jueves, 1 de diciembre de 2011

Pérdidas (o ¿de qué se reirán?)

 No es que vuelva por mis fueros y trate de ser ahora escéptico, crítico, analítico o cualquier otro ico. No van por ahí los tiros. Los políticos hace tiempo que dejaron de impresionarme –no así la res publica, ojo, cosa digna y seria como pocas–, ni con sus lisonjas, ni con sus llamadas a la unidad, ni con sus tremebundas y apocalípticas visiones sanjuaneras, ni, desgraciadamente, con sus devaneos con el poder mismo. En los Estados Unidos, por poner un ejemplo odioso, si a un político se le aventa un lío de faldas o drogas de hace veinte años ya puede darse por muerto o moribundo, que allí son muy puritanos. En España, en cambio, somos mucho más permisivos y democráticos, y no está ni siquiera mal visto que cada cual haga de su capa un sayo –políticos incluidos–, o un saco, y meta en él cuanto pueda y le dejen los demás. Y aquí se deja mucho, mucho.

Decía, entonces, que no quiere uno meterse en jaleos demagógicos y demás, ni hacerle el juego a tanto chiripitifláutico de pacotilla aportando tal o cual sesudo y meditado y sostenido punto de vista. Que ya tiene el país suficientes asesores, ya… Lo que toca hoy es, además de a rebato por la infamia perpetrada, denunciar, desde esta misérrima tribuna, no el mal hacer y peor decir de estos políticos nuestros, sino su impresionante caradura, su jeta hociqueante, su mala baba perruna y el desdén con el que nos contemplan desde su atalaya, sabedores de nuestra desidia, nuestra incapacidad para fusilarlos y, en muchísimos casos, la envidia asquerosa que despiertan entre la chusma que somos.

Superados la campaña electoral, el día de reflexión, la noche tensa hasta conocer los primeros resultados oficiales tras los sondeos, los suspiros de los ganadores, la rabia de quienes se sintieron perdedores y tantas otras cosas… ¿qué queda? Cree el españolito medio, el mediano, el mediocre, a fin de cuentas, que los deberes están hechos; que dado el poder a unos en vez de a otros –¿realmente importa eso algo?–, la cosa, muy mala hasta ahora, entrará en vías de solución. El enfermo abandonará la UVI gracias al Dr. Pepé, que es muy listo y espabilado y conoce muchas recetas.

Pero tampoco quiero ir por ahí. NO. Me desvío involuntariamente del asunto. Suele pasar cuando te pones a escribir con el estómago en vez de con la cabeza, cuando vas inventando el guión sobre la marcha, cuando no valen esquemas ni mandangas (qué curioso, he tenido que escribir mandangas dos veces, no, tres, porque el puto corrector lo había sustituido por mandingas, hay que ver), cuando estás hasta los esfínteres… Al grano, que al final no me va a caber lo que realmente quería hoy contar…

Perdió el PSOE –por cierto, y perdonen de nuevo el inciso, pero estas siglas andan algo caducas, quizá los nuevos jefes de esta mafia deberían actualizarlas, porque ya me dirán dónde coño cabe lo de Socialista y lo de Obrero, así que mejor lo dejan en Partido Español y ya, o en Partido Impopular, que también– las elecciones del día de autos, 20 de noviembre de 2011. No es la primera vez ni será la última. En eso consiste el juego democrático: quítate tú para ponerme yo. Perdió el poder como partido político, como grupo redundante de poder, y esa noche hubo caras largas en Ferraz, caras lúgubres, más por no haber ganado que por haber perdido. Pero, pasado el disgusto, que ya conocían hace tiempo, por otro lado, ¿perdieron algo más, sus líderes? La dignidad política no, pues dudo de que la hubieran alcanzado alguna vez. El poder del que siguen bebiendo tampoco, pues la alternancia está asegurada por ley. Ahora no mandan tanto, pero siguen disfrutando de prerrogativas y privilegios que ya quisiéramos usted y yo. Bueno, usted a lo mejor no…

¿Qué habrán perdido, entonces? Después del susto los he visto en conciliábulo tan contentos, a ver cómo siguen repartiéndose el pastel, esta vez en clave interna, de partido, pero que igualmente tiene su reflejo afuera: quítate tú… Sus caras sonrientes mientras dan explicaciones me hacen dudar aún más de ellos, de sus intenciones y de su dignidad. Cínicamente se ríen mientras gran parte de la sociedad, con ellos en el poder o en la oposición, tanto da, sangra… ¿De qué se alegran, cuando deberían estar llorando, ellos y quienes les toman el apetecido relevo? ¿Es motivo de risa la situación de postración en que se encuentran no ya millones de españoles sino el país entero, incluso en un contexto internacional desfavorable? ¿Puede la penuria de sus conciudadanos ser motivo de sonrisa? ¿Puede? Que me lo expliquen, a mí personalmente, que soy uno más de los habitantes de este país, pero no uno menos. Pero, a estas alturas, mi voto, ese que no deposité en ninguna urna, ya no les interesa lo más mínimo… Será dentro de cuatro años cuando volverán a por él, deshaciéndose en explicaciones, engañando, difamando, arrastrándose si es preciso, con cara seria y rezumando dignidad y olor a colonia cara…

Los políticos –del PSOE en este caso, pero pongan en su lugar cualesquiera siglas– no han perdido gran cosa. Algunos hasta han ganado bastante. Siguen en su papel, trazando planes, con coches y despachos oficiales, viajando y comiendo, y mucho y bien, a costa del erario público, a costa de todos, mientras que usted, o yo, si perdemos el empleo, sin necesidad de que haya elecciones ni nada, empezaremos a tener problemas. Ya lo pasamos mal incluso trabajando… ¿Qué nos han dado a cambio, qué han ofrecido que merezca los privilegios que disfrutan? El poder atrae, tanto que incluso se llega a pagar por ejercerlo, como sucedía en ciertas épocas romanas…

Reestructurarán el partido, o no; elegirán nuevo secretario general, o viejo, quitarán a unos y pondrán a otros, para que todos tengan algo que llevarse a la boca, y a correr. A preparar la siguiente campaña, y mientras a medrar, que son dos días, y ya hemos perdido uno; entre sonrisas, palmadas en la espalda y aplausos, muchos aplausos. Por eso se reían inmediatamente después de la fatídica cita electoral. Es como cuando se asiste a un funeral por un familiar al que no se tiene en demasiada estima: corpore insepulto ya afloran las bromas y la risa floja, mientras el resto de los asistentes, que a lo mejor sí querían al finado, lloran desconsolados. Así, creo yo, ven los políticos al país.

Políticos, financieros, inversores… son como inmensos macrófagos no sujetos a la disciplina del sistema inmune y dotados por mutación social de una procaz polidactilia que los hace especialmente aptos para cogerlo todo, y todo, en fin, devorarlo ansiosamente.

20 comentarios:

  1. Sólo pueden reírse de nosotros y por complacencia de lo bien que "han actuado" en la representación de la campaña. Han fruncido el ceño cuando convenía, han mouriñado cuano tocaba (meter el dedo en el ojo al adversario, se entiende), han amenazado a todas horas y, finalmente, han ascendido a las glorias del éxtasis religioso en los mítines de cierre -en algunos casos de apaga y vámonos- de campaña.
    Por otro lado, el de la benevolencia que intenta hacer sangre de tantas heridas abiertas, se dice uno que siempre es mejor que haya una sonrisa de sana aceptación de la derrota que un tirarse al monte para defender lo que, en última instancia, sería una imposición totalitaria. Con todo, ríen en exceso tras un varapalo que los ha dejado en la cuesta abajo de la insignificancia política, y mens aún aquí en Cataluña, por el empecinamiento nacionalista sin querer renunciar al socialismo, lo que, como bien se sabe, engendró una de las peores pesadillas europeas.
    Conviene abrir los partidos a la sociedad. Crear listas abiertas -debería defenderlas el PSOE el primero-, convertir España en una circunscripción única, para respetar que todos los votos valgan lo mismo y que cada hijo de vecino pudiera votar a quien le diera la gana en todos los territorios de España, sin barreras provinciales o autonómicas. Permitir que, inscribiéndose, los simmpatizantes pudieran votar en las primarias de los partidos, que los partidos no sean de exdclusiva propiedad de los militantes, porque su tarea se ejerce sobre la totalidad de los votantes. En fin, que hay algunas alternativas a lo establecido que pueden generar no poca ilusión entre los votantes.

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  2. Lo malo de todo lo que decimos, Juan, es que no parece haber nadie realmente interesado en poner en marcha tan novedosas ideas. Sí, ya sé que los pequeños partidos lo tienen en cartera, pero mucho me temo -quizá el descreimiento sea tan pernicioso como la excesiva credulidad- que, subidos al carro del que nadie sino nosotros tira, sólo se ocupen, ya, de seguirnos arreando, grey gregaria y sumisa que todo lo acepta, que todo lo admite menos que nos llamen tontos a la cara, con todas las palabras. Y de no hacerlo se cuidan muy bien nuestros representantes.

    ¡Qué le vamos a hacer! Somos tan bárbaros como envidiosos y analfabetos, futuro país terciario donde se recojan los afables jubilados, ellos sí, europeos. Muy a menudo pienso que no podemos tener remedio, que no merecemos tenerlo, por caciques y ruines. Bueno, lo dejo que se me viene la vena hinchada...

    Un abrazo.

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  3. Amigo Profesor Don Javier,

    Tengo que manifestarle que ha sido un auténtico placer, grande placer, tener la oportunidad de leer el texto que ha redactado Vd., tanto por el contenido, que comparto en su totalidad, como por la forma, sublime y definitivamente perfecta redacción, cosa que se agradece mucho en estos tiempos, en los que uno tiene que soportar el martilleo constante de faltas de ortografía y de corrección en casi todo lo que lee, sobre todo en el mundo cibernético. Y es que ahora es demasiada la gente que se ve con derecho a escribir, y muchas veces lo hacen sin tener la menor idea de lo que es escribir bien. Es éste el motivo por el que un escrito como el de Vd. se saborea a plenitud.

    Dicho esto –coletilla que suele utilizar más de un contertulio de Derechas, sin que ello signifique que yo lo sea, en sus intervenciones en la Radio-, paso ahora al contenido: ha puesto Vd. patas arriba, amigo Javier, a todo el mangoneo de los Políticos, y ha desenmascarado la payasada de unas elecciones que se pretenden democráticas, cuando, en realidad, lo que son es una especie de cacería salvaje, en la que los protagonistas lo único a lo que aspiran  es a apoltronarse en el sillón correspondiente, para poder seguir manteniendo su status de buenos sueldos y prebendas, equivalentes o sinónimos, la mayoría de las veces, al latrocinio puro y simple, porque eso es de lo que más entienden ahora muchos de los que detentan el Poder.

    A la mayoría de ellos le importa un comino, por no decir una mierda, con perdón por la expresión, la que todos consideramos res publica, res publica que ya no es de todos, sino sólo de unos cuantos, que, casualmente, siempre son los mismos, aunque se cambien de nombre, porque ¿qué diferencia hay de facto entre el PSOE y el PP? Todos los que todavía conservamos algunas luces, a pesar de todo, sabemos que, en el fondo, unos y otros pretenden lo mismo: seguir ellos disfrutando de una posición privilegiada y que los demás seamos, o sus esclavos, o los siervos de la gleba.

    No lo dicen, pero actúan como si en una Sociedad Medieval estuviésemos, en la que unos –muy pocos- tienen todos los privilegios, y otros –la mayoría- tenemos que soportar la carga de sacar adelante, no ya la res publica, sino el patrimonio y la buena posición de esos privilegiados.

    Luego, cuando nos pasamos a lo que oímos en el Parlamento o en los debates electorales, uno se da cuenta de que, desde la res publica Romana hasta hoy, es mucho lo que hemos perdido, porque entonces los había que sabían pronunciar discursos con la intención, y la capacidad, de convencer al adversario, sin que prevaleciese más la posición y el status del orador que la buena textura y forma del discurso. Para poner un ejemplo, recuerdo ahora el discurso pronunciado por Marcus Porcius Cato, Cato Maior, todo un cónsul, en el 195 aC, discurso bien hecho y fundamentado, a propósito de la Lex Oppia, que fue contestado con no menor calidad y contundencia por L. Valerius, un tribuno de la plebe. Pues bien, prevaleció la opinión de plebeyo tribuno contra la del noble cónsul.

    Contrariamente ahora, ya casi nadie sabe hablar con elegancia, entre los Políticos, claro, y ya nadie convence a nadie, porque nadie escucha a nadie: todo lo que se produce en la Política es una payasada, una chirigota, una pantomima, por no decir otra vez una m…

    Aquí, en Política, habría que recordar que ahora estamos en una Sociedad más que idólatra, porque han vuelto muchos al monoteísmo, del que, a lo mejor, nunca salieron: ahora el ídolo, o el dios, se llama dinero y ambición personal.

    ¡Menos mal que todavía quedamos algunos, entre los que me incluyo, que somos conscientes de que a los ídolos hay que derribarlo, a todos!

    Mi felicitación, amigo Javier, por este texto, y un gran abrazo.

    Antonio

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  4. Sobre los ciudadanos descansa el peso grave de la responsabilidad, Antonio. Saber ejercerla no es cosa baladí, y muy frecuentemente hacemos dejación tanto de ella como de los derechos que nos amparan. Delegamos en quienes deberían en justicia representarnos, unos con la convicción de que sabrán ser merecedores de tal confianza, y otros, en no menor número, con la esperanza de eludir, de esta forma, cualquier atisbo de esa misma responsabilidad que graciosamente transfieren a los políticos.

    La experiencia viene tozudamente a confirmarnos que ni unos ni otros acertamos en nuestra decisión. Entre defraudados y sometidos andamos de la mano por no perdernos, pero a ciegas. Periclitan los imperios, las repúblicas y los sistemas políticos que los amparan, pero nunca concluye la estupidez humana, siempre presta a conferir nuevo crédito a nuevos mesías. Ahí, creo, radica el triunfo de la religión, y, por supuesto, el de los políticos.

    Gracias, Antonio, por su acertado comentario, y reciba un fuerte abrazo.

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  5. Amigo Profesor Don Javier,

    Leo en su último comentario:

    La experiencia viene tozudamente a confirmarnos que ni unos ni otros acertamos en nuestra decisión. Entre defraudados y sometidos andamos de la mano por no perdernos, pero a ciegas.

    Veo en esa frase algo en lo que discrepo, aún a riesgo de pecar de inmodestia por mi parte. Yo substituiría el

    acertamos,,,  nuestra... andamos,,, perdernos
    por
    aciertan... su... andan... perderse

    porque, a mi entender, ni Vd. ni yo formamos parte de esa turba de indocumentados y desconocedores de la Realidad, ya que, por lo que se refiere a mí, ya no recuerdo cuál fue la última vez que participé en la pantomima de los votos, y creo que a Vd., por lo que sé e interpreto, le pasa lo mismo.

    No obstante, no hay que perder de vista, la frase bíblica:

    Stultorum infinitus est numerus
    [El número de los necios es infinito]

    La frase se encontraba en la Antiqua Vulgata, (La traducción de la Biblia al Latín del Hebreo por San Jerónimo), porque fue eliminada de la Nova Vulgata a raíz del Concilio Vaticano II [Ecclesiastes, I, 15]), veinte veces por lo menos citada por Tomás de Aquino.

    Le envío, como siempre, mi admiración y un gran abrazo,

    Antonio

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  6. Antonio, probablemente no formemos parte de la tal masa que usted describe, y le pido disculpas por el atrevimiento, que en absoluto pretende ir en su demérito, pero yo me acostumbré, desde crío, a contarme entre los demás, siquiera sea nominalmente ya que no en esencia, más buscando el anonimato que la salvaguarda de mis principios y valores, que, por suerte, tengo a buen recaudo.

    Por otra parte, conviene a mis planteamientos esenciales, al buen nombre de este cuaderno y a sus intereses no espurios, el uso, siempre que proceda, del plural mayestático en mis escritos (en su vertiente más humilde), no tanto por proteger mi reputación, de la que carezco, como por no herir la sensibilidad de ningún lector, cosa abominable. Es verdad que no se puede escribir a gusto de todos, y tampoco es esa mi pretensión, pero, al menos, procuro que de mi pluma no salgan ofensas gratuitas sino certezas corroboradas. Y en esa tarea debo, a veces, incluirme por no perjudicar a otros unas veces, y por merecer estar en el mismo y masificado saco otras.

    No obstante, en absoluto le incluyo a usted, efectivamente buen conocedor de la realidad que nos envuelve, en tales disquisiciones, y le expreso mis disculpas si así lo ha creído entender. Cuando lea usted nosotros en esta Raza de Caín, le ruego que lo interprete en el sentido en que he tratado de explicarlo, aunque sea sin acierto.

    Para concluir, dada mi falta de fe (no sólo en los hombres), prefiero la cita ciceroniana a la bíblica: "Stultorum plena sunt omnia", Epistola ad familiares, 9.22.4.

    Un abrazo.

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  7. Amigo Javier,

    Impecable y sensato es su comentario en contenido y forma. Tenga por seguro que es un placer exquisito compartir ideas con Vd., y también que en ningún momento me he sentido ni aludido ni molesto por lo que Vd. ha escrito. Al contrario, es muy gratificante que Vd. me tenga en consideración.

    Tomo buena nota de la forma que tiene Vd. de expresarse, porque es de una exquisitez suprema su capacidad para simpatizar con todos los que sea posible, evitando siempre la fácil palabra y la descalificación insensata.

    He comprobado gustosamente que, leyendo lo que Vd. escribe, siempre se aprende algo nuevo.

    Insisto en que comparto la totalidad de sus opiniones, que, con su permiso, me apropio en lo que de bueno tienen, que es en su totalidad.

    Le envío un abrazo y Buenas noches.

    Antonio

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  8. No estoy de acuerdo con las descalificaciones genéricas o generalizantes -que al final terminan por entenderse como totales o "totalizantes"- que abundan tanto en el artículo de Javier como en los comentarios posteriores. Cuando algún día -espero que nunca- dejemos de tener elecciones, nos echaremos las manos a la cabeza y nos quejaremos de la dictadura (del tipo que fuere) que nos haya tocado vivir (quizás lo estén pensando ya en Grecia o Italia, sin ir más lejos). Lo que corresponde en estos momentos (y en todo momento, por otro lado) es votar en conciencia a quien se acerque más a nuestras preferencias, y dejarle hacer, al tiempo que se le controla por medio de asociaciones y organizaciones fuera del ámbito de los partidos políticos -se me ocurre-. Si falla más de la cuenta -porque pensar que va a atinar, según nuestra opinión, en todas las actuaciones sería algo fuera de cualquier lógica- se vota a otros. Y dejemos de limitarnos a PP y PSOE. Hay otras muchas opciones. Y, si no, pues nos ponemos cada cual a crearla y a dejar de quejarnos de los 'políticos' como si fueran entes abstractos. ¿Por qué no ha votado medio país a Equo, por ejemplo, ya que estamos tan cansados de 'estos políticos'? Que conste que yo no lo he hecho: lo digo como un mero comentario dirigido a los que estáis hartos de 'estos políticos'. ¿Es que el PSOE ha hecho TODO mal (menciono ley de la dependencia -con todo el problema de la financiación, efectivamente...- final de ETA (ya veremos, pero por ahora...), ley de memoria histórica (¿queremos seguir olvidándonos de los muertos de la Guerra Civil y no de los muertos por el terrorismo?). Vale, tenemos 5 millones de parados y una crisis que alcanza a gran parte de la población, pero... ¿ES QUE NO HAY OTRA COSA EN ESTE PAÍS QUE LA CRISIS ECONÓMICA? ¿Y dónde estaban las críticas cuando se repartieron 400 euros a todo perro pichichi, sin tener en cuenta su renta (miento: a los que no llegaban a un cierto nivel de renta NO SE LES DIERON ESOS 400 EUROS)? Considero que ahora mismo lo más importante es la crisis y el paro, pero, insisto: ¿es lo único que cuenta? Hay corrupción, pero... ¿alcanza a todos los políticos? ¿Lo SABEMOS realmente? TODOS LOS FUNCIONARIOS son unos vividores, dice mucha gente que no es funcionaria, pero aquellos que lo somos sabemos que no es así. ¿Por qué en el caso de los políticos aplicamos lo que no nos gusta que nos digan a los funcionarios, considerados en su totalidad? Lo dicho, cada vez estoy más cansado de las generalizaciones (="totalizaciones") contra los políticos, los jóvenes, los catalanes, los franceses, los de derechas, los de izquierdas, los estudiantes, los funcionarios, las feministas... como si nosotros fuéramos la reserva espiritual de la Humanidad.

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  9. Respuesta a Requejo (1)

    Derecho tienes a disentir, Requejo, es beneficio que te otorga la democracia, esa tan imperfecta a la que someto a continua crítica. Y acertado estás en tus apreciaciones generales: tiendo en mis escritos, quizá en exceso, a generalizar. Pero eso, ni es malo ni bueno en sí mismo, por más que pueda gustar más o menos a los lectores.

    Resulta, sin embargo, que, por mor del sistema estadístico que recoge todos los sucesos, eventos, datos, prospecciones, sondeos, resultados, análisis, estudios y demás acontecimientos que ahora olvido, frecuentemente es necesario generalizar, so pena de caer en graves contradicciones y listados interminables de casos concretos y particulares para los que no solemos tener tiempo, ni yo para confeccionarlos ni nadie para leerlos.

    Es verdad que hay políticos honestos, cumplidores de su elevada misión, y que los hay tanto en un partido -el que sea- como en otro. Quizá sería más correcto elogiarlos en estas páginas, referirme a ellos para ensalzarlos y elevarlos a la gloria... Pero, como bien sabes, hay en todo individuo una tendencia extrema a la crítica antes que al laudo. Y, a fin de cuentas, nos hacen más daño los políticos corruptos, ineficaces y paternalistas que en España son que bien los pocos merecedores de nuestro aplauso. Por eso se tiende a generalizar, porque destaca, y mucho, por encima de lo bueno lo malo. Por otra parte, no creo que cumplir con corrección la tarea encomendada deba ser motivo de elogio o ensalzamiento, mientras que no cumplirla, o burlarla alevosamente debe ser, en la modesta opinión de este escribidor, denunciada, delatada y condenada. Y en ello estoy (o estamos), y por eso es tan fácil caer en la generalización que te desagrada, porque, realmente, son muchísimos más los que merecen crítica que los que se han ganado nuestro respeto a lo largo de estos años en democracia.

    Por cierto, esa democracia que tan a ultranza defiendes haciendo uso de tu derecho al voto, cosa respetable e incluso encomiable, es un sistema imperfecto que deberíamos cambiar. Pero, ¿cómo hacerlo cuando prácticamente siete de cada 10 electores siguen apostando por él? Los partidos tan pequeños como para no levantar pasiones no parecen ninguna solución para ser receptores del voto desencantado, porque no logran movilizar masas. Y hoy, si no configuras un partido de masas, seguirás siendo, o pareciendo, que tanto da, un bicho raro.

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  10. Respuesta a Requejo (2)

    Es también cierto, como dices, que el PSOE (PE, como prefiero llamarlo ya) hizo cosas buenas; ¡Cómo no, entre tanta metedura de pata! Algunas hizo también el PP cuando gobernó, si hemos de ser sinceros. Pero eso se les presupone, porque eso es lo que machaconamente, en campaña electoral, dicen que van a a hacer, aunque al final se reduzca a un mínimo porcentaje de su programa aquello que realmente llevan a cabo. De ahí, también, se infieren mis generalización, porque la mayor parte de las cosas que dicen, sin ser mentira, no son, en absoluto, ciertas. Tampoco veo que sus señorías de esos partidos pequeños, siquiera sea como gesto, renuncien a los privilegios que las cámaras ponen a su disposición.

    La democracia concede demasiadas facilidades al truhán en España, y muchos políticos -no todos, vale- lo son por definición. Aquí, al contrario que en otros países de mayor sentido común, ser demócrata viene a ser sinónimo de dos cosas: o eres tonto o un vividor. Por eso me manifiesto en contra de esta democracia. Quizá sería preferible un sistema rotatorio de acceso al poder político, para que cada partido, de verdad, demostrara qué está dispuesto a hacer y qué no. Y al político que meta la mano en la cosa pública, cortársela a la sarracena manera.

    No es mi intención, Requejo, moralizar ni dar lecciones a nadie, que cada uno ya tiene las suyas. Me conoces, o eso creo, y sabes que no me gusta el proselitismo, antes prefiero la soledad de quien escribe cantos de sirena infecundos. Pero, como cualquiera, tengo derecho a hacerlo. Y a equivocarme, si procede.

    Agradezco tu presencia en este espacio de crítica, diálogo y poco más, porque con tus opiniones lo enriqueces y haces que siga mereciendo la pena escribir algo, lo que, a fin de cuentas, es otra forma de beligerar, de estar en la trinchera, de no permanecer inane ante aquellos que nos arrolla sin remisión...

    Un abrazo.

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  11. El tono general de mi crítica va dirigido en el sentido de que, lamentablemente, el generalizar lleva a la totalización. Porque se nota en el ambiente: aunque siempre que se dice "bueno, sí es verdad que hay políticos honestos y trabajadores, pero la mayoría no lo son; es digno de resaltar la presencia de tales y tales políticos que se salen de la norma..." o "sí es cierto que los gobiernos / las oposiciones no siempre actúan mal; pongamos por ejemplo la ley X o la actitud de colaboración Z...", la realidad es que eso no cala en absoluto en la mentalidad de los ciudadanos. Desgraciadamente, la típica frase de "todos son iguales" o "van a lo que van: al mangoneo y a llevarse todo lo que puedan" están en el 99% de las conversaciones sobre políticos (vale, estoy suponiendo). Por eso pido, humildemente, a quienes poseen la capacidad de tener otro pensamiento más reflexivo y menos simplista (como tú, p. ej. sin ir más lejos, aunque tu influencia social sea -no quiero ofender, imagino que lo sabes- limitada) que no caigan en esas frases que reflejan unas ideas que pueden llevar a una situación indeseada de vuelta a un régimen totalitario (¿dirigido por "los de la chistera"?). Dices en tu réplica que "Los partidos tan pequeños como para no levantar pasiones no parecen ninguna solución para ser receptores del voto desencantado, porque no logran movilizar masas". ¡Pero eso no quita para que tú propugnes una solución también minoritaria (yo nunca la había oído hasta ahora!) de "acceso rotatorio al poder". Bueno, pues es una idea digna de considerar, me parece a mí. Lo que hacen falta son propuestas como esta, no críticas generalizadas. Porque la postura de no votar y quedarse en casa no lleva a nada bueno (como mucho, a mantener la situación actual, pero que eso sirva para mejorar algo, permítanme todos ustedes que lo ponga en duda).
    Finalmente, un apunte, que creo va en línea con mi argumento de que la generalización lleva a la totalización por falta de suficiente reflexión: dices que "Tampoco veo que sus señorías de esos partidos pequeños, siquiera sea como gesto, renuncien a los privilegios que las cámaras ponen a su disposición". Pues bien, en estos días ha aparecido en la prensa la siguiente noticia: "Dos diputados de IU renuncian al plan de pensiones que les da el Congreso". Y en mayo 2010: "Los diputados y senadores se bajan el sueldo un 10%, y los alcaldes hasta un 15%". Y queda por ver en qué queda a partir de ahora lo que pidió el PP en enero 2011, posiblemente llevado por la opinión pública y buscando votos (pero aún así no estaría mal): «vamos a presentar la revisión del sistema de pensiones para diputados y senadores y la eliminación de cualquier cosa que suponga un privilegio respecto del resto de los españoles» ¿No te resulta suficiente? A mí tampoco me lo parece, pero no deja de ser cierto que tu aseveración es errónea. ¿Por qué has cometido este error (tú y muchos otros ciudadanos españoles)? Lo dejo a tu reflexión.

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  12. 1/2
    Paso a comentar, y repudiar de paso, el comentario del Sr. Requejo en su tono general, que queda resumido y anticipado, como suele ser norma en los mejores textos de la Antigüedad, tales como la Ilíada, la Odisea, o la Eneida, en las palabras iniciales:

    No estoy de acuerdo con las descalificaciones genéricas o generalizantes -que al final terminan por entenderse como totales o "totalizantes"- que abundan tanto en el artículo de Javier como en los comentarios posteriores.

    Mire Vd., Sr. Requejo: ni el Profesor Don Javier ni yo mismo, aludido que me considero como comentarista, hemos generalizado en ningún momento. Simplemente nos hemos atenido a los hechos objetivos, y, si bien es cierto que vividores, estafadores, e incluso delincuentes, los hay en todas las profesiones, estadísticamente, donde más abundan los estafadores y los que utilizan su posición en provecho propio es entre la clase Política. Para cerciorarse de ello, no hay más que echarle un vistazo a cualquiera de los Periódicos que se publican en nuestro país, o conectar con cualquier canal de televisión, sea el que sea. Eso es así, y los hechos son tozudos, lo mismo que las estadísticas, y también las mulas.

    Nosotros nos hemos limitado a exponer nuestra opinión, que es tan legítima en esta supuesta democracia como lo es en cualquiera otra. Incluso más: tan legítimo y democrático es votar a uno de los grandes partidos, como votar a uno de los pequeños que no tienen posibilidades de salir representados, como votar en blanco, o simplemente no votar. Nuestra supuesta democracia admite todas esas posibilidades, legítimas todas.

    Y digo supuesta, porque en nuestra España no hay auténtica democracia, como no la hubo ni en Atenas ni en Roma, porque en ambos países estaban excluidos los metecos –los inmigrantes-, las mujeres y los esclavos. Pues aquí igual: tienen más posibilidades de ganar los que tienen más capacidad de embaucar a los votantes, porque tienen el dinero y el poder, y, consecuentemente, los medios de comunicación de masas, contando siempre con el analfabetismo y la ignorancia de los que no han tenido ni los medios ni la oportunidad de recibir una Enseñanza digna.

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  13. 2/2
    Yo estoy, en este tema, totalmente con Don Javier, y comparto sus opiniones, al tiempo que admiro su sensatez y su equilibrio a la hora de emitir opiniones. En este sentido, él es impecable, en el fondo y en la forma, que muchos somos los que sanamente envidiamos.

    Lo que pasa es que aquí, en España, hay una buena cantidad de hombres y mujeres que están embriagados –drogados- de democracia, porque se creen que lo que hay aquí es una democracia. Pues no, no es así: esto no es una democracia, es una forma diferente de Dictadura del poder y del dinero, en la que siempre mandan los mismos, aunque con diferentes máscaras, y consiguientemente, con diferentes siglas.

    Me temo yo que Vd. está políticamente contaminado, porque, por lo que me huelo, debe Vd. pertenecer a algún Partido o lo que sea, lo que le quita libertad de pensamiento y capacidad de expresión, ocurriendo todo lo contrario conmigo, por lo menos –porque tampoco quiero opinar sobre Don Javier, para no invadir su intimidad, aunque me consta de su rectitud y de su libertad-.

    Mire Vd., Sr. Requejo: la supuesta democracia no es la panacea, la democracia que tenemos aquí es sólo aparente; la democracia esta es una especie de consigna en la que se cobijan más de uno, carentes de sentido crítico y de ver más allá de sus propias narices.

    Escribo estas palabras en uso de mi libertad, porque no estoy sujeto a esclavitud de opinión alguna, y, por supuesto, en apoyo de Don Javier, apoyo que él no necesita, porque él, en su forma de ser y de opinar, es totalmente honesto e impecable, y no necesita de apoyo alguno para seguir siendo el que es, porque le sobran recursos y cualidades para todo ello.

    Le envío, Sr. Requejo, en la discrepancia casi absoluta, un afectuoso saludo, porque, en esta supuesta democracia, también son respetables sus opiniones, las de Vd., Sr. Requejo.

    Antonio Martín Ortiz
    (Funcionario público del sector Enseñanza)

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  14. Creo, Requejo, que generalizar no es totalizar, sino englobar por extensión en el mismo concepto a una multiplicidad de cosas o entidades sumamente similares, lo que en modo alguno supone la totalidad. Ahora bien, puede que con tu expresión quieras indicar que del abuso de la generalización deriva, quizá, la inclusión absoluta de todo, que defines como totalización, término que, lamentablemente, aún no recogen nuestros académicos de la Lengua, pero que deberían, pues presenta interesantes visos de contundencia. Cosa distinta es hablar de totalitarismo, tendencia pseudopolítica con la que amenazan peligrosamente los defensores de la democracia a ultranza, avisándonos de que, si no se vota, se está entregando poco a poco el poder político a facciones de esta índole. Nada más lejos de la realidad: las tiranías personalistas, dictaduras y sistemas totalitarios de gobierno eclosionaron a lo largo de la Historia como evolución natural por agotamiento de otras formas, en pausada o acelerada sucesión según cada caso. Pero nunca se dio el caso de que un régimen totalitario se impusiera a uno democrático por falta y/o indolencia de los votantes, y el ejemplo más obvio lo tenemos bien cerca: el golpe militar de 1936 se dio tras unas elecciones amparadas por auténtico fervor democrático y una participación superior al 72%. Es más, y esto ya es jugar a política-ficción, pero si un día el PSOE o el PP obtuvieran un sólo voto válido entre todos los millones de votantes del país, se declararían ganadores de las elecciones por mayoría absoluta.

    De modo que no creo que la democracia peligre por la generalización con que este escribidor describa determinadas situaciones, porque, como bien dices, mi influencia es nula. Si asistimos al ocaso del sistema democrático es porque, en realidad, nunca llegó a desarrollarse plenamente, no al menos con el rigor que el sano ejercicio democrático requiere: votar a quien realmente desees, poder pedirle cuentas directamente (no a través de la mierda esa del twiter o como se llame, que además ni siquiera contesta el interesado personalmente, imagino), despojarle de manera fulminante del cargo ante casos de presumible incumplimiento de sus obligaciones y un sinfín de medidas de todo tipo encaminadas al verdadero ejercicio de la democracia. Ya sé que durante la transición se hizo lo que se pudo y tal y eso, es al menos lo que nos venden continuamente, y no dudo de que fuera así, pero, ¡coño!, han pasado más de tres décadas y varios gobiernos con mayoría absoluta, incluso: ¿no se ha podido regular mejor, cambiar lo cambiable y ajustar el sistema para que siguiera engrasado y feliz? Pues no, porque la mayoría de los políticos han mirado para otro lado, como poco, esperando su parte del cotarro, mientras otros, no todos, claro, se dedicaban a sanear haciendas y cuentas, pero las suyas y de sus afines, no las de la mayoría. Y el gobierno de un país es cosa muy seria y digna. Si realmente son incapaces de controlar la situación, ahora, porque el poder financiero y económico les sobrepasa, que lo digan, se marchen y dejen el gobierno a una junta de salvación nacional o lo que sea, o incluso a Pepe Gotera y Otilio, que quizá no lo harían peor.

    En fin, disculpa por el desahogo, Requejo, ya sabes que tiendo a la retórica fácil, de taberna, pero creo que comprendes perfectamente lo que digo. En todo caso, a lo dicho me remito.

    ¡Ah!, por cierto, ya conocía esas noticias acerca de las buenas intenciones de ciertos partidos y políticos, pero, sin creérmelas del todo debido a la contaminación informativa, como en tantas ocasiones, dudo de su puesta real en práctica, a riesgo de equivocarme. Ignoro exactamente por qué pienso así; será, probablemente, porque algo aprendí de la experiencia previa, como cualquier animal.

    Un abrazo

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  15. Amigo Profesor Don Javier,

    Así se habla y así se escribe, como Vd. acaba de hacerlo, con claridad y contundencia, además de con razón. Eso sí que es pedagogía. Lo demás es poliquetería, verborrea, retórica de la peor calaña, propaganda insípida, explosión del "ego", narcisismo, etc., etc..

    Como dijo Catón de Útica, Catón el Joven, en un célebre discurso en el Senado Romano, según nos recuerda Salustio en su De Catilinae coniuratione, el 63 aC, a propósito de la Conjuración de Catilina, a las cosas hay que llamarlas por su nombre

    Un abrazo y Buenas Noches.

    Antonio

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  16. Javier, la foto del día parece ser un aval a tu reflexión. El llanto de la Ministra de Trabajo italiana al anunciar los durísimos recortes que van a llevar tanto dolor a miles y miles de failias es elocuente. No entendí la alegría de la victoria electoral ni, por supuesto, la aceptación sonriente de la derrota. Espero que el ejemplo de la Ministra cunda.
    Has estado clarividente, sin duda, lo que no es novedad.

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  17. Lo espero pero lo dudo, Juan. Es más, lo dudo mucho. Aquí no se estila llorar, ni pedir perdón, ni enmendar errores, ni apartarse a un lado, ni nada de lo que define la dignidad humana.

    No obstante, y al hilo de tu última frase, me gustaría señalar que es ciencia grande la hepatoscopia, tanto que ni siquiera los arúspices lograron dominarla, quizá porque reyes, senadores y tiranos no eran amigos de darles muchas segundas oportunidades. ¡Qué más quisiera este pobre transeúnte que averiguar sus entresijos verdaderos, para evitarnos tantas desdichas! Sin embargo, ni jugar con los higadillos de cualquier señoría me dejan...

    Un abrazo.

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  18. 1/2
    Desafortunado y antidemocrático, paradigma de la intolerancia en la discrepancia de opiniones, encuentro los comentarios de Antonio referidos a su vez a mis intervenciones en este blog. Lo contrario (aunque siga discrepando, como no podía ser de otro modo) diría de las respuestas de Javier, educadas y respetuosas siempre. Comento algunas de las frases de Antonio:
    Dice ud. que «vividores […] los hay en todas las profesiones, estadísticamente, donde más abundan los estafadores y los que utilizan su posición en provecho propio es entre la clase Política». ¿Qué estudio estadístico ha realizado o en qué estudio estadístico se ha basado para llegar a esta conclusión? ¿Hay más porcentaje de estafadores entre los políticos que –cada uno de acuerdo a sus posibilidades, claro- entre los profesores, los aristócratas, los escritores, los obreros, los que reciben subsidios, etc.?
    ¡No, qué va…! ¡Ud. no generaliza cuando escribe «la payasada de unas elecciones […], lo que son es una especie de cacería salvaje, en la que los protagonistas lo único a lo que aspiran es a apoltronarse en el sillón correspondiente, para poder seguir manteniendo su status de buenos sueldos y prebendas, equivalentes o sinónimos, la mayoría de las veces, al latrocinio puro y simple, porque eso es de lo que más entienden ahora muchos de los que detentan el Poder.! Lo dicho, ud. no generaliza en absoluto… (otra cosa es que tenga o no tenga razón, pero generalizar... ¡hombre...!)
    Por supuesto que es legítimo votar a A o B, o votar en blanco, o no votar. ¿He dicho yo lo contrario? Lo que OPINO es que no me parece lo más adecuado no votar. ¿Ud. no quiere votar? No seré yo quien se lo reproche. Simplemente disentiré de su acto, como podría disentir del votante de A si yo he votado a B.
    Menciona ud. el tan manido recurso al «analfabetismo y la ignorancia de los que no han tenido ni los medios ni la oportunidad de recibir una Enseñanza digna». Mire usted, si en España 2011 aún pensamos que la gente (en general, je, je, je…) es ignorante e inculta para no darse cuenta de que vota a unos estafadores mal vamos. Porque, de hecho, creo que habría una grandísima mayoría de españoles que pensarían como ustedes en este aspecto (los políticos son unos golfos, sólo están para lucrarse, etc.). Otra cosa bien distinta es que, a la hora de la verdad, se siga votando, y siempre a los mismos partidos, por una cuestión probablemente relacionada con el llamado voto útil y el que es muy fácil criticar en de boquilla, pero más difícil ponerse manos a la obra para solucionar los problemas. Pero que la mayoría de la gente desconfía de que uno u otro partido le vaya a solucionar sus problemas, a mí no me queda ninguna duda.
    Aquellos a los que usted nos llama «embriagados –drogados- de democracia» simplemente somos una exigua minoría de personas que pensamos que el sistema es correcto, y que lo que falla son las personas y el control que el pueblo debería realizar sobre sus dirigentes.

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  19. 2/2
    Y le deseo, Antonio, que mejore sus pronósticos, porque «huele» - utilizando sus propias palabras- usted bastante erróneamente, ya que no pertenezco a «ningún Partido o lo que sea» (ni he pertenecido ni creo que vaya a hacerlo), aunque RESPETE y ADMIRE a todos aquellos que pertenezcan o hayan pertenecido a uno de ellos buscando, no el provecho personal, sino mejorar la vida de sus conciudadanos. Creo que es mejor eso que realizar una crítica furibunda contra «el sistema» y NO HACER nada por que la sociedad avance y mejore. Yo también voy a hacer un pronóstico: creo que ud. es de los que piensa que el que defiende una postura es que tiene algún interés (económico, social, político…) en ello. Pues conmigo ha pinchado ud. en hueso, porque yo no me muevo por esos vericuetos. Insisto: no pertenezco a ningún Partido («o lo que sea») y no me subo al carro de lo fácil, que es criticar INDISCRIMINADAMENTE a los partidos y a sus miembros. Y cuando digo que criticar sea lo fácil no descalifico a los que lo hacen con argumentos, sino que simplemente digo eso: que es más fácil.
    Finalmente, considero bastante FALSO por su parte que termine diciendo « Le envío, Sr. Requejo, en la discrepancia casi absoluta, un afectuoso saludo, porque, en esta supuesta democracia, también son respetables sus opiniones, las de Ud., Sr. Requejo.». Pues bien, no me creo que me envíe ningún afectuoso saludo, ya que SUS PALABRAS DEMUESTRAN LO CONTRARIO. Y, por supuesto que mis opiniones son respetables: no hace falta que usted ni nadie me lo diga: Yo sé que son respetables, porque son «dignas de respeto». Mi opinión merece respeto porque la he dicho desde el respeto más absoluto a las opiniones de los demás, aunque con toda la fuerza y categoría (que usted posiblemente –yo también me parapeto en las palabras- considerará muy escasa) de que soy capaz.
    P.D. Yo también soy funcionario público. ¿Y qué quiere ud. decir con eso?

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  20. Sr. Requejo,

    Aún a sabiendas de que estoy sembrando en campo de secano, o, como dijo el poeta Horacio, Surdo canis [Cantas, hablas para un sordo], me voy a tomar la molestia de dirigirle unas palabras, abusando un poco de la hospitalidad que nos da el Profesor Don Javier García de Castro, admitiendo en su casa este tipo de diatribas, que más bien parecen una pelea de gallos que otra cosa, voy a repetir el último párrafo de su comentario, que es lo suficientemente elocuente, como para que me incite a no intentar, por inútil, argumentar nada, porque con ese texto nos ha mostrado Vd. su auténtica identidad:

    Finalmente, considero bastante FALSO por su parte que termine diciendo « Le envío, Sr. Requejo, en la discrepancia casi absoluta, un afectuoso saludo, porque, en esta supuesta democracia, también son respetables sus opiniones, las de Ud., Sr. Requejo.». Pues bien, no me creo que me envíe ningún afectuoso saludo, ya que SUS PALABRAS DEMUESTRAN LO CONTRARIO. Y, por supuesto que mis opiniones son respetables: no hace falta que usted ni nadie me lo diga: Yo sé que son respetables, porque son «dignas de respeto». Mi opinión merece respeto porque la he dicho desde el respeto más absoluto a las opiniones de los demás, aunque con toda la fuerza y categoría (que usted posiblemente –yo también me parapeto en las palabras- considerará muy escasa) de que soy capaz.
    P.D. Yo también soy funcionario público. ¿Y qué quiere ud. decir con eso?


    A mí, ya desde pequeño, me enseñaron que las buenas formas y la educación deben estar siempre presentes, incluso en la discrepancia de opiniones. Yo le envié a Vd. un saludo correcto, cortés, elegante, habitual en estos casos, como corresponde a personas bien educadas, y Vd. lo rechaza de una forma incorrecta, descortés, falto de elegancia, e improcedente a todas luces.

    Siendo así las cosas, cualquier intento de dialogar con Vd. se ha demostrado como una tarea imposible, además de inútil e innecesaria.

    Aquí acaba mi intervención en este asunto, porque, cuando uno no quiere, dos no se pelean, y le dejo a Don Javier la libertad de publicar o no publicar este comentario mío, porque no deseo yo que su foro quede en entredicho por este tipo de incidencias.

    Antonio Martín Ortiz

    PS.: Si en mi comentario dije que era Funcionario público del sector Enseñanza, lo que quise decir es exactamente eso, que soy Funcionario público del sector Enseñanza, y, consecuentemente, que vivo dignamente del producto de mi trabajo, trabajo que hago con mucha ilusión y alguna eficacia.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...