Olvidar toda la pesadumbre
en esa inclinación de los ojos
en que abandonas todo
y de todo escapas
durante las horas largas,
inhábiles en el pensamiento.
Huir por el placer
de no quedar en nada
ni en nadie.
Volver al gozo del niño
imaginando dónde deseas estar
mientras ondeas la bandera
de libertad por segundos
dejando atrás
la soledad
y la tristeza,
el vacío
y la nostalgia.
Respirar de nuevo
aquel éxtasis
traído por el viento,
golpeando los cristales de color,
vibrantes,
implorantes de trémulos silencios.
Cruzar el puente del dolor
con la voluntad.
Aventar entre los huecos
de pared,
la ingratitud, el despecho,
la soberbia, el yo minúsculo
que nos haría tan mínimos.
Extraer los hierros
hendidos
de la incomprensión
y esa indolora indiferencia
clavada en la voz.
Relatividad de absurdos
para consumir
todos los odios.
Aquí o allí
despertar en las letras
de una nueva canción,
en cualquier lugar,
y enterrar sigilos y tabúes,
comenzar a olvidar.
Descubrir aquello
que te haga
feliz,
seguro
y un ser
Propio.
Y.M.S.
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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...