miércoles, 9 de diciembre de 2009

De pena (a vueltas con la enseñanza)

Me he resistido durante bastante tiempo a escribir estas líneas por la dureza que puedan encerrar sus palabras, pero si no lo digo reviento: dan pena estas levas de docentes, un mal endémico.

Todos ustedes saben a estas alturas que trabajo como profesor de Secundaria, y aunque probablemente sea uno más del montón, intento siempre hablar y escribir con la máxima corrección posible. Algunas veces, quizá muchas, puede que no lo logre, pero lo intento. Éstos, en cambio, ¿qué hacen aparte de hedonizarse a conciencia? Sólo los diferencia de sus pobres y ágrafos alumnos ese título que ufanos han colgado en la pared del comedor familiar.

Asistimos lastimosamente al constante empuje de las nuevas generaciones que surgen de las sombras de la estupidez lastradas para siempre por su ignorancia y soberbia. Que la educación es un derecho universal, o al menos nacional constitucional, es sabido y manido. Pero el uso que se hace del tal derecho... El sistema educativo incide extraordinariamente en los planes de estudio como meta en sí mismos, sin prestar la necesaria consideración a los planteamientos de tipo emocional, racional, esos que, no formando parte de ningún proyecto curricular, condicionan al individuo, lo forman para algo más importante que una carrera o profesión: ser humano.

¿Y qué tenemos? Una completa generación de tontos globales más pendientes de la información que del conocimiento, unos individuos que atienden mejor a la doxa que al logos sin tener ni idea, además, de qué cosa sea ninguno de éstos. Aprender para saber, saber para entender, comprender para mejorar mediante la praxis sensata.

El aparato pseudodemocrático que alumbró el país en los años setenta corrigió serios desequilibrios y carencias de orden social y político, pero no fue capaz de asentar un verdadero sistema educativo coherente, destrozando, de paso, lo poco o mucho que de bueno tuviera el hasta entonces vigente. Y no me refiero sólo y exclusivamente a los tan denostados respeto y disciplina que ahora parecen ausentes de las aulas —quizá no nos hemos parado a pensar que si no están en los centros docentes puede ser debido a que tampoco es posible encontrarlos en los centros directores, en las asambleas parlamentarias, en los puestos de trabajo, en el autobús, en el mercado, en el cine o en la su puta casa.

Siempre echando la culpa a los chavales, y ellos son sólo el reflejo a pequeña escala de esta sociedad podrida hasta la médula, ansiosa, egoísta, globalizada, competitiva, derrochada, coprolitizada... dirigida por un puñado de sujetos que se autodenominan pomposamente políticos y que miran para otro lado cuando toca tomar decisiones cuyos resultados, por más que beneficien al conjunto de la sociedad, son a tan largo plazo según sus intereses que ningún rédito electoral les reportaría.

Decía que esa tontocracia instaurada en 1977 y que muchos, sobre todo los que habían nacido en los años del Dictador, consideraban la panacea cósmica, trajo de la mano la educación para todos, algo muy democrático. Pero en el camino, como era necesario cambiar las cosas, se modificó entre otras el sistema de becas, antes casi exclusivamente reservado a los alevines del régimen, pero que ya contaba con una herramienta previa que era la Ley General de Educación de 1970, impulsada por la demanda de una mayor movilidad social y alumbrada en los estertores del franquismo. Y se transformó hasta el punto de desvirtuarlo por completo al hacerlo extensivo, cual Seguridad Social, a todos los alumnos, rebajando continuamente el nivel no ya de renta familiar, lo cual es muy recomendable si es que se quiere fomentar de verdad la igualdad de oportunidades con independencia del nivel económico, sino de capacidad intelectual requerido para acceder a la ayuda. De modo que daba igual suspender que aprobar —lo mismo sucede ahora—, pues superando un ínfimo umbral que cada vez es menor se tiene garantizada la beca y por consiguiente el acceso a los sucesivos niveles educativos no obligatorios, un acceso cada vez más y más fácil gracias a nuestros queridos dirigentes.

De resultas la Universidad, otrora centro de conocimiento y de prestigio, fue tornándose, con el paso del tiempo, lugar de acogida de todo tipo de animales, algo así como un gran establo donde cabían todos, tanto los que habían demostrado su capacidad para estar allí como quienes llegaban con una beca bajo el brazo y las bendiciones del Estado. Prueba de ello es que las universidades españolas están ausentes de la excelencia mundial por más que algunos sean aún optimistas.

Pero, ¡ay!, una cosa es que se regalen las becas y otra muy distinta los títulos universitarios. Por experiencia sé, digo y mantengo que una parte muy elevada de alumnos no merecen la titulación que obtienen, aunque me van a permitir la licencia, dada la variadísima casuística del asunto, de no abordarlo aquí y ahora. El círculo se ha completado. Unos pésimos y mediocres alumnos se hacen merecedores de privilegios impensables en otro momento y prolongan su permanencia en las aulas hasta alcanzar la meta, es decir el título, amparados primero por una generación de profesores condescendientes y ávidos del anhelado cambio político y luego por otra algo menos preparada fruto de las disminución de los umbrales del propio conocimiento, y después por otra todavía menos formada que a su vez rebajó más aún el nivel de exigencia y... ¿seguimos?

Quizá ese sea el motivo y la razón de tantos errores médicos, de tantos edificios y puentes con tales fallos estructurales que incluso se vienen abajo, de tantos dirigentes iletrados, de un sistema económico en manos de aves de rapiña... Por suerte aún hay profesores excelentes y alumnos brillantes que saben escapar a esta marea, pero cada vez son menos... y desgraciadamente quizá insuficientes. Desde aquí mi reconocimiento a su esfuerzo.

El progresivo retraimiento en las obligaciones docentes de una masa creciente de profesores en la mayor parte de los niveles y las titulaciones ha dado como resultado una serie de generaciones de alumnos-profesores cada vez menos preparados académicamente y, lo que es peor y más dramático, con una formación humana inexistente. De modo que, cuando leo o escucho a los nuevos maestros (término usado en sentido amplio), es para esconderse en un cuarto oscuro y romper a llorar, porque a su nulo bagaje de valores se une el más absoluto desconocimiento de la lengua a través de la cual tienen la alta misión de ser transmisores de conocimiento, un conocimiento, claro, que no poseen. Así que asunto resuelto: si no tienen nada que enseñar, ¿qué importa que no sepan usar el idioma en el que deberían hacerlo?

Son los daños colaterales de esta democracia nonata y ya enterrada. Y a tenor de lo que llevo escrito, no creo que pueda nadie acusarme de corporativismo.


6 comentarios:

  1. Ospitis que diatriba!!!
    Vale que la situación de la educación en España no es para tirar cohetes, pero este pesimismo atroz y este desprecio que destilas me parece excesivo (en mi humilde opinión, claro está, que como proviene de una docente de esas que desprecias no tendrás en la más mínima consideración).

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  2. Suscribo la opinión de Oki, pero también -en una PEQUEÑA parte- la de Javier.
    Oki, es POSIBLE que Javier no desprecie tu opinión, ya que uno de sus comentarios es que aún hay unos pocos alumnos y profesores brillantes que se salen de la mediocridad generalizada, y es POSIBLE que tú seas una de esas excepciones.
    Cierto es que se ha rebajado el nivel de la enseñanza, generalizándola excesivamente y haciendo de la educación universitaria un coladero en el que desembocan alumnos que quieren ampliar su período educativo por el área universitaria, en vez de por el área formativa profesional. Y así, tenemos luego a multitud de gente haciendo oposiciones de lo que pilla o colocándose en empleos que nada tienen que ver con su formación universitaria. Y que la formación humana y moral del profesorado y padres -que constituyen la parte responsable; del alumnado habría que hablar en otro apartado y con otras responsabilidades- parece cuando menos, escasa, dedicándose en no pocas ocasiones unos a dar clase como sea y salir del aula en cuanto pueden y otros a conseguir que sus vástagos aprueben de cualquier modo sin importarles si lo merecen. PERO ESTOY SEGURO DE QUE TAMBIÉN HAY MUCHOS EJEMPLOS CONTRARIOS (de hecho, yo conozco unos cuantos, por ambas partes, y no creo tener la suerte increíble de haber dado con todas las raras excepciones) y, probablemente, más de los que pensamos. Tenemos tendencia a ver solo lo negativo y no lo positivo, que es mucho menos llamativo. En esa parte, concuerdo -ya digo que parcialmente- con Javier.
    En lo que no concuerdo (y sí con Oki) es que -una vez más- la perorata de Javier adolece de unos excesos de forma y de fondo abrumadores. ¿Es que todos hemos sufrido errores médicos por doquier? ¿Es que los puentes y los edificios con fallos estructurales están generalizados? Y, en relación con la "tontocracia instaurada en 1977", ¿pensamos que ha sido un retraso en España? Una cosa es que no sea perfecta, ni mucho menos, y otra es que andemos denostándola de esta manera, estimado Javier. Yo, por ejemplo, considero que el sistema español de salud tiene muchos problemas y es altamente imperfecto. Pero no por ello dejo de reconocer que hay gente del Centro y Norte de Europa -donde quizás pensemos que está lo mejor de lo mejor de la sanidad y de la democracia- que viene a España a ser operada... Todos debemos criticar lo malo, pero TAMBIÉN RECONOCER LO BUENO O LO QUE HA MEJORADO. Lo contrario es pensar que los que escriben de esta manera que lo haces tú hoy sois una élite intelectual y moral (vamos, una especie de "reserva espiritual de Occidente"). ¿Verdaderamente te ves como tal? Los extremos, en la mayoría de ocasiones, no se revelan como buenas soluciones.

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  3. Queridos Oki y Requejo: En primer lugar quiero agradeceros vuestra presencia aquí.

    Puede que la contundencia empleada en el artículo haya ido en detrimento de su claridad, debido a lo cual quizá podéis haber malinterpretado mis palabras. Éstas sólo dicen aquello que dicen, y no lo que se puede querer leer. Mayor importancia tiene para mí lo que hago que lo que soy: a fin de cuentas soy lo que puedo, pero digo lo que quiero. En realidad son nuestras acciones las que nos definen. Y aun siendo así, en ninguna parte he dicho que desprecie a los docentes ni a persona alguna. Jamás se me ocurriría semejante bajeza. Cosa distinta es el desprecio que pueda sentir por "lo que hacen" los docentes o cualquier otro profesional.

    Quien no es capaz de autocuestionarse no es posible que se sienta responsable, y sin embargo todo cuanto ocurre es responsabilidad nuestra. No se puede ser tan inane como para no querer ver hacia dónde vamos, porque de este modo no podremos corregir el rumbo.

    No veo pesimismo por ninguna parte, tan sólo hechos. Quizá sea que todo lo que nos niega nos molesta...

    Lo contrario de reconocer lo bueno es sencillamente negarlo, pero no pertenezco a ninguna élite ni cofradía, y menos de esas que señalas, amigo Requejo, porque soy completamente amoral además de intelectualmente oscuro, por definirme sin tanta contundencia como la que suelo emplear.

    Creo que más que interesaros por el fondo real del artículo os habéis fijado antes en las formas. Pero este es un cuaderno personal de opinión, y por tanto opino, sin blanduras ni mojigatería, al igual que puede hacer cualquiera en este espacio. Por último, nadie tiene por qué sentirse despreciado a menos que realmente sea despreciable.

    Saludos

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  4. Estimado Javier:
    Aprecio enormemente tu sinceridad y tu falta de corporativismo. Eso es muy de agradecer y, además, en tu respuesta a mi comentarios y al de Oki, se observa un intento por rebajar la contundencia de tus originales argumentos. Sin embargo, cuando tú dices que "No ves pesimismo por ninguna parte, solo hechos", te diré que yo, más que pesimismo -que creo que lo hay- constato una generalización que -como no puede ser de otra manera- es injusta. Y las generalizaciones NO SON HECHOS, ya que refieren a apreciaciones subjetivas que, o bien no se basan en ningún hecho concreto, que es lo que ocurre básicamente en tu discurso de hoy (si no, dime de qué hechos CONCRETOS hablas) o basadas en algún hecho MÁS O MENOS AISLADO O QUE SE INTERPRETA SEGÚN UN INTERÉS -o punto de vista: no soy mal pensado, al menos en tu caso- PARTICULAR.
    Te transcribo algunas de tus frases más equivocadas, en mi humilde opinión, claro:
    1) "dan pena estas levas de docentes" (CUAL MANADAS DE BORREGOS, ¿NO? ¿TODAS SON IGUALES?)
    2) "Éstos, en cambio, ¿qué hacen aparte de hedonizarse a conciencia?" (¿NO HAY PROFESORES -Y NO RARAS EXCEPCIONES- QUE NO SE HEDONICEN A CONCIENCIA?)
    3) "las nuevas generaciones que surgen de las sombras de la estupidez lastradas para siempre por su ignorancia y soberbia" (CREO QUE ESTO SE COMENTA POR SÍ MISMO)
    4) "Una completa generación de tontos globales" (¿VAMOS AL CAOS ABSOLUTO?ME IMAGINO QUE TU RESPUESTA ES AFIRMATIVA...)
    5) "tantos errores médicos, de tantos edificios y puentes con tales fallos estructurales que incluso se vienen abajo, de tantos dirigentes iletrados, de un sistema económico en manos de aves de rapiña" (YA COMENTÉ QUE NO VEO MUY A MENUDO ESTOS CASOS, QUIZÁS LA PRENSA LOS OCULTA... Y, EN RELACIÓN CON EL SISTEMA ECONÓMICO DIRIGIDO POR AVES DE RAPIÑA... ¿CUÁNDO NO HA SIDO ASÍ, DESGRACIADAMENTE? ¿CUÁNDO LOS POSEEDORES DEL DINERO HAN PENSADO EN DISTRIBUIRLO EQUITATIVAMENTE Y DE UNA MANERA JUSTA? ¿POR QUÉ ACHACAR ESTO A LAS GENERACIONES ACTUALES O INCLUSO A LAS PRECEDENTES Y NO AL HECHO -DESAFORTUNADAMENTE LÓGICO- DEL EGOÍSMO DEL SER HUMANO?
    6) "De modo que, cuando leo o escucho a los nuevos maestros (término usado en sentido amplio), es para esconderse en un cuarto oscuro y romper a llorar" (VÉASE 1) Y 2), UNA VEZ MÁS)
    7) "esta democracia nonata y ya enterrada" (YO NO LO VEO ASÍ, NI MUCHO MENOS).
    Continúo en otra entrada, ya que en esta no cabe todo mi rollo...

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  5. Y continúo el rollo...
    Ahora bien, para que no se diga... también estoy de acuerdo (con matices, posiblemente, pero básicamente de acuerdo con):
    a) "El sistema educativo incide extraordinariamente en los planes de estudio como meta en sí mismos, sin prestar la necesaria consideración a los planteamientos de tipo emocional, racional, esos que, no formando parte de ningún proyecto curricular, condicionan al individuo, lo forman para algo más importante que una carrera o profesión: ser humano"
    b) "El aparato pseudodemocrático que alumbró el país en los años setenta corrigió serios desequilibrios y carencias de orden social y político, pero no fue capaz de asentar un verdadero sistema educativo coherente, destrozando, de paso, lo poco o mucho que de bueno tuviera el hasta entonces vigente"
    c) "El sistema de becas [...] Y se transformó hasta el punto de desvirtuarlo por completo al hacerlo extensivo [...] a todos los alumnos, rebajando continuamente el nivel no ya de renta familiar [...] sino de capacidad intelectual requerido para acceder a la ayuda"
    d) "De resultas la Universidad, otrora centro de conocimiento y de prestigio, fue tornándose, con el paso del tiempo, lugar de acogida de todo tipo de animales" (PERO TODO TIPO INCLUYE TANTO PENCOS COMO PURASANGRES, AUNQUE SERÍA DESEABLE QUE SOLO SE ACOGIERA A LOS SEGUNDOS)
    e) "Unos pésimos y mediocres alumnos se hacen merecedores de privilegios impensables en otro momento" (VALE, QUE SÍ, PERO ¿EN QUÉ MOMENTO FUERON IMPENSABLES? ¿EN LOS AÑOS 50, 60, 70? ¿EN EL S. XIX? ¿EN...? YO NO LO SÉ, PERO ME DA LA SENSACIÓN DE QUE ALUMNOS MEDIOCRES QUE LOGRARAN PRIVILEGIOS INMERECIDOS LOS HA HABIDO SIEMPRE. ES UNA IMPRESIÓN...)
    f) "una serie de generaciones de alumnos-profesores [...] con una formación humana inexistente" (EN ESTO ES EN LO QUE ESTOY MÁS DE ACUERDO CONTIGO. CONSIDERO -CONTRARIAMENTE A LO QUE SE TRASLUCE DE TUS PALABRAS- QUE LA PARTE RELACIONADA CON LA TRANSMISIÓN DE LOS CONOCIMIENTOS ESTÁ ASEGURADA. SIN EMBARGO, TODO LO QUE SE REFIERE A ACTITUD ANTE LA VIDA, ANTE QUÉ HACER Y CÓMO BIEN EMPLEAR ESTOS CONOCIMIENTOS, ETC. ES UN ASPECTO QUE NO SE PASA POR LA CABEZA NI DE LOS POLÍTICOS QUE DISEÑAN NUESTRO SISTEMA EDUCATIVO NI DE LOS ENSEÑANTES CONCRETOS QUE -AUNQUE EL SISTEMA NO LES OBLIGARA A ELLO- PODRÍAN INCULCAR A SUS ALUMNOS POR SU CUENTA. DE TUS PALABRAS DEDUZCO QUE, AFORTUNADAMENTE, EXISTE AL MENOS UN PROFESOR QUE SÍ LO HACE... POR TANTO, NO ME CREO EN MODO ALGUNO QUE SEAS "completamente amoral", COMO TÚ DICES. Y te agradezco -en nombre de la especie humana, je, je- que seas así. Pero a la VIRTUD de opinar "sin blanduras ni mojigaterías" quizás le podríamos añadir otra virtud: la moderación. Son aspectos COMPATIBLES, aunque en principio pudiéramos pensar lo contrario.

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  6. Rememorando el pensamiento hegeliano, la totalidad es mucho más que la suma de sus partes, así que, ¿de verdad crees, querido Requejo, que no escribo con moderación?

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...