sábado, 13 de abril de 2013

Aguantar la presión


Todo el mundo sabe que Felipe González no es uno de los padres de la Constitución, pero en sus repentinas apariciones públicas parece, cuando menos, su padrino. Y es que nuestro marxista principal, reconvertido y reconvencido hace tiempo por mor de la patria, suele hablar con el aplomo y la sabiduría que otorga el verdadero conocimiento, es decir, ex cathedra.

Uno no es partidario gratuito de la violencia gratuita, claro está. Que el maestro Ortega dijera que es la última ratio parece hoy una contradicción, porque, como motor real del mundo real, la violencia jamás fue un último recurso (salvo, quizá, desde la época ilustrada, que nos trajo la civilización) sino el primerísimo al que echar mano en cualquier situación. Ello es así más allá de metafísicas y propedéuticas, de modo que tampoco es cuestión de escandalizarse ahora. Ni se trata de justificar ni de estigmatizar, porque, en el fondo, hay un sustrato común del que todos mamamos, por más que, en público, neguemos y reneguemos. Al leer ciertos textos deberíamos al menos reconocerlo ante nosotros mismos, en vez de hacer pública ostentación.

Dice, digo, el señor Felipe González, textualmente recogido en la prensa, que «¿Por qué un niño tiene que aguantar una presión en la puerta de su casa?». Hay que sobrentender, por supuesto y dado que el contexto es el asunto ese de los famosos escraches, contra los que González manifiesta su frontal oposición, que se refiere al hijo de un señor diputado. Sin embargo, para que cuanto dice el Consejero de Gas Natural resultara más creíble, amén de más justo y ético, debería haber explicado, a continuación, por qué otro niño, hijo de un desahuciado, debe aguantar esa misma presión a la puerta de su casa cuando quienes la ejercen van acompañados, en lugar de pancartas y grandes voces amenazadoras, por la autoridad judicial y un cerrajero.

Parece que ya no rige la añorada máxima del café para todos, y ahora se tiende a dar un servicio más a la carta, ya saben, a cada cual según sus necesidades… Y, por supuesto, en este asunto está claro que no tiene la misma necesidad el hijo de uno que el de otro. Y ya puestos, tampoco sus padres, porque uno tendrá como necesidad imperiosa dormir sin ruido esa noche para votar al día siguiente en su escaño en conciencia, y otro saber dónde va a dormir esa noche…, él y su familia.

Los lanzamientos no son cosa de ahora, aunque sea en esta época cuando se han puesto de moda, debido tanto a su profusión como a que se han vuelto visibles gracias, hay que reconocerlo, a los medios de comunicación e información. Pero es que son noticia rabiosa, y ante eso es difícil no claudicar a pesar de la obediencia debida… Desgraciadamente, cada vez somos más los que tenemos acceso de primera mano a este tipo de noticias, y no precisamente porque las leamos en papel o las veamos en la pantalla, sino porque nos están afectando (o nos han afectado) en primera persona, directa o indirectamente.

Decía que no era partidario de la violencia, y no mentía al respecto, porque siempre es preferible el diálogo, sobre todo cuando hay alguien con quién dialogar, claro, porque en caso contrario uno deberá decirse a sí mismo lo que tenía preparado para el otro. Sin embargo, como en toda guerra o conflicto que se precie lo más básico y principal, germen de la posterior victoria, es cortar las vías de comunicación del enemigo, pues eso, que estamos en diálogo de sordos, y que si esto no es ya un tipo muy especial y concreto de violencia, pues que me lo expliquen sus Señorías que están en el Congreso, preparando sus votos concienzudos, o sea, en conciencia.



Pd.: ¿Que si soy partidario de la violencia? Que no, que ya lo dije antes. Soy partidario de la razón, pero en todo su amplio espectro, del que la violencia forma parte sustancial y básica. A ver, si no, de qué otra forma habrían podido imponer los grandes dirigentes del mundo a lo largo de la historia sus razones…

18 comentarios:

  1. Ada Colau y su plataforma de afectados por el timo de las hipotecas han conseguido más de un millón de firmas de apoyo para la modificación de la ley (más de un millón es muchísimo), Europa les ha dado la razón, jueces y abogados también dan soporte, la ciudadanía está con ellos, la presión social es unánime. ¿están sordos estos políticos corruptos? Pues si están sordos, gritaremos más fuerte a la puerta de sus casas y si ellos continuan sin oir, pues que lo oigan sus hijitos y de violencia nada de nada, no ejerceremos la violencia pero gritaremos. Si conviene habrá que deshauciarlos del poder, oso sí, sin violencia, o meterlos en la cárcel sin ejercer la violencia. ¿Qué pretenden que no digamos nada?
    Salud
    Francesc Cornadó

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    1. Pretenden eso, y además que sigamos votando mansamente y acatando cuantas medidas, en aras del interés general se les ocurra a los banqueros, la CE y el poder capitalista que planea de fondo. Si no, ¿cómo explicarnos, Francesc, que no haya una reacción clara, evidente, contundente y hasta desesperada del grueso de la sociedad?

      Un abrazo.

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  2. Los escraches están mal y son muy peligrosos social y humanamente. Aquí en Cataluña está habiendo escraches por parte de los neofascistas nacionalistas de las CUP contra los miembros de un partido no nacionalista como es Ciutadans con la intención de señalar como traidores, como españolistas y fascistas a los que votan esa opción. El escrache es un arma que me gusta según quien sea el destinatario. No cabe duda de que es un arma eficaz en manos de la PAH y yo los aplaudo porque esa casta putrefacta que son los políticos en activo ignoran totalmente la opinión de los ciudadansos y es la única forma de llevarles la indignación cerca de ellos, porque lo que se ríen de las manifestaciones cívicas y profesionales es para echarse a llorar. La única forma de tocarles las pelotas es esta, pero es muy peligrosa como he mencionado antes. Se comienza con algo justo y se llega a manifestaciones protofascistas en manos de fascistas de cuño y puño alzado o mano abierta. Es un arma de doble filo, tremendamente peligrosa.

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    1. Coincido en la forma pero discrepo en el fondo. Toda acción lleva implícita una reacción de inesperadas consecuencias, y eso, ahora, lo doy por bueno frente a la inacción, o peor, el abuso de actuación de la casta sacerdopolíticobancaria que nos gobierna. Es imposible que un pueblo entero, sometido a tan graves injurias, lo soporte por demasiado tiempo sin siquiera poder ejercer el derecho a la protesta. Puede que ésta se vaya de las manos, lo cual sería una lástima... pero, mientras, protestemos, maldigamos y voceemos, porque, si no, deberemos tomar todos la cicuta...

      Un abrazo.

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  3. Hace tiempo aprendí que toda reacción deja el control en manos de quien ejerce la acción motivadora. Quiere esto decir que dar coces a la pezuña de asno que nos acaba de aplastar los dedos del pie no asegura la futura integridad de nuestras extremidades. En este caso una parte de la sociedad está reaccionando porque ya no puede soportar más, pero la política de la corrección está tan asentada en su cerebro que no es más que eso, una reacción. Simplemente con ver la postdata apreciamos lo difícil que se ha vuelto pensar, no digamos escribir ciertas palabras.
    Y no; tener el control no es reaccionar. Pero son precisas ideas claras, formación y libertad de conciencia para distinguir entre las posibilidades propias, hijas de la realidad, y las otorgadas, hijas de una convención que más parece un lavado de cerebro.
    Ay, Javier, hasta yo he querido escribir el comentario con oscuridad, para que no me entienda mas que quien quiero que me entienda... No sé si lo habré conseguido.
    En cualquier caso, un fuerte y "violento" abrazo, jajaja.

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    1. Bueno, Animal, empezaré diciendo que poesía es aquello que no necesita ser explicado (o eso dicen al menos los poetas respecto a sus poemas). No es nunca mi intención escribir a la gongoresca manera sino en román paladino, entre otras cosas porque poco o nada tengo que ocultar que no se sepa ya. Cosa distinta es que me regodee, más por evitar el uso o abuso de palabros que por placer secreto, en cierta ironía e incluso sarcasmo. Por consiguiente, ante todo mis excusas si parezco oscuro, pero lo cierto es que cuando escribo me gusta que me entienda todo el mundo que lo lea. Lógicamente, siempre habrá un porcentaje que no sepa de qué va la cosa, pero eso es inevitable, porque tú sabes perfectamente que hay una proporción de sujetos que son analfabetos funcionales, y ello no tiene nada que ver con la posible oscuridad o abarrocamiento del texto.

      En fin, que se me ha ido el hilo... ¡ah, ya! Incluso a mí, pobre escribidor, me gusta tener una conversación inteligente de tarde en tarde, un intercambio de ideas que generen más ideas, que enriquezcan nuestro vocabulario y acervo y que, incluso, nos inviten a meditar sobre la corrección o plausibilidad de cuanto hasta el momento pensábamos, haciéndonos, a veces, cambiar un sustrato que teníamos desde siempre por bien cierto.

      Vivimos todos, los controladores y los controlados, los amos y los siervos, en el mismo sistema, que es, por ende, un sistema cerrado. Hasta qué punto sea posible su estabilidad, es algo que ignoro, pero cada vez me parece más creíble que estamos sometidos al principio de incertidumbre de Heisenberg, que, extrapolado, podríamos interpretar en el sentido de que jamás podremos conocer qué es lo mejor en cada momento, si actuar o no, porque nunca estaremos completamente seguros de saber, al mismo tiempo, en qué consiste la acción y en qué la reacción. Actuamos, y actuemos, pues, con lo único que podemos: la emoción, que, como los poemas, no necesita ser explicada, solo comprendida.

      Un abrazo (pero sin violencia, ¿eh?).

      Pd.: No sé si con todo lo dicho he respondido a tus planteamientos, o siquiera a tus expectativas, y lo sentiría de no ser así, pero te aseguro que he disfrutado escribiéndolo.

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    2. Por supuesto que yo también he disfrutado leyendo. De oscuridad no tienes nada; en este caso había querido ser oscuro yo, aposta.
      Creo que lo correcto aquí es enviarte un-una abrazo-abraza ¿o mejor un@ abraz@? jejejejeje

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  4. Entiendo que se quiera protestar contra quienes ejercen la profesión de políticos, pero me parece peligroso que la protesta contra su acción se extienda contra los miembros de su familia, porque eso eso algo así como volver a las leyes de los godos: toda la familia paga por lo que ha hecho uno solo de los miembros del clan familiar. Defiendo la responsabilidad individual y la exigencia a los responsables en el ámbito de su desempeño social. Rodéese el Congreso; plántense ante la sedes de los partidos; acompañen con bocinazos el coche oficial; reviéntese un mitín o discrépese sonoramente en cualquier conferencia, rueda de prensa, inauguración o partido de fútbol, pero extender la presión social al ámbito de la familia me parece aberrante, muy atávico. Hay cierta demagogia, Javier, en la comparación entre los "sufrimientos" de unos y de otros, cuando, en la base de las responsabilidades de unos y otros hay un abismo: los familiares no mayores de edad del responsable político, ni siquiera es posible que entiendan qué sucede a su alrededor; los desahuciados son sujetos responsables que han firmado un contrato -aunque sea abusivo- al que dieron su conformidad con total conocimiento de causa. Es decir, que me parece harto más que impropio poner a ambos lados de la balanza responsabilidades contractuales y relaciones consanguíneas.
    Dicho esto, estoy de acuerdo con la proposición de ley surgida de la iniciativa popular, y más aún con el decreto de la Junta de Andalucía. De hecho, me parece más positivo que se obligue a la banca a enmendar sus errores de gestión financiando con alquileres baratos a los propietarios en suspensión de pagos que propiamente quedarse con los pisos y que sea el resto de quienes aún disfrutamos de un trabajo remunerado quienes hayamos de financiar a la banca con esos "rescates" cuyos intereses salen de los recortes que sufrimos día sí y al otro también.
    Hemos hablado a menudo aquí sobre la responsabilidad individual de los actos de cada cual, y enmascarar la propia incompetencia bajo el marbete de la "injusticia social" no lo veo honesto. ¿Pero dónde se piensa que entraban quienes pedían (o aceptaban) esos generosos créditos exorbitantes?, ¿en casa de la hada madrina? En el fondo de la crisis late el desamparo de quienes no han querido o no han podido formarse y están (estamos) indefensos ante los "tiburones" financieros que no atienden sino al dios Beneficio.
    Reivindicar el cobijo del Estado, poniendo nuestro destino en sus manos, convierte en menores de edad, en seres desvalidos, a las personas, y las vuelve dependientes y fanáticas, como se advierte en los seguidores de Chávez.

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    1. 1/2

      No discutiré las bondades del sistema neoliberal capitalista transoceánico, tan efectivamente llevadas a sus últimas consecuencias por sus partidarios y asalariados, los mercenarios del dinero: basta para ver que han cumplido a rajatabla y a la perfección su programa e ideario con darse una vuelta a lo largo y ancho del mundo.

      Tampoco discutiré, bajo ninguna circunstancia y aunque me claven alfileres bajo las uñas, que los países llamados socialistas, por ser suaves, comedidos y hasta educados, han sido incapaces de cumplir precisamente sus expectativas, su programa, y no han sabido salir del marasmo de la corrupción que tanto critican (o criticaban) del sistema capitalista, del que no logran ser, si no fuera porque cuesta miles de vidas, pobre y esperpéntico remedo.

      Y mucho menos pondré en duda, Juan, que la sociedad española, en conjunto y aunque esté mal generalizar, somos poco menos que iletrados, analfabetos funcionales e ignorantes de todo, incluso de las más básicas normas que el decoro, el respeto y la (buena) costumbre imponen a cualquier ser humano.

      No obstante, de reconocer todo lo dicho y aún más a admitir que no ha existido (¿existe todavía?) una inmensa y asquerosa confabulación de diversos sectores de la vida pública y privada para redondear cuentas y balances, robar todo lo posible y engañar, con mil argucias e infinidad de letras pequeñas a una porción considerable de los habitantes de este país, media un espacio y un tiempo que no soy capaz, sinceramente, de asumir. Como hombre pacífico, me repugna cualquier violencia, incluso si se ejerce en nombre de los más altos y sagrados valores (¿Patria, Dios…?), incluida, por supuesto, la venganza, que desde hace unos pocos siglos se arroga en exclusiva el Estado. Por eso, también, tengo que denostar el sistema empleado para comprometer a los políticos en sus propias casas. Pero no trata de eso principal y exclusivamente mi entrada. Lo que realmente se plantea es si los derechos de uno valen más que los de otro, si es verdad que de verdad vivimos todos juntos en un Estado de Derecho donde imperan el respeto, la ley, la igualdad ante ésta… Decía Orwel en Animal Farm, a través del cerdo Napoleón, que «all animals are equal, but some animals are more equal than others». Bueno, pues parece que es así, somos todos iguales pero no. Y ya sabemos que esa pequeña diferencia, hoy más que nunca, la marca el poderoso caballero.

      Con respecto a posibles trazas de demagogia en mi amontonado discurso, diré que puede, que quizá… habría primero que definir el término, o cuando menos cuestionar lo que se entiende por tal. A lo mejor, en realidad, es pedagogía descarnada, que muestra la realidad a la que tememos enfrentarnos. Pero no puedo moverme un ápice de lo dicho: tanta culpa tiene, en los errores de sus padres, el hijo de un diputado como el de un desahuciado, es decir, ninguna, y por eso mismo no se puede alegar que, al ser el desahuciado un irresponsable porque tenía perfecto conocimiento de causa cuando firmaba (me disculparás si esto lo pongo en duda muy amplia, aunque solo sea por experiencia personalísima), su hijo sí pueda sufrir la violencia que implica un lanzamiento judicial en tanto el hijo de un político (a quien habrá que otorgar, por cierto y en igual medida, perfecto conocimiento de causa de todos sus actos, incluso cuando prevarica) no debe soportar la violencia de los manifestantes a la puerta de su casa, hogar del que tiene la suerte de no verse privado. Si esa balanza que dices es la de Iustitia, todos sabemos que esta señora no es ciega sino tuerta, y por supuesto pesará más, mucho más, el platillo que contenga los derechos de cualquiera sobre otras opciones. Siempre que este cualquiera no sea un cualquiera, claro.

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    2. 2/2

      Me niego a dar crédito (como los bancos, vaya) a quienes dicen, o digan, que la crisis es responsabilidad de los que hemos firmado hipotecas porque sabíamos a qué nos estábamos comprometiendo en ese acto. Este escribidor, que no se tiene por muy estúpido o ignorante, es, a día de hoy, incapaz de comprender ni la mitad del articulado de cualquier contrato de carácter mercantil, financiero, económico o similar. Las leyes, desgraciadamente, las redactan personas oscuras, de muy pocos escrúpulos y muchos complejos, que escriben en lenguajes decimonónicos especialmente enrevesados, lo cual les garantiza el monopolio de lo legislado y la total sumisión de los sujetos obligados (nosotros) a un sistema endogámico, sectario y cerrado, al cual solo los duchos en leyes pueden acceder, salvo algún fontanero que otro de vez en cuando.

      En cuanto al Estado, Juan, ¿acaso no estamos en sus manos de cualquier forma? Si el Estado no puede proteger a sus ciudadanos, si no es capaz de realizar el esfuerzo de cobijar y amparar (que no subsidiar, ojo) a quienes constituyen el grueso de sus fuerzas, entonces, ¿para qué queremos al Estado, más allá de servir de órgano recaudatorio del que se amamantan una extensa cohorte, qué digo cohorte, una legión entera de hambrientas hienas de dientes relucientes y sonrisa lúgubre? ¿Para qué seguir sosteniendo con impuestos una estructura ruinosa y corrupta que solo procura el bienestar de quienes están al mando? Me quedo perplejo al ver cómo los máximos representantes del capitalismo, detractores feroces del intervencionismo estatal, es decir, la banca y la gran empresa, reclaman en cambio apasionadamente la ayuda del Estado para sanear sus doloridos riñones, me río y lloro. Los hombres siempre hemos sido desvalidos, Juan, siempre, y solo agrupándonos, cooperando y coordinándonos sabemos salir adelante. Por eso y para eso se construyeron los Estados, pero al parecer con muy malos planos y peores ingenieros.

      Concedo que quizá muchos nos hemos engañado solos, pero concede, Juan, que es también mucho lo que nos han engañado, y aún continúan haciéndolo con cada RD, con cada esperpéntico amago de ley, con cada intervención pública, con cada reunión, con casi cada palabra que sale de sus mendaces bocas… ésos, los políticos, los que hacen de una alta misión cívica estandarte de todo tipo de corruptelas y vergüenzas, y tanto me da en qué bandera o color se escondan.

      Ni pseudosocialismo ni liberalcapitalismo, y tampoco eso que dicen tercera vía, que aún falta que alguien lo explique. Sé que es imposible, o por lo menos muy difícil, convencer a nadie de nada que no quiera ser convencido, incluso si los argumentos son demoledores. Pasó siempre así. Sin embargo, prefiero la palabra al fusil, porque cuando se emprende este último camino es ya imposible retornar. Pero no le cierro definitivamente la puerta, porque siempre puede ser necesario encontrar una salida…

      Un abrazo

      Pd.: Ruego de tu benevolencia que disculpes tan agotador discurrir, pero se me calentó la boca.

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  5. Participo muy íntimamente de ese calor, que es, sobre todo, el de la indignación y el del hartazgo de que nos tomen por gilipollas y por esclavos del sistema. En mi planteamiento había más de cuestión de principios que de aplicación a los casos concretos, por hirientes que sean. Y que conste que toda acción popular contra los desahucios me parece legítima siempre que se circunscriba al ámbito de las competencias de cada cual. Que vivimos acechados por el engaño, de acuerdo; que somos presas fáciles del sistema, de acuerdo; que tendríamos que ser abogados al margen de nuestra profesión, casi que sí; que el sistema está montado para esa prevaricación constante, de acuerdo; que, en consecuencia, deberíamos acabar con el estado, pues no, porque ahí coincidimos con esos neoliberales que, acabado el estado, nos hacían regresar en un año a la esclavitud del XIX, que es la misma que la de Kunta Kinte, y de nuevo volvería a comenzar la historia de la liberación progresiva, de la protesta medida, de las reivindicaciones "razonables". Hay que "asaltar" el estado de modo que no saltemos todos por los aires con él, me parece a mí. En el fondo, se trata de debates viejos como el mundo y como la democracia. Estos días estoy revisitando "Un enemigo del pueblo",de Ibsen y creo que te sentirías identificadísimo con el protagonista. Yo también. El debate intelectual sobre la masa y el individuo, sobre la ignorancia y la eduación sigue siendo el mismo aunque hayan pasado dos mil años de historia. He de reconocer que no me gusta la masa, con sus verdades del barquero; y que ser un individuo libre con convicciones propias puede conducir, por lo general, a la soledad, si no al ostracismo, pero apechugo con ello. En el ínterin de cómo se resuelven las cosas, siempre es un consuelo debatir contigo.

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    1. Mutuamente nos consolaremos entonces, Juan, ahora que todavía no lo han mercantilizado. No es mi intención liquidar el Estado, porque sé que el hombre es ingobernable, y siempre necesitaremos a alguien al frente del negocio. El problema (para la mayoría, claro) radica en que esos que deberían liderarnos no estén a la altura, ahí comienza la matanza... Por otra parte, sin pretender ejercer de abogado del diablo, también entiendo la postura de quienes se ven ante un inmenso poder: "¿Por qué debo tener tanta consideración con todos estos que me han elegido, por qué debo repartir justicia y paz a todos por igual? No, daré lo mejor a mis mejores y el resto, y solo en la medida en que sea preciso, a la plebe vociferante, masa, sí, pero masa necesaria. Y administraré la violencia sabiamente, lo justo para no rebasar el punto crítico". Y es que la violencia, considerada en su esencia y como todas las demás cosas del mundo, no es buena ni mala, o según para quién: será devastadora para los que la sufran, pero estupenda para quienes la ejerzan con resultados que les reporten beneficio, sean cuales sean sus últimas intenciones (luego está la violencia autotélica, que es la que practican los tontos, sin más, pero no se trata ahora de eso).

      Conste que pensaba concederte el honor de decir la última palabra, pero todavía sigo caliente..., aunque, por supuesto, tienes derecho de réplica.

      Un abrazo.

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  6. Naturalmente que el ejército francés (yo estoy con los "afrancesados") le exigía a Castaños que se enfrentara en campo abierto, en formación y de frente. Naturalmente, también, Castaños seguía sus propias reglas y atacaba por la espalda cuando podía. Está muy bonito que se combata a los diputados de 9 a 10 y en la puerta de las Cortes; ocurre el minúsculo inconveniente de que la policía no deja pasar.
    No me gusta esa palabra, escrache; me suena mal. Pero no veo la violencia de que la familia sepa lo que piensa la gente de sus miembros. En cualquier caso, sospecho que para nadie habrá novedad. No estoy dispuesto a creer que los niños ignoran quién es su padre. Yo sabía perfectamente quien era el mío, con sus virtudes y defectos. Los niños ni son ciegos ni tontos y no hay canallas o héroes que solamente lo sean en horario laboral.
    Lo que me gustaría ver es que se desarrollara objeción de conciencia acerca del trato a ciertas personas. Imagino: "Mi conciencia no me permite darle a usted la mano al presentarnos. Mi conciencia no me permite servirle a usted la comida en este restaurante. Mi conciencia no me permite aceptar su dinero para venderle esta entrada del cine." Creo que si la sociedad señalara y aislara a los indeseables el producto de su rapiña sería más completo: dinero, sí, junto con el aislamiento social.
    Para terminar, diré que siempre me duele ver esa imagen que los medios de la corrupción difunden sobre los países socialistas extendida y aceptada. Ya comprendo que es igual de inevitable que sea así como que me duela.
    Saludos cordiales, abrazos y abrazas.

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    1. Andaba uno trasteando ya con la siguiente entrada, para que no me pongan falta, y hete aquí que voy y me encuentro con tu comentario, Animal. Como uno es de natural educado y respetuoso con casi todo el mundo, al menos con quien pienso que merece tal, no faltaré a mi deber y obligación de darte cumplida respuesta, con tu permiso, claro.

      Siempre he pensado que para ver es necesario cambiar la perspectiva, es decir, el punto de vista. Quizá por eso, por nuestra frecuente incapacidad para hacerlo, es por lo que nos gusta, a cambio y para compensar, polemizar con todo, o casi. Que uno no vea los motivos del otro no significa que no los haya o los tenga (el otro): solamente quiere decir que uno no los ve. Pero, si hacemos un ligero aunque controvertido esfuerzo, a lo mejor sí somos capaces de ver lo que el otro ve. Aunque no nos guste una pizca lo que entonces veamos. Quiere todo esto decir que no solo existe en el mundo nuestra concepción de él, por más que sea la que más nos gusta, conviene y favorece.

      Tienes toda la razón (es una forma de hablar, para entendernos) al decir que ese vocablo no te gusta: a mí tampoco, es malsonante. No he indagado sobre su origen porque no deja de ser, como tantas, una palabra advenediza sacada a relucir por cierta prensa partidista. Lo que no comprendo es por qué no usamos otra tan castiza como pataleo. En fin, que a lo que voy es que a los niños, cuanto antes se les meta en harina, mejor, para que aprendan, incluso en carnes vivas, qué cojones es eso que hay al otro lado de la puerta blindada de su casa. Así que ahí coincidimos (en otras cosas también, como sabes, aunque nos guste matizar, lustrar y aristar cada palabra).

      No obstante, en lo que discrepo es en tu percepción sobre la corrupción, o no, de los mal llamados países socialistas, que yo califico de pseudo con bastantes razonamientos, tanto históricos como actuales. La corrupción es una epidemia consustancial al hombre, y donde éste se instale la lleva consigo como los perros asilvestrados las garrapatas. Y no se libra de ella ningún sistema, llámese como se quiera denominar. El ideal al que debería tender y atender se diluyó en la marea del tiempo, y ya no está Marx a mano para que vuelva a dar lecciones de política o economía. Hasta los que se dicen marxistas renegaron de él, ya ves... Sí que es inevitable, Animal, sí que lo es...

      Un abrazo.

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  7. 1/2 Bastantes dirigentes políticos actuales tienen la piel muy fina en cuanto se les pone algún obstáculo en su camino. Ponen el grito en el cielo porque hay grupos que les hostigan a la puerta de sus casas. Estando de acuerdo –que lo estoy- con que la puerta de un domicilio particular no es el lugar adecuado para protestar por la política seguida por un partido político, no puedo por menos que ponerme en la piel de aquellos afectados por un desahucio (o su inminente ejecución), que pensarán que el perjuicio que se le causa a un político y su familia chillando, e incluso insultándole, no es comparable con lo que están sufriendo ellos mismos. Por supuesto, llamar nazis o filoetarras a quienes protagonizan esas algaradas no tiene dos pases. Y ¿qué es eso de que se quiere “violentar la voluntad popular”? ¿Acaso un partido no puede recibir críticas a su política durante 4 años? Está mal manifestarse a las puertas del Congreso, está mal llamar criminal a un representante de la Banca, que tiene el descaro de decir que la legislación actual no es causa de los desahucios. Lo único que no está mal es dejar a los representantes legítimamente elegidos legislar libremente durante 4 años (cuando pasen los 4 años elegimos a otros, en eso estoy de acuerdo, pero mientras tanto, los desahuciados se van a vivir bajo un puente y esperan a que se produzca un milagro y los políticos se ofendan tanto ante su situación como ante el hecho de tener a unas cuantas personas en algún momento a la puerta de sus casas…). Porque, acogiéndose a la legitimidad de los resultados electorales, nadie podría criticar la actuación de un gobierno. Yo creo que no hay mucho que aclarar al respecto. Patéticas, por tanto, estas palabras y deplorables las actitudes de quienes las siguen, por interés propio o por ignorancia no exenta de tufo autoritarista.
    Insisto: no estoy de acuerdo con ir a la casa de ningún político (y no sólo por los niños, sino también por la mujer, los padres, los abuelos, etc. y hasta por el propio político afectado; dejémonos ya de sacar los derechos de los niños hasta en la sopa y pongámoslos en pie de igualdad con los del resto de los mortales: que con la edad no se pierde todo derecho al respeto); si uno está en contra de la violencia, lo tiene que demostrar en las situaciones más al límite: en el resto de ocasiones es muy fácil manifestarse contra la violencia. Es incoherente, en mi opinión, decir que uno no es partidario de la violencia para acto seguido manifestar que uno es «partidario de la razón en su amplio espectro, del que la violencia forma parte sustancial y básica»; para eso, digamos que «soy partidario de la violencia, pero sólo en situaciones límite, según mi criterio personal». Ahí podremos discutir la bondad o no de tal aseveración, pero no su coherencia. Pero, retomando el tema de fondo, tampoco estoy de acuerdo en dejar morir una urgentísima reforma de la Ley Hipotecaria que proteja de la indigencia y el desamparo a miles de familias. ¿Qué es eso de proteger el derecho a la propiedad privada por encima del derecho a una vida digna, con un techo bajo el que cobijarse? ¿Hay que aguantarse e irse a la calle cuando uno ha perdido su puesto de trabajo y la situación laboral actual -fomentada por unas políticas que demuestran día tras día su ineficacia- no permite en modo alguno conseguir un trabajo nuevo?
    La verdad es que el tema de los escraches se puede resumir, en mi opinión, en una frase: Escraches sí, pero en cualquier sitio, excepto en el ámbito de privacidad de los políticos, que son personas a las que hay que respetar, como a cualquier otra. Y exigirles su responsabilidad como a cualquier otra: en su ámbito laboral, ya que un político, en su casa, no elabora ni modifica leyes. El escrache en el domicilio de un político lo único que ha conseguido es que se desvíe (interesadamente, pero con una excusa bien fácil de plantear) la atención de lo verdaderamente importante (la situación en la que queda un desahuciado) a lo accesorio (las molestias – yo no las llamaría mucho más que eso- que sufre un político y su familia)

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  8. 2/2 Por otro lado, me gustaría tocar el tema de si el afectado por un desahucio entiende las cláusulas del contrato que firmó, aunque para el fondo de la cuestión lo encuentro irrelevante. Seamos claros: En el 99% de los casos el problema no deriva del oscurantismo de los contratos hipotecarios (eso es echar la culpa al empedrado): Entiendo que, en ese porcentaje de casos, la cuestión es si uno, cuando firmó la hipoteca con el banco, era consciente de su situación laboral en aquel momento: si su trabajo era suficientemente remunerado como para poder afrontar las cuotas mensuales durante todo el tiempo de vigencia del contrato y si, en aquel momento su trabajo era más o menos fijo (en opinión del interesado), no adquiriendo un compromiso fuera de su alcance; en este caso, considero que se firmó adecuadamente la hipoteca. Resumiendo: la cosa se reduce básicamente (evidentemente, puede haber matices) a una ecuación estimativa de “capital suficiente + seguridad en su percepción”. Cosa distinta es que hubiera personas que firmaran de manera arriesgada, o sea, sin tener en cuenta que su situación económico-laboral no era especialmente boyante y/o estable, una hipoteca cuyas cuotas no pudiera afrontar en el momento en que dicha situación variara negativamente, sabiendo el sujeto firmante que ello podría ocurrir con relativa facilidad. Eso implicaría, en mi opinión, una cierta responsabilidad por parte del hipotecado, aunque el banco le hiciera ver que no había ningún inconveniente y que le prestaba “sin problemas”(¿?) todo el dinero que le hiciese falta.
    Sin embargo, insisto, esto no lo veo relevante porque, incluso en este caso, los poderes públicos no pueden dejar desamparadas a estas personas, por dos motivos: 1) En modo alguno el Estado puede abandonar a su suerte a ningún individuo: la cuenta de resultados de un Banco no está por encima del bienestar de ninguna persona. 2) el Banco, efectivamente, es corresponsable de los impagos de este individuo, ya que, igual que digo que el individuo debería prever su propia situación, también el Banco, a través de los documentos que solicita antes de conceder el préstamo, debería ser consciente de ello.

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      Sinceramente, estoy casi extenuado. No pensé que estas pocas líneas de nada dieran para comentarios tan extensos, amenos e inteligentes. Agradezco sinceramente a mis contertulios blogueros esta muestra de interés y deferencia.

      Bueno, amigo Requejo (porque eres amigo, ¿no?), trataré de no desentonar en la respuesta que se te avecina, aunque algunas cosas ya las haya desglosado en anteriores comentarios. En primer lugar, coincido también contigo, como no podía –ni debía– ser de otra manera, en que nos han salido algo flojillos estos que se llaman señorías. Efectivamente, si han recibido nuestro encargo de representación parlamentaria también deben apechar con las correspondientes reprimendas, cuando procedan, que ya está bien de meterse el sueldo sin sudarlo. Que no es la forma más adecuada de hacerles ver el cabreo, la indignación y el hartazgo populares, pues puede que también. Pero no es menos cierto que, en situaciones desesperadas, echamos mano de soluciones igualmente desesperadas, sin caer en la cuenta, normalmente, de si se ajustan a derecho o no, entre otras cosas porque no solemos ser abogados casi nunca y casi nadie (de los que protestamos). Es lógico, por otra parte, que ellos, los políticos, vean mal nuestra forma de protestar, siquiera sea porque su manera, en sede parlamentaria, es más educada, más civilizada y, sobre todo, mucho menos desesperada (no creo que a ninguno de ellos le amenace el banco con un desahucio, ni les llame una empresa buitre, digo de recobro, todos los días media docena de veces, ni les aporree la puerta el agente judicial con la orden ejecutiva de lanzamiento…). Cosa distinta es cuando les pillan con las manos en la saca, y entonces les llama el juez, el fiscal, Hacienda y toda la peña, entonces parecen menos flemáticos ya…

      En segundo lugar, para no extenderme tanto, no veo incoherencia alguna en cuanto digo, a pesar de ser acuario, sin que eso quiera decir nada, claro. Se puede estar en contra de algo en sentido lato, en este caso la violencia, como principio fundamental, y sin embargo no dejar de reconocer que en ocasiones pueda ser necesario recurrir a ella, porque quien quiera poner la otra mejilla, además de buen cristiano será un perfecto idiota. Puedo ser pacífico sin tener que ser necesariamente pacifista. Son cosas distintas, y conviene no perderles la cara. Un ejemplo: si digo que me gusta el cine no miento aunque después matice que las películas musicales, por decir algo, no me van mucho. O por pasiva, no me gusta el cine pero no pierdo ocasión de ver una buena cinta de terror. Yo qué sé... No podemos pretender el purismo absoluto, Requejo, la vida está compuesta por infinidad de circunstancias de las cuales solo una ínfima parte quedan bajo nuestra esfera de influencia, digamos lo que digamos. El control solo es, en nuestra existencia, una mera aspiración evanescente…

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      Tercero, ya vamos acabando, el rodillo del partido gobernante hará inútiles todos los esfuerzos de la oposición, suponiendo que opositara algo. Este escribidor prohibiría las mayorías absolutas como única vía para, quizá de verdad, que el arco parlamentario representara equitativamente los intereses de todo el país y no hubiera más remedio que pactarlo todo. Claro que se han cargado la ILP, como tantas cosas, como la SS, como la educación (lo que quedaba de ella), como el sistema de protección social… con la excusa de la crisis han metido la pala y van a dejar España hecho un solar donde solo ellos (todos los políticos, en general) vivan como nueva especie. Para los políticos no hay nombres ni padecimientos ni desesperación detrás de los ciudadanos, sino solamente estadísticas, fácilmente manipulables.

      Por último, sobre la (i)responsabilidad, ahí tenemos que compartir la opinión, ya ves, aunque en todo caso debería ser la entidad financiera la que cargara con el mayor porcentaje de la deuda contraída, porque en una mesa de igual a igual, sin la publicidad engañosa y la presión social imperantes en los tiempos de la burbuja, ante un notario imparcial, creo que ningún hipotecado habría firmado las abusivas cláusulas del contrato, según las cuales toda la responsabilidad (ahí sí) recae en el pobre iluso que piensa haber hecho el negocio de su vida… Me gustaría saber, aunque creo que no hay estudios al respecto, o al menos los desconozco, la extracción sociocultural de todos y cada uno de los desahuciados en este país, porque a buen seguro que ningún ciudadano de bien con ingresos suficientes para pagar asesoramiento de expertos se ha visto en esas desagradables y tristes circunstancias, como tampoco aquellos cuyos conocimientos sobre legislación sean patentes y manifiestos: siempre es más fácil engañar a los tontos, a los pobres ignorantes e incultos crédulos y los que esperaban demasiado de sí mismos y de los demás, para lo cual en España se montó un tinglado descomunal de trileros.

      Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...