sábado, 23 de febrero de 2013

Verbos que acaban en ar


Impasibles ante el mundo, con la mirada pétrea de quienes se saben de otro, no alcanzan a desgranar la incertidumbre del acertijo, ni a ofrecer asistencia a los que se la deben. ¿Es que no son humanos? Medran –de medrar, en una nueva acepción que algún día recogerá la RAE, supongo– aumentando fortuna, sí, pero no reputación, en un círculo que comienza y acaba en ellos, pero que tiene un periplo muy delimitado, finito. Más ciegos que Rompetechos, no deben de compartir, desde luego, el pensamiento de Maxwell, para quien «el que se cree líder y no tiene seguidores, sólo está dando un paseo». Resta dilucidar, claro, si lo que éstos tienen son seguidores o una masa informe e indeterminada de seres a medio construir cuya única fuerza y consuelo es su número.

Formar, informar, deformar. He aquí la trinitaria realidad de nuestra sociedad, nuestro querido modo de vida. Una voz cálida, imágenes sugerentes, y la falacia está servida, la urdimbre pegajosa donde se cobija la desesperación, la gran mentira, es decir, la mayoría de los medios de comunicación. Una sociedad que manipula, consume información, que no escudriña ésta, es poco menos que iletrada, es una población aturdida. Y se llama a sí misma educadora, ¡menuda planicie intelectual!

La suerte de coprocracia en la que nos insertamos, con políticos y asesores a juego, fomenta en nosotros el individualismo, la insolidaridad más exacerbada, un continuo «yo primero», y luego nadie. Se regodean en miserables logros, en cuchicheos astronómicos, en maneras de estar en el mundo infames y detestables, y calientan su ególatra percepción de la realidad con mareas de mendacidad, mientras reparten –ahora quitan, para desgracia de muchos– prebendas, migajas de lo que sobra… No son privilegios, son derechos lo que debemos exigir. ¿Derecho a qué? A hablar, sí, pero sobre todo a ser escuchados, y a que se tenga en cuenta nuestra opinión, si está formada y resulta razonable.

Asustar, estrangular, desasosegar, defecar, sodomizar… ¿Por qué solo se crean, mantienen y exaltan los pensamientos mayoritarios? ¿Porque es lo democrático, y además muy conveniente, aunque poco convincente? La sociedad la formamos todos, no solo la mayoría de nosotros, y por eso hay que legislar y gobernar para todos y cada uno de nosotros, aun a pesar de algunos que finjan mirar para otro lado. Todos tenemos que participar, ayudar, colaborar. A todos se nos debe dar la oportunidad… y que luego cada uno haga con ella lo que mejor le parezca.

Acabar, terminar, finiquitar. Lo ideal pertenece al mundo de las ideas, vaya obviedad. Y ese mundo es inalcanzable para los mortales, de modo que siempre será una tendencia, una utopía irrefrenable. Pero algunos deben de haberla consumado, a juzgar por sus rostros henchidos. La mayoría, sin embargo, nos conformamos con pensar que quizá, algún día… Y esa esperanza nos mantiene, nos da fuerza para seguir, a pesar de todo. Pero así no vivimos: solo sobrevivimos. En fin, todos firmes, ¡ar!

9 comentarios:

  1. El poder, el ejercicio del poder y su administración siempre es cuestionable. No hay sistema político en la historia que haya sido totalmente justo, razonable y democrático. La democracia es una ilusión más que una realidad, pero en algunas ocasiones somos más conscientes de la distancia entre idea y realidad. Ahora es uno de ellos: los españoles, los italianos, los portugueses, los griegos que estamos comiendo las heces de Europa (tal vez porque antes nos comimos los pasteles) nos sentimos distantes totalmente de la democracia, de los partidos, del sistema de representatividad, de la política en conjunto. ¿Esperanza? Poca, Javier, poca. Si Franco levantara la cabeza se sentiría orgulloso de nosotros. Mi padre abominaba de la política (era franquista hasta la médula)… y yo, mira por donde, he terminado en el mismo sitio, y no sé si me queda esperanza en una regeneración, visto lo visto, vista la urdimbre de nuestra vida política nacional. Todo lo más valioso de este país está fuera de la política que sentimos como vomitiva. En fin…

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    1. Es verdad, Joselu, quizá ya ni esperanza quede, sino solo renuncia. Cada día, casi cada hora, se perpetra un nuevo crimen contra la humanidad toda, y también contra la parte propia que nos toca, no ya en calidad de españoles -si eso tiene alguna calidad, claro- sino como cosmopolitas. Y así, poco a poco, minuto a minuto, se produce en nosotros una renuncia a algo que antes teníamos -aunque fueran sueños- y que sabemos perdido irremisiblemente. Para qué continuar, si solo nos queda la desesperación, en el propio sentido del término...

      Un abrazo.

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  2. Buena la reflexión sobre el Poder, y la situación putrefacta en la que se encuentra ahora la res publica [la cosa pública]. Da igual hacia dónde se mire: todo es podredumbre y coprocracia. Aquí ya no existen valores: entre la crisis económica la inexistencia de valores, el futuro se augura acompañado de negros nubarrones. Ya la democracia es una ilusión, cosa de otros, lejos de nosotros. La pregunta es: ¿ha existido alguna vez la democracia entre nosotros? Yo creo que no. Ahora somos súbditos de la Merkel, y antes también lo éramos: lo que pasa es que antes ello era menos visible que ahora. Antes era una situación enmascarada, ahora ya es a plena luz. Ya los nuevos amos no se ponen máscaras, como antes, porque nos les hacen falta. Los que tenemos que cambiar de mentalidad somos nosotros. Ya la esclavitud ha hecho su irrupción en la Sociedad, como antes, o peor que antes, porque se ha apoderado de nosotros con nuestro beneplácito, con nuestra voluntad, con nuestra conformidad.

    Me digo yo que para este viaje no hacían falta alforjas. Aquí viven bien unos cuantos: los delincuentes de guante blanco, la casta de los Políticos, los ladrones, los de antes y los de ahora; la gran multitud, el pueblo llano, nos conformamos con las migajas, con las sobras…
    Eso sí, disfrutamos de libertad, podemos decir lo que queramos, hacer lo que ellos quieren que hagamos, y, encima, vivimos en la ilusión de que estamos en Democracia. ¡A la mierda con esa Democracia que nos ha convertido en esclavos!
    Aquí lo que sobran son vividores. Estamos embriagados de Democracia, pero embriagados al fin y al cabo.

    Que tengas un buen día, a pesar de todo, amigo Javier. Te envío un abrazo.

    Antonio

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    1. Antonio, te propongo un ejercicio. Pensemos no en el pueblo, no en la ciudadanía, sino en su función como fuerza de trabajo, pensemos en los motores. ¿No es ideal un motor que se alimenta y se repara por sí mismo? El ganado no tiene la autonomía que tienen los motores humanos, entonces todo esto no va de ideales, va de cosas mucho más concretas y operacionales. Los ideales son el impulso que necesitan estos motores humanos para funcionar a pleno rendimiento. ¿Qué mejor que un esclavo al que no tengas que alimentar y además te regale no sólo su fuerza de trabajo sino también los rendimientos que se le dan en compensación? Estimular el consumo interno que lo llaman. No hay régimen social en el que se eliminen las plantas de acceso a los distintos niveles de comodidad y de lujo. Es el combustible metafísico que equilibra la frustración de saberse en un nivel inferior. Tienes ejemplos de este mecanismo compensatorio de la frustración por doquier. Futbolistas, empresarios de éxito que empezaron vendiendo souvenirs en las peores condiciones, etc.

      Dices que faltan valores, que no hay democracia y que tenemos que cambiar de mentalidad. Te contesto que hay valores, sólo que tal vez no coincidan con tu idea de lo bueno, que hay democracia, sólo que tal vez no coincida con tu deseo de poder, y que no hay mentalidad que no esté en formación. ¿No es la democracia un calco del Sanedrín, incluso de las limitaciones que imponía el Imperio, ahora los mercados (dos círculos de poder que organizan lo social)? ¿Puede que la historia sea la repetición de un mismo proceso con leves variaciones? ¿Puede que la Verdad de la existencia se juegue en otros planos, especialmente en aquellos que nos han enseñado a despreciar (muchas veces con ironía) desde la más absoluta arrogancia ignorante?

      Pienso, tengo la sospecha, de que si la masa habla de algo, se focaliza en ese algo, ahora mismo en la corrupción, no es ninguna casualidad. No hay peor forma de obediencia que la tiranía de la actualidad. Así no da tiempo a pensar nada, pues la actualidad cambia en ciclos muy cortos. Son unas órdenes continúas, ahora esto es lo importante, ahora lo otro, la masa piensa en lo que toca, se polariza; unos repiten un salmo y otros repiten el otro. ¿Alcanzaremos la posibilidad de detenernos en lo importante? ¿Dejaremos de alimentar la masa que hay en nosotros? Algo que jamás puede ser el tema del momento por definición. ¿Brillará algún día la estrella oculta en nuestra sombra? ¿Recuperaremos la capacidad de amar? Sólo eso, que en modo alguno es química, podría fundar una sociedad armónica. Nadie nos despoja del sentimiento, somos nosotros mismos que preferimos Saber y, entonces sabemos, pero sabemos mal, sabemos como el necio, sabemos el error, la simplificación, la reducción química del mundo de la experiencia; porque los verdaderos misterios son inagotables. Tal vez podamos vagar por el desierto, sencillamente desconectando de la actualidad, y con suerte hallar el camino hacia algún paraíso perdido. ¿No crees? ¿Será esto posible?

      Saludos


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    2. Bien, Precesión del perihelio, vayamos por etapas. Decía nuestro gran Ortega y Gasset: yo soy yo y mi circunstancia. Al intentar interpretar tus palabras, quería yo hacerme una idea de ti: me ha sido imposible, porque en tu perfil lo único que aparece es tu género. Conclúyese con esto que en mi respuesta puedo andar algo desatinado.

      Esa teoría del motor que puede moverse a sí mismo, desde el interior, era válida antes, cuando los cambios eran posibles, cuando la Revolución tenía alguna probabilidad de triunfar. Ahora ya no: las cosas están atadas y bien atadas por parte del Capital, de forma que su enemigo de clase, la clase obrera, ya no tiene nada que hacer. Haría falta que volviesen los Bolcheviques, y eso no parece ya probable.

      Sigo pensando que faltan valores. No he manifestado yo cuál es mi idea de lo bueno, y, en consecuencia, no veo lógico que se rechace mi idea de lo bueno, sin conocerla. Lo que sí he dejado caer es mi idea de lo malo, y está bien claro que la corrupción, el latrocinio,  y los abusos que nos rodean no son buenos. Creo que no es necesario argumentarlo, porque es de una evidencia más que supina.

      Tu último párrafo es una exposición metafísica que incluye lo que Max Scheler llamó Valores (El Formalismo en la Ética y la Ética Material de los Valores). Queda muy bonito hablar de Valores a quien no se le reconoce ninguno, es decir, al pueblo en su conjunto. Es muy bonito decirle al esclavo, como haría Séneca, que la auténtica libertad está en el interior, en el alma, pero todo eso cuando él vive en el Palacio de Nerón, y, con toda seguridad, tenía intimidad erótica con la madre de éste, con Agripina la Menor, la misma que se sospecha que le dio un hijo, el futuro emperador Nerón.

      Bien, amigo mío, creo que estas discusiones son de lo más interesante, y seguramente las continuaremos, al amparo de la hospitalidad de nuestro común amigo, el Profesor Javier.

      Te envío un afectuoso saludo, amigo mío.

      Antonio

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    3. Querido amigo Antonio, estando uno huérfano de ideologías, anda lejos de cualquier -ismo, y por eso puede permitirse vapulear por igual a tirios y a troyanos sin que se resientan sus escasas convicciones (las de uno, quiero decir). Temblamos ante el poder, pero también temblamos ante la muerte, y ante la vida; y temblamos ante el amor... Temblamos ante todo lo que es importante, ¿acaso somos algo más que un pequeño ratón asustado?

      Le decía a Joselu más arriba que renunciamos poco a poco a todo en aras de conservar esa vida tan preciada, que es justo lo que los esclavos (en el sentido jurídico del término) de todos los tiempos hicieron, pues su resistencia/resignación era lo único que les podía permitir algún día alcanzar la dignidad, la libertad. Claro que, por otra parte, una gran masa de estos siervos jamás comprendieron la esencia de esa libertad, tal era su reducción a un estado meramente formal, paranimal, de existencia.

      Sin embargo, cada renuncia supone un desistimiento de lo que somos y lo que hacemos, y no porque tengamos fin alguno en esta vida -ni en otra, claro- sino porque está en nuestra humana condición avanzar, pergeñar, desenredar (y también lo contrario, muchas veces), ser... Si sucumbimos a la inercia fácil del no ser, no pensar y no hacer, entonces sí que habremos renunciado definitivamente a todo, y seremos (¿somos ya?) esa masificada marea que lo inunda todo y que sirve de motor, como dice nuestro amigo de complicado nombre.

      Un abrazo.

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    4. Amigo Javier,

      Tu comentario, como siempre, es lúcido y transparente. Tengo que manifestarte que comparto el esquema de tu pensamiento, porque transmite unas ganas de seguir luchando para que algo cambie, sin dejarse sorprender, ni aniquilar, por la era de podredumbre y vacío que nos envuelve.

      Sin querer extenderme más sobre lo mismo, aprovecho la oportunidad para enviarte un afectuoso saludo, amigo mío.

      Antonio

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  3. El "derecho a ser escuchado" es un reconocimiento implícito de servidumbre y explícito del poder ajeno. Nuestro derecho, creo yo, es el de decidir quiénes han de decidir en nuestro número, más que en nuestro nombre, con lo que esa mediación representativa tiene de peligro para una correcta interpretación de nuestros intereses. La expresión "legislar y gobernar para todos y cada uno de nosotros" está absolutamente fuera de lugar Javier, cae del lado de la lista de los Reyes Magos de Bienvenido Míster Marshall. Cada uno somos un mundo, creo, y eso hace imposible que la acción de gobierno pueda satisfacernos individualmente. Y este es el problema central, que algunos piensan que la política ha de resolver sus vidas, pero lo que ha de hacer es organizar los intereses contrapuestos de toda la sociedad de un modo pacífico y mediante la negociación, de ahí la dificultad de ciertas acciones de gobierno. Me he pasado más de media vida democrática votando al PSOE por el supuesto bien social, en modo alguno por mis propios intereses, algo que ahora tampoco hago, aunque no les vote. De los movimientos de oposición a los responsables de la crisis me distancian ciertas peticiones pueriles que con un simplismo de catecismo te lo resuelven todo en un plis plas y se quedan tan panchos, como si la propia vida se la hubiera de construir a uno el gobierno y no uno mismo. Hay un comodismo y egoísmo irresponsables que me irritan. Sobre todo cuando uno ha construido su vida sobre la privación y la generosidad, sobre la austeridad y el principio de realidad esto es, no estirar mas el brazo que la manga.
    Indignación, por otra parte, ¡por arrobas!, pero no es fácil ni canalizarla ni dirigirla políticamente contra los verdaderos responsables de esta crisis, quizás porque se parapetan a alturas inaccesibles para nosotros, y todos sabemos que una acción concertada de los inversores en deuda pública te pueden dejar al nivel miserable del siglo XVII...

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    1. Hablaba esta misma mañana con un buen amigo sobre el estado de aparente postración en que nos encontramos el conjunto de la sociedad (ya sé que unos más y otros menos, pero permítaseme hacer ahora un enfoque global). En psicología, esta forma de estar corresponde a una de las fases del proceso depresivo que sigue a una fuerte conmoción, la postración inane, el autocompadecimiento. La sociedad está deprimida, y si no se la medica adecuadamente, para lo cual habría antes que diagnosticarla, las consecuencias pueden ser fatales. Descartada una salida autolítica, solo cabe volver la tensión, la culpa y la fuerza contra los demás, es decir, ¿contra quién?

      Tras disculparme por esta petulante entrada pseudomédica, debo decir que esa postración es precisamente el estado de servidumbre al que aludes, Juan. Pero solo eso, un estado, y como tal, transitorio. No entraré aquí a discernir si el tal vasallaje y el reconocimiento del poder de otros sobre nosotros, que lo hay, ahora y antes, es lícito o ético. En resumidas cuentas, alguien debe mandar, ¿no? Supuesta la mayoría de edad intelectual de la población, en las urnas nos expresamos. ¿Acaso elegir mal nos exime de responsabilidad? ¿O es que la democracia solo funciona cada cuatro años? Hay sesudas interpretaciones al respecto que exceden mi conocimiento sobre el asunto, de modo que debo conformarme con cuatro cosas para ir tirando… Aun así, quien, gracias a ese democrático gesto, tiene la competencia y obligación de gobernar, debe hacerlo para todos, pues, en su defecto, estaríamos avalando, todos, esta corrupción que nos caracteriza, sancionando el caciquismo, el nepotismo, la mendacidad y el latrocinio institucionalizados. Gobernar para todos no significa dar a todos satisfacción, que cada uno debe buscársela como su seso le dé a entender, sino dar a todos oportunidad y justicia. No se pide más. Lo otro, pretender que el gobierno resuelva todos los problemas de la sociedad, es falacia; bastante tienen con resolver los suyos…

      Por otra parte, y concluyo, la realidad se construye con sueños. Si uno piensa que algo puede hacerse, acaba haciéndose. Es una premisa de nuestra racionalidad. Y eso no son sino concreciones de la voluntad, es decir, maduración lenta de la idea de construir, que en su origen, antes de tener que someterse a la dura contingencia del mundo real, no es otra cosa que proyecto, fantasía onírica. O eso creo, Juan.

      Es preciso dar respuestas a tantas preguntas… Y quienes deben hacerlo lo rehuyen, de modo que otros deberán tomar el control. Siempre es fácil buscar culpables, y sin duda esos de poca cabeza que se endeudaron en lo que no podían son sumamente responsables, ellos han llevado al país a esta situación, y no esos otros de mucha cabeza que afanosamente los alentaron, financiaron… y engañaron. Pero todos sabemos quienes están finalmente pagando por ello, quienes acaban durmiendo en casa del cuñado y quienes se tiran por la ventana incapaces de asumir tanta vergüenza, tanta rabia, tanta estupidez… En fin, que la sociedad está deprimida… y la Seguridad Social recortando en botica…

      Un abrazo

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...