sábado, 11 de febrero de 2012

Síndrome de interinidad

En España no sólo se planifican o hacen las cosas sabiendo que no son para siempre, sino además adrede para que no duren demasiado. Es éste un carácter de nuestra esencia como pueblo que nos define perfectamente, dibujando así el arquetipo del español interino.

Pero este aire de provisionalidad que normalmente debería estar restringido y circunscrito al ámbito laboral –sin entrar ahora a polemizar respecto a la elevadísima tasa de personal interino al servicio de las administraciones públicas, de todas, y a lo que al respecto dice la legislación correspondiente–, no duda el ciudadano, los pseudoempresarios y las instituciones en extenderlo a todos los ámbitos de esta nuestra existencia. Y así sucede que, más allá de la natural desesperación por la obligación de tener que arrastrar para siempre –cosa que no va nada con nuestro ibérico carácter– cónyuge, hipoteca, de ocho a tres en la oficina y veraneo en la playa, renegamos de todo tan pronto podemos, o nos dejan, para liarnos la manta a la cabeza y echarnos al monte, haya o no olivos en lontananza.

Está la costumbre del cambio tan arraigada en nuestros melones, que toda cosa que pueda durar más del tiempo que tarda en decirse, o simplemente que lo parezca, nos disuade casi de inmediato de acometerla. Por eso, como señalaba al principio, ni siquiera nuestras intenciones son duraderas sino postizas, provisionales y fácilmente mutables, casi etéreas… y con esa misma volatilidad se esfuma nuestra credibilidad, dentro y fuera de las fronteras que algún día, quizá, con suerte, derribaremos. No recuerdo a cuento de qué comencé a escribir esto, pero a buen seguro que algo tendrá que ver con las medidas que adopta el Gobierno, que por algo tiene la culpa de todo…

¿La solución? Vayámonos los españoles todos al puto exilio y tráiganme ocho o nueve millones de alemanes rubios para colonizar esta tierra malhadada, que ellos si saben lo que hay que hacer.

20 comentarios:

  1. Amigo Profesor, Don Javier,

    Cuando Vd. escribe, parece que esté taladrando o dando hachazos allí donde la herida está más reciente, más fresca diríamos. Da Vd. en el clavo cuando apunta que los españoles son -¿somos?- efímeros y sin solidez, cambiantes como el viento, y sin expectativas de perpetuarnos en nada.

    Claro, si uno se fija sólo en el ámbito político –en los Políticos- y comprueba que, como bien comenta Vd., en mi espacio –comentario que recibirá oportunamente mi atención-, la degeneración empieza por las palabras y acaba en los hechos, puede uno entrar en la duda de que, en algunos aspectos, quizá sea al revés, y haya que comprobarse que en este ámbito empieza por los hechos, y son las palabras las que hay que cambiar.

    Y es que, por lo que uno ve y lee, es más difícil encontrar a un Político que no luche exclusivamente por su enriquecimiento personal, al servicio de fines inconfesables, que aquel dicho bíblico de que un elefante pase por el agujero de una aguja, porque, vistas las cosas con cierta perspectiva y a una distancia prudencial, ya nada en ese terreno es lo que debiera ser.

    ¿Dónde está el interés por la πόλις, que debería ser el fin primordial de todos los que bregan en la res publica? ¿Cómo pueden ellos darnos consejos e imponernos criterios y edictos sobre nuestras espaldas, que no las suyas, cuando ellos mismos perciben, la mayoría de las veces, en un mes mucho más de lo que cualquier ciudadano de a pie puede percibir en toda su vida?

    Y luego hay gente que se queja de que en los Países Árabes existan jeques adinerados que le chupan la sangre a su pueblo famélico. ¿Qué es lo que nos chupan a nosotros todos esos actores, en el peor de los sentidos, que se ven con Derecho, porque se lo hemos dado nosotros –yo no- votándolos, para administrar lo que nos pertenece?

    Demasiados delincuentes hay en nuestro país, porque también son demasiados los que confían en quienes tendrían que desconfiar.

    Le envío un abrazo solidario, amigo mío, Don Javier.

    Antonio

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    1. Duele mucho esta España nuestra que cada vez es más de otros, Antonio, porque algún día ejecutarán la cruel hipoteca que pende sobre ella. Y quizá sea mejor así, aunque no es el final feliz que muchos desearían. De política hablamos porque ¿somos? animales políticos, y todo lo que atañe a nuestra vida en sociedad lleva implícito eso que llamamos con cada vez menos razón cosa pública, porque, poco a poco, ha devenido en privada, e incluso privativa de un selecto grupo de próceres en esa nueva casta social, la financiera.

      Ante semejante panorama, hablar de polis es pura entelequia, política-ficción que habremos de destripar en un futuro muy lejano. Nos hemos -o nos han- transformado de ciudadanos-animales políticos que decía antes en simples bestias apolíticas, sólo conocedoras de una única verdad, arrebañadas en torno a banderas que no ondean y en cuya memoria permanece únicamente el camino de retorno a la cuadra donde nos alimentan.

      Debemos conformarnos, Antonio, porque rebelarse significa la muerte civil, económica, social y, finalmente, la muerte biológica, aunque eso implique morir de inanición intelectual, perdidos los horizontes de la dignidad y expectantes por un nuevo mañana que somos incapaces de construir ahora.

      Un abrazo.

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  2. Amigo Don Javier,

    Moviéndome por su blog, he encontrado ese homenaje precioso IN MEMORIAM a su madre, según leo, que, contando con su permiso, he puesto también en mi columna lateral, IN MEMORIAM de mi padre y mi madre [R.I.P.].

    Le envío un abrazo solidario.

    Antonio

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    1. Como indico en el apartado de los derechos (supuestos) del autor, tiene usted permiso anticipado para desenvolverse a placer, Antonio, máxime cuando, como es su caso, ha tenido la gentileza de citar la fuente.

      Un abrazo.

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  3. No sé si he entendido bien tu post, pero no pienso que hoy día los españoles seamos una especificidad en el mundo que nos rodea. Eso sería como consagrar el famoso "Spain is diferent" de Fraga. Los males que achacas a los españoles son una realidad tan universal como extendida. Creo que hay un pesimismo racial que no considera la que está cayendo en todo el mundo. La crisis es universal. Ni siquiera Estados Unidos tiene claro su camino, y ellos menos que nadie. Estamos en el aire. No somos diferentes, si acaso en nuestra ansia extendida de placer como buenos católicos descreídos.

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    1. Tampoco yo sé si lo escribí bien, Joselu, pero no está equivocado del todo el Fraga este. El currito español trabaja más horas que sus colegas europeos pero produce mucho menos, quizá por falta de ganas, de método o de sistema, quién sabe... El titulado español (preferiblemente no en Humanidades) es más apreciado fuera que en casa, de modo que parte al exilio. El deportista español de mérito tiene, por contra, el demérito de pagar impuestos en otro país. El genio español debe emigrar para que alguna empresa extranjera patente sus inventos, dejando, así, un yermo tecnológico aquí (¿o alguien puede enumerar seis marcas o patentes españolas que definan al país, le den prestigio internacional y solvencia tecnológica y genere ingresos por royalties? El Chupa-Chups y el palo de la fregona no valen).

      La crisis es mundial, dices porque así nos lo cuentan y así será. Pero, mientras en unos países el paro no crece, no se aplican medidas draconianas antisociales ni se manipula tanto la información, en España (y peor aún en Grecia, Irlanda o Portugal, lo sé) sí se hace, con beneplácito del respetable y aquiescencia del popular. Así que, Joselu, tal y como yo lo veo, que seguramente esté equivocado, sí somos diferentes. Y, sobre todo, más gilipollas.

      Un abrazo.

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  4. El que uno sea cambiante no conlleva necesariamente un componente negativo. No es malo -incluso lo considero adecuado- tener varios intereses en nuestra perspectiva vital. Ello nos enriquece y nos da varias opciones. Por otra parte, me parece evidente que también es positivo tener un criterio ético-práctico básicamente fijo para desenvolvernos en la vida. Lo que nos permite tener una personalidad y no ser unos veletas sin dirección, a merced de las opiniones o circunstancias ajenas.

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    1. Mutatis mutandis..., Requejo. Con esta expresión latina podríamos resumir el asunto y darlo por cerrado, pero, como nada es inmutable y mucho menos para siempre, aplicaremos la otra locución, esta vez griega, lo de panta rei, para que nadie se tenga que ver ni representado ni excluido. ¡Qué difícil encaje de bolillos! Sin embargo, como no puede contentarse a todo el mundo (allá cada uno y que cada cual se contente como mejor le parezca), diré que básicamente funcionamos con unas pocas ideas imprescindibles que nos alejan algunos genes del chimpancé, animal inteligente donde los haya, y que compartimos el común de los humanos. Y esas sí que son, o parecen, inmutables (el criterio ético-práctico que dices), y a ellas nos aferramos aunque escuezan, quemen o dejen de tener sentido, y por eso, y no por otra cosa, digo que el español es un ser eminentemente interino, por nuestra facilidad para el cambio pero, al mismo tiempo, ese propietarismo (palabro inventado, claro) que nos obliga a ser dueños rigurosos de tales pocas -y muchas veces despreciables- ideas que a lo más que pueden aspirar es a nadar contracorriente, en un desesperado intento, amago más bien, por parecer estable, inmutable y fiable.

      Espero que entiendas lo que acabo de escribir y luego me lo expliques, porque ya me perdí, pero, como soy bastante cabezón, no estoy dispuesto a retirar lo dicho.

      Un abrazo.

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    2. Bueno, bueno... creo que más o menos te he entendido, aunque no opino en todo de tu misma manera. A mi parecer, el español, al menos en ciertos aspectos que considero, si no básicos, sí bastante importantes, no demuestra ser un individuo especialmente dado al cambio. Me refiero, sin ir más lejos, a dos cuestiones tales como el trabajo y el lugar de residencia. De siempre me ha llamado la atención -y en cierta manera, he envidiado- esa facilidad que sí dicen tienen los anglosajones o escandinavos para cambiar tanto de trabajo como de vivienda. Lo encuentro enriquecedor. Yo, sin ir más lejos, tengo dificultades para enfrentarme a un cambio de lo uno o lo otro. Sin embargo, cuando me he visto obligado a ello, luego lo he agradecido en la mayoría de las ocasiones. Y, a pesar de estas experiencias positivas de cambio, sigo siendo reticente a ello. Por otra parte, en lo que mencionas de que todos manejamos unas pocas ideas imprescindibles, si te refieres a cuestiones tales como la necesidad de manutención, sexo, afectividad personal y social... no puedo por menos que estar de acuerdo contigo. Pero no me parece pertinente para lo que creo que estamos hablando, ya que se trata de ideas inmanentes, es decir, de uno u otro modo involuntarias; por ello no las otorgo "mérito" alguno. Solamente lo que depende de una voluntad del individuo ha de ser considerado dentro de su esfera de elección y, por ese motivo, puede ser admirado o no.
      También coloco en el lado positivo de la balanza el ser capaz de tener en consideración unas ideas que no eran las mías y decidir que hasta ese momento yo estaba equivocado, frente a un inmovilismo mental y terquedad que no nos llevan a nada (a nada bueno, quiero decir). Eso también, en cierto modo, lo veo como una interinidad.
      Lo que no es positivo es que te veas OBLIGADO a ser interino, ya sea en tu trabajo, ya sea en cualquier otro aspecto de tu vida. Evidentemente, el que tengamos una cierta continuidad en cualquier actividad también redunda en que nuestra destreza en ella sea superior a la de una persona que ha "pasado por allí" un lapso corto de tiempo.
      Por mi parte, si tuviera que elegir entre una personalidad "interina" o "fija", me quedaría, sin dudarlo, con la interina, ya que ofrece más posibilidades de solución a los vaivenes de nuestra existencia... Yo, en este asunto, no diría que en el centro esté la virtud; más bien la situaría en un porcentaje del 75% de interino y un 25% de fijo.

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  5. Trabajaba yo en las calendas grecas de mi tesis doctoral cuando me encontré con este aforismo de Werther que no lo es propiamente, porque lo hallé en la lectura de su Wilhelm Meister: "Lo más elevado que hay en el hombre, lo que más le honra, son la resolución y la perseverancia". Acaso debería figurar, en este país del "vuelva Vd. maññana" y de las dos horas para comer durante la jornada laboral, en todas las paredes de nuestros pueblos y ciudades. Por otro lado, para redondear la paradoja: ¡qué amantes somos de las tradiciones...! Tanto que hemos vuelto a votar un partido que defiende la esclavitud, grosso modo. En el post que venga, ¡hablaremos del gobierno!

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    1. Hay que ver cómo puede volver el pellejo cualquier compatriota sólo con viajar por esos mundos. De la profunda ignorancia pasa rápidamente a la insondable perplejidad y, si no es impermeable, abandona su abismal estupidez para aprender cuanto de bueno hay fuera, olvidando, de paso, lo malo que se llevó de aquí. Lejos quedan los tiempos en que, como en el chiste, el gallego emigrante, para poder entenderse, enseñaba su idioma natal a los habitantes del pueblo alemán que lo acogió.

      Hoy, por suerte para quienes toman el camino del pueblo hebreo, pesa más la sensatez que la intransigencia heredada. Pero, para los que nos quedamos, tan sólo hay palos, costumbre, rencores y vuelta a empezar, atados a esta noria que nos cobija.

      Y no creo que se me ocurra jamás hablar del Gobierno, Juan, apenas me meto con él...

      Un abrazo.

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  6. Javier: ¿Deberemos los Argentinos creer que la colonización mayoritariamente española e italiana nos ha creado un ADN que nos hunde cíclicamente en crisis comparables - visto con buena voluntad - a la que están padeciendo España, Grecia, Irlanda y que compartimos desde hace unos siglitos con la mayoría de los países latinoamericanos?

    El tablero de ajedrez del mundo se mueve - o lo mueven - con determinadas normas, construcciones y ficciones que los gilipollas creemos...

    Traigan, traigan, para aquí también a los rubios alemanes que tan bien hacen las cosas, porque ellos sí, cuando las hacen bien OK! ahora cuando las hacen mal...ARACA...como los españoles, que cuando se ponen a matar entre ustedes generan una interesante guerra civil, o como los latinoamericanos, que cuando queremos derrotar a un vecino armamos la guerra de la triple alianza (financiados por foráneos)

    Construcciones, ficciones, que cargamos colectivamente.
    Además de las fronteras terrestres, hay muchas otras a derribar!!

    Me recuerda al debate de mediados del 1500 sobre si los indígenas americanos eran finalmente seres humanos con alma o podían ser conquistados y domesticados tranquilamente y sin pecado.
    El hombre todavía acarrea la pesada mochila de su propia estupidez.
    Un abrazo

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    1. ¡Los hados nos libren de la barbarie germana, Ana! A ellos me referí como ejemplo de meticulosidad, eficacia y gestión, pero, cuando adoptan la pose teutona, salgamos corriendo si no queremos marchar al paso de la oca, que son tan disciplinados que asustan...

      No me cabe duda de que la herencia que la rancia latinidad dejó en tu tierra lleva la marca genética que desgraciadamente arrastramos, y que tan diferente es a la del mundo anglosajón: sólo hay que mirar hoy a los países colonizados por ambas culturas para darse cuenta de ello. Y a propósito de los indígenas que mencionas, no puede resultar más paradójico el hecho de que fuera precisamente la Iglesia católica, en conjunto, la que intentara salvaguardar su dignidad como seres humanos, ganándolos para la causa al dotarlos de alma y liberándolos así de la ignominia de la esclavitud, al menos nominalmente, porque el sistema de encomiendas no escondía otra cosa que esta cruda realidad. Sin embargo, ya hubieran querido para sí tal estatus los negros llevados desde África ante la escasa productividad de los indígenas... Por lo visto, al ser de piel negra, talmente sería su alma, de modo que no podían ser convenientemente acristianados y en cambio se revelaron tremendamente eficaces como mano de obra esclava. ¡Lástima que de las Casas no viviera lo suficiente para abogar también por ellos!

      Como descendientes que somos de la muy alta y muy noble estirpe castellana, deberíamos pedir humildemente perdón por los atropellos que en su nombre y en el de un Dios de justicia se cometieron en la tierra americana, en la convicción, también, de que irremediablemente volverán a producirse, en estas o en otras latitudes, o en todas, que ya está sucediendo.

      Un abrazo.

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    2. Je je efectivamente Javier...parece que los negros estaban(¿están ?) últimos en el escalón de las castas. Genera verguenza ajena que hoy se hagan estudios para determinar fehacientemente si los negros tienen mejor (o no) aptitud para el deporte o si la población argentina tiene 30 ó 50 % de genética indoamericana...Qué más da!!!
      Creo que ciertos argentinos tenemos algún conflicto con la latinidad y la "europeidad". Somos mayoritariamente hijos y nietos de aquellos que "nos" arrasaron y colonizaron, discurso un tanto contradictorio que supongo nos tiene algo confundidos...no imagino a mis abuelos europeos como genocidas aunque lo intente. A la pasíón y el orgullo castellanos los veo con gran ternura, claro que soy producto de los que tomaron el camino del pueblo hebreo (aquello está muy fresco aún en nuestra memoria común, no han pasado ni tres generaciones de la gran inmigración) que por estas pampas se mezclaron con lo que tenían enfrente, italianos, nativos, pero también semitas, germanos, árabes y sajones... Esa mezcla no nos garantiza el éxito ...qué va! si somos un fenómeno admirable en varios rubros como la corrupción, por ejemplo, parece que todas las razas en este crisol se ponen de acuerdo para transgredir las normas y no hay sajón ni germano que se resista, jeje, como los adolescentes, en grupo son poderosos pero la soledad y el aislamiento hacen milagros.
      Un abrazo.

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    3. Ya ni me acordaba del síndrome de interinidad, me he ido por los cerros de Ûbeda con toda levedad.... Si las cosas se hicieran o se planificaran para una cierta duración como harían para vendernos todos los días un celular o un televisor o una computadora diferente? Las ideas o pensamientos tampoco toman profundidad alguna, etéreos...pero la culpa la tendrá la sociedad de consumo o el sistema!

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    4. La especie humana entera parece estar contaminada, Ana, sólo que algunos individuos han desarrollado cierta inmunidad, no sé si espontánea o infusa, en tanto el resto, incapaz de estimular las defensas adecuadas, deprimen su sistema hasta sucumbir al peso de la sociedad. Quizá por eso carecemos de perspectiva clara, estamos miopes ante lo que tenemos y, sobre todo, ante lo que se atisba en lontananza, sea ello lo que quiera que sea.

      Pasamos la vida revolucionando, en el sentido estricto del término, es decir, dando vueltas, y ya estamos, la mayoría, totalmente mareados. Quizá mañana salga de nuevo el sol...

      Un abrazo.

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  7. Yo más que provisionalidad detecto en los españoles un individualismo muy marcado, algo de lo que hemos dado prueba en numerosas ocasiones, la última nuestra Guerra Civil. Sí creo que es una especifidad nuestro horizonte vital: los alemanes son un pueblo enormemente disciplinado, ingleses y norteamericanos tienen una marcada tradición liberal, que no individualista, los franceses son patriotas, pero de forma muy distinta a los americanos, etc. Somos distintos, a pesar de la globalización y del euro. En un par de generaciones, veremos. Por otro lado, ese individualismo nuestro no tiene por qué ser malo, es creativo, aunque hay que saber encauzarlo. Nuestra economía no tiene por qué ser igual que la alemana, entre otras cosas porque nuestras necesidades son distintas, y a mucha honra, más relacionadas con el ocio, y no con el orden y la productividad. Si somos capaces de generar lo que necesitamos no habrá problemas. Lo que sí es un problema es el entramado de dependencias mutuas en que se está convirtiendo la economía mundial. Y no sigo, que parece que estoy escribiendo una entrada.

    Un abrazo.

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    1. Si ya lo decía el puto tópico, Ridao, eso de que Spain is diferent.... Lo malo es que no estoy del todo seguro de que esa diferencia abogue por nosotros, antes al contrario, nos imposibilita la templanza necesaria -el maldito orgullo ibérico- para adaptarnos con mayor eficacia, lo cual tiene como nefasta consecuencia que siempre vamos un paso por detrás del resto del mundo occidental en lo esencialmente cabal. Y donde dice un paso puedes poner los lustros que te parezca mejor...

      ¡Ah, y puedes escribir las entradas que quieras en este antro..., faltaría más!

      Un abrazo.

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  8. Por desgracia a estas altura de crisis me da que no existe la panacea en ningun lugar.Si que somos diferentes y España más, pero estoy muy a favor del punto de vista de Jose Miguel.No tenemos las mísmas necesidades y por eso no se puede poner un ejemplo cómo tal.Somos un pueblo orgullo pero acomplejado en la inmensa mayoría.Por estos lugares viene cualquier extranjero de un pais economicamente superior y le vendemos hasta nuestra alma nuestra indiosincrasia y a nuestra madre si nos la pide.Y esto a la larga genera daños colaterales.Es verdad que somos muy individuales, y nunca mejor dicho que "la unión hace la fuerza".

    Saludos.

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  9. Bienvenida al blog, Bertha. Más que la unión creo que es la diversidad la que logra esa fuerza, sobre todo la de opiniones, que enriquecen y complementan este y cualquier espacio de libertad y debate.

    Es verdad que estamos acomplejados, y doblemente, pues si bien por un lado arrastramos una especie de síndrome de inferioridad respecto a lo foráneo, en el sentido de que cualquier cosa que venga de fuera debe necesariamente ser mejor, no es menos cierto, por otro, que ese orgullito que manejamos nos hace, al mismo y contradictorio tiempo, mirar por encima del hombro a todo el mundo.

    En resumen, que somos pero no estamos, o, en todo caso, estamos tontos.

    En cuanto tenga un hueco me pasaré por tu casa a fisgar. Ahora llevo una temporada muy liado, fíjate que hace más de un mes que no publico nada...

    Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...