miércoles, 16 de diciembre de 2009

Yo no soy tonto...

No es que me esté disculpando, ni haciendo acto de contrición, ni desaguando sustancias... es sólo que cierta cadena comercial (¿multinacional?) inauguró a las 0:00 horas de hoy su tienda de Valladolid, ciudad, como todo el mundo sabe, fría, inhóspita, insensible con el forastero que osa acercarse a este ombligo de la estepa mesetaria.

Recojo la noticia de la prensa diaria, cuyo aguerrido corresponsal nocturno, armado frente a la madrugadora helada sólo con su cámara de óptica alemana, grabó para la posteridad la inauguración en esta ciudad, a hora tan señalada, de otra tienda de la empresa alemana. Ocho mil paisanos contó, recios castellanos impávidos, serios, cejijuntos, esperando como por casualidad, con esa indiferencia templada del noble pueblo vacceo —quizá también hubiera algún ciudadano carpetovetónico—, a romper el cerrojo de lo inverosímil, del más difícil todavía.

Óscar, Pablo, Luis Eduardo, Andrés, Álvaro, Alberto, Jesús, César, Luis Ángel, Gonzalo... reza la nómina de los presentes, todos ciudadanos de pro, ninguno tonto, personas que pagan sus impuestos y que, a tan apetecible hora, encontraron entre sus numerosísimas obligaciones diarias un pequeño hueco para acercarse hasta el céntrico lugar y echar una ojeada, por si acaso.

Es encomiable la capacidad de atracción que es capaz de lograr un reclamo publicitario bien diseñado, o quizá no. Puede que en estos tiempos de aguda, feroz, despiadada y tremenda crisis económica que mantiene aterida a la mitad, o más, de la población, cualquier excusa valga para escapar de ella... o para profundizar. Por eso, como nadie es tan tonto, no había manera de sustraerse a la inefable cita con la nueva tienda, para comprar lo que quizá no se necesite y probablemente no se pueda pagar... aunque, si como temo me equivoco, ¿en qué quedarían los agoreros que han asustado al país y al mundo entero con el cuento de la crisis?

No fui testigo ocular de la hazaña ciudadana de anoche, pero ha llegado hasta mí, desde la distancia, cierto rumor, cierto balido... En fin, servidor, que no hace suyo el tan conocido lema de yo no soy tonto —quizá por serlo—, probablemente no se acerque al comercio en cuestión ni hoy ni nunca... bueno, nunca es mucho tiempo.

2 comentarios:

  1. Pues yo sí opino que TODOS los que se acercaron ayer (u hoy, no sé...) por la noche a este centro comercial SON TONTOS DE CAPIROTE. Es que no me entra en la cabeza que, porque inauguren un centro comercial en Valladolid (hombre, que no es 1981 o 1982, no recuerdo bien, cuando inauguraron Continente y media ciudad -¿o más quizás?- se desplazó hasta allí a ver cómo era aquello que NUNCA se había visto por estos lares). Lamentablemente, los centros comerciales, por muy normales que sean atraen a las masas el día de su inauguración. Recuerdo el caso de Mercadona, uno de cuyos centros se inauguró frente a mi casa hace unos dos años (¡¡2007!!, creo)y no había quien entrara; bueno, me lo imagino porque confieso que me negué a ir hasta pasados 15 días por lo menos (lo cual me trajo algún que otro intercambio de pareceres con la señora de la casa, por cierto). Seguimos siendo catetos hasta la médula, de verdad. ¿Recordamos también el caso de Vallsur o Equinoccio? Y luego, para más narices, lo mejor es oír los comentarios de la gente que viene de la "fastuosa" inauguración: "pues nada del otro mundo", "pues un comercio como los demás", "pues que los precios no están mal, pero tampoco son para tirar cohetes, y que ya los subirán después que son muy listos", "pues estaba deseando salir, que estaba todo lleno de gente, que no tiene otra cosa mejor que hacer que venir a ver estos sitios...?!) ¿Y para esto nos pegamos por entrar o incluso hacemos noche como en el caso del Mediamár este? Vamos, hombre... Preparémonos para cuando llegue Ikea: yo ya tengo reservadas para la ocasión una colección de latas de sardinas, chorizo de Cantimpalos y películas grabadas para no tener que salir a la calle esos días. Si alguien me quiere acompañar para entonces, me lo puede decir a través de este blog...

    ResponderEliminar
  2. Vaya, Requejo, pues te tomo la palabra. Eso de tener unos choricitos de Cantimpalos (un vinito tampoco vendría mal) y ver tranquilamente unas películas en compañía grata me ha seducido.
    Eso sí, al cabo de unos cuantos días, nada me impediría que, si Ikea quedara frente a tu casa, entrara allí dispuesta a traerme un cargamento de unas galletitas riquísimas, entre cuyos ingredientes figuran el clavo y el gengibre, y que sólo venden allí. Si hay un almacén que me interesara conocer, ése es Ikea. Pero nada, hasta ahora me tengo que conformar con encargarles galletas a mis conocidos que sí van de vez en cuando. Explicar qué me impide ir ya me llevaría más tiempo y lo dejo para el día de los chorizos.
    Javier, desde pequeña me distinguí entre mis amiguitas por no tener nunca el menor interés en tener autógrafos de cantantes o actores famosos y por no adorar sus imágenes en posters, y de mayor, por ser incapaz de invertir mi tiempo en colas que me conduzcan a estrenar día de rebajas o a atrapar pincho en inauguración y por no aguantar esas plastas comerciales (colchones, enciclopedias audiovisuales....) a cambio de un inútil e inservible regalito del que luego no sabes cómo desprenderte.
    Aún así, nada me ha salvado de cometer innumerables tonterías (y eso que creo no ser tonta).

    ResponderEliminar

Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...