sábado, 6 de agosto de 2011

Ayer

Vas girando, poeta,
en tus ruedas de viento.
Se ve tu silueta oscura,
lóbrega y perdida
como si algo te faltara...
Escucho tus pasos,
oigo cómo te acercas,
te veo pasar.
Haces acto de presencia
de espaldas y en silencio.
Fraguas rojez
en los ojos de la melancolía.
Fronda que llora
la lejanía de un río
que humedezca el corazón
y su raíz.
Todo el paisaje
se ha vuelto parador
de tus gritos
que orbitaban la tierra.
Salpicas el muro
que soy
con lamentos que esponjan la piedra,
y ni una grieta del muro
se abrió
ni el polvo quiso tu llanto,
siquiera
te fuiste...
quedando dentro, dentro...

                                             Y. M. S.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...