cambio pueda requerir... que no será poco.
    Y se necesita un cambio global. Esto ha superado fronteras, idiomas y océanos y vamos todos en la misma barca.
    El "poder" no cederá ni un ápice de su poder... jamás lo ha hecho.
    Saludos, y a afilar el lápiz, de momento.

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  8. Antonio, sé bienvenido a este espacio de libertad y debate. La vida es cambio, todo fluye, no inventamos, tan sólo reutilizamos. Al menos sistemas y conceptos. En eso sí somos ecológicos... Y por eso intuyo que volverán tiempos oscuros para el pensamiento y la dignidad de las personas, a menos que seamos capaces de acomodar nuestro deseo al deseo común, nuestras emociones al bienestar del todo del que formamos parte, por más que nuestro irracionalismo -que no individualismo- nos aleje unos de otros.

    Los derechos deben ser tomados al asalto cuando fracasa el diálogo. Y entonces no servirá de nada el aleccionamiento, porque la alienación global del ser humano es más fuerte que cualquier otra consideración. Entonces sólo atenderemos al silbato del kapo o al del pastor, que azuzará sus perros con piedras teledirigidas. Qué dramático estoy, ¿no? En fin, seguro que no estoy tan solo en mis ideas como antes de escribirlas, pues es cierto que la palabra es acción.

    Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...