jueves, 26 de noviembre de 2009

Clamor

 Olvidar toda la pesadumbre
 en esa inclinación de los ojos
 en que abandonas todo
 y de todo escapas
 durante las horas largas,
 inhábiles en el pensamiento.
 Huir por el placer
 de no quedar en nada
 ni en nadie.
 Volver al gozo del niño
 imaginando dónde deseas estar
 mientras ondeas la bandera
 de libertad por segundos
 dejando atrás
 la soledad
 y la tristeza,
 el vacío
 y la nostalgia.
 Respirar de nuevo
 aquel éxtasis
 traído por el viento,
 golpeando los cristales de color,
 vibrantes,
 implorantes de trémulos silencios.
 Cruzar el puente del dolor
 con la voluntad.
 Aventar entre los huecos
 de pared,
 la ingratitud, el despecho,
 la soberbia, el yo minúsculo
 que nos haría tan mínimos.
 Extraer los hierros
 hendidos
 de la incomprensión
 y esa indolora indiferencia
 clavada en la voz.
 Relatividad de absurdos
 para consumir
 todos los odios.
 Aquí o allí
 despertar en las letras
 de una nueva canción,
 en cualquier lugar,
 y enterrar sigilos y tabúes,
 comenzar a olvidar.
 Descubrir aquello
 que te haga
 feliz,
 seguro
 y un ser
 Propio.


       Y.M.S.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...