domingo, 11 de octubre de 2009

Una de tontos...


Escrito desde las antípodas del conocimiento, resulta cuando menos dudoso exponer razones e ilustrar qué cosa sea la inteligencia en un mundo en que la especie dominante la forman aquellos que se agazapan en la cabecera de este artículo.


Y aunque sea cosa de risa, da por cierto también que llorar contemplar cómo se ve a sí mismo el tonto. Va para largo el cavilar, ¿eh? Concluyo: el tonto no se ve, y por ello no sorprende que cuando los científicos designaron las diversas capas que envuelven la Tierra, o sea, litosfera, hidrosfera y atmósfera, incomprensiblemente se olvidaran de la tontosfera, hábitat natural de los susodichos, que a más de casa también tienen gobierno. A instancias de su despropósito, mayor incluso que su desatino, imaginen la suerte de la inteligencia, si la hubiere, tan extraña y perdida entre nosotros, ¿qué podrá hacer sino correr a esconderse en una fronda?


Por raro que parezca en este encuentro, los unos emulan a los otros sin entenderse nunca, y así es que vivimos en un mundo de tontos que gustan de disfrazarse de listos, por aquello de que ser tonto está mal visto, y de inteligentes que prefieren ser tomados por tontos, pasando entre ellos de puntillas. Y es que siendo como son, temeridad amparada en el número, esto último no resulta tan tonto hacerlo, que miedo da multiplicar su potencial sabiendo que uno solo basta para arruinarte la vida.

Ni que decir hay de su poderoso instinto de conservación, cosa admirable de verdad. Lo siguiente será elucidar las leyes que les rigen, porque su único desacuerdo radica en la selección de la mayor tontería; por lo demás ¡maravilla! jamás se contradicen.


En los momentos de mayor inspiración, ya conscientes de su propia estupidez, tienen a gala desinhibir su perseverante autoprotección, practicando una suerte de artero mimetismo vital que les hace tan refractarios como inmunes a la cosa de la razón. Descabezando, los vemos con desapego deshacerse de ella en su afán de envilecerla, enfangarla y oscurecerla a los ojos de todos, quiero decir, de todos los tontos, aunque en su trágico ímpetu carnavalesco la alaben hasta enmudecerla, y así, por real decreto, a la inteligencia sólo le queda llorar.

Las miserias de este azar, que rinde culto a la razón sin saber lo que ésta es, me desperezan cierta lacónica ironía, pues como decía Cicerón, stultorum plena sunt omnia.


¿Podemos soñar con otra cosa...? Tal vez, pero lamentablemente no podemos verla.




2 comentarios:

  1. ... Y por si el mundo real estuviese poco lleno de tonterías, aquí me presento, dispuesta a soltar las amarras de otra nave virtual que aumente la ración de estulticia que puede hallar el navegante:

    milibrillopillo.blogspot.com


    Aún lleva poca carga en sus bodegas, pero no teman, la ignorancia es muy atrevida y quien hace un cesto hace ciento ...

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  2. De todos modos, prefiero ser considerado tonto por un tonto que ser visto como tonto por un inteligente. Por tanto, si la especie dominante son los tontos, es para alegrarse ser considerado como un elemento perturbador y marginal. Quien desee lo contrario es un vendido y un ser sin principios morales, al que lo único que le interesa es "el qué dirán" y no "el qué diré yo".

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...