sábado, 16 de enero de 2010

O Haití o nada

Puede ser verdad que no es posible evitar las catástrofes naturales, pero el hombre sí debería poder evitar las catástrofes humanas. Oímos no pocas veces que este tipo de desastres de la naturaleza siempre se ceban con los más desfavorecidos, y es verdad, pero deberíamos analizar las causas.

En realidad, el problema es básicamente geográfico: las catástrofes naturales no azotan con especial saña a los más pobres, sino que los más pobres suelen habitar –con alguna excepción, como no podría ser de otra manera–, y además masivamente, las zonas del planeta en que son más frecuentes las catástrofes naturales. ¿Por qué? Quizá en otro artículo podamos contestar a eso. Mientras, sucede que se produce una conjunción letal de diversos factores, a saber: zonas de alto riesgo de desastre natural, elevadísima densidad de población, subdesarrollo económico, debilidad institucional y/o corrupción gubernamental y administrativa, ausencia de normativas de seguridad en edificación civil… Todo ello arroja como resultado la más absoluta indefensión de la población ante el más mínimo sobresalto de la naturaleza.

Ante esta situación, ¿qué hacemos? Donamos una cantidad de dinero, la que sea, y esa noche dormimos un poco mejor pensando que hemos hecho algo bueno. Y así es. Pero es insuficiente. El resto de las noches, hasta la próxima catástrofe, seguimos arrastrando nuestras miserables vidas haitianas, algunos quizá pensando, egoístamente, que otro terremoto, o huracán, o inundación, volverán a hacerlos sentir algo mejor aunque sólo sea por una noche...

¿Qué más podemos hacer?, pensarán. Conozco a muchas personas que se hacen esta misma pregunta, pero, lamentablemente, a nadie que tenga la respuesta. Por desgracia, hay muchos Haitís a lo largo del mundo, episodios que un día fueron noticia impactante pero que ya no lo son porque ya no los vemos, ya no existen… porque ya no nos los muestran. Hoy es Haití, hace unos meses el terremoto de Sumatra, hace unos años el tsunami, hace más años las masacres en Ruanda… ¿se acuerdan? Los efectos de tales tragedias aún son palpables en esos lugares, todavía sufren sus habitantes las consecuencias. Y sigue habiendo hambre, y guerra, que por cotidianos ya ni siquiera son noticia. ¿Y qué hacemos? Colaborar a paliar tanto sufrimiento con un donativo, una limosna, necesaria, sí, pero ¿hasta cuándo seguiremos rehuyendo nuestra propia mirada? Mientras sigamos tratando a otros habitantes del mundo como pobres, dignos de lástima y necesitados de la tutela del hombre blanco, seguirán siendo pobres, seguirán dándonos pena y seguiremos tutelándolos.

Lo de Haití pasará. Enterrarán a sus muertos, o se los comerán, si en ello les va la supervivencia; curarán a sus heridos; restituirán en el poder a sus gobernantes podridos… y seguirán siendo pobres. En unas semanas, o meses en el mejor de los casos, habremos olvidado Haití, en espera del siguiente… Así que, después de Haití, ¿qué? Después de Haití, nada.

5 comentarios:

  1. Pues algo que se podría hacer (je, je... si es que me da la risa solo de pensarlo....) es votar a los partidos que tengan entre sus prioridades (o sea, la primera, segunda o tercera de sus propuestas) el paliar la miseria del planeta, no favorecer a gobiernos corruptos, y poner a los que no tienen nada por delante de los que tienen algo (o sea -generalizando- poner a los yemeníes, haitianos, chadianos, eritreos, sierraleoneses, etc. por delante de muchos españoles, franceses, noruegos, suizos, lituanos, rusos, húngaros, etc.). Más de uno dirá: "aquí también hay miseria, lo que pasa es que no se ve tanto". Y estoy de acuerdo, pero insisto en el término "generalizando". ¿Dudamos de que si esto se hiciera no mejoraría la situación de los haitianos y compañía? Yo no lo dudo en absoluto. Lo que dudo (je, es que me vuelve a dar la risa) es que a ningún político ni a ningún ciudadano de por aquí se le ocurra ni siquiera pensar en esta estrategia electoral. Vale, pues cuando ocurran desgracias como esta de Haití no me vengan con pamplinas de que si la culpa es del sistema, de la banca internacional, de las sociedades secretas que gobiernan realmente el mundo. La culpa empieza por nuestro propio egoísmo. Me gustaría que nos tocase -como por arte de magia- vivir en Haití o en Sierra Leona -como un habitante más de esas tierras, ni siquiera como un cooperante o misionero: ya veríamos lo que pensábamos entonces de los problemas de los españoles y lituanos.

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  2. Entiendo tu artículo -que me ha gustado y convencido- y la desesperanza que implica. No son muchas voces las que en la blogosfera se han hecho eco de Haití. Quizás se piensa con cierta incredulidad que esto es efímero, que en realidad todo seguirá siendo igual y que nada cambiará, que la culpa la tienen los gobiernos, el sistema, pero nunca uno mismo. Y yo pienso que en nuestro modo de vida -casual y afortunado- existe mucha e importante responsabilidad, pero no toda. Hay culturas que por su desfase de la modernidad -tal vez porque no sean utilitaristas y pragmáticas y vivan el aquí y el ahora inmediato, se hunden en la resignación. Haití es África y refleja tantas circunstancias comunes con las que suceden en el continente negro que no cabe duda de ello. Amo mucho lo africano. Pienso que en África hay cualidades extraordinarias que superan nuestra realidad alta de humanismo y dominada por el interés. En África existe el sentido de lo comunitario, de la solidaridad natural, de la risa ante el infortunio. También son así en Haití,pero no están preparados para el mundo moderno, para la cruel competición por el bienestar. Se contentan con bien poco. Tal vez unos frijoles, un poco de calor y una buena conversación acompañada de risas. Los haitianos necesitan un mundo más generoso, igual que tantos países africanos, pero también deben de alguna manera incorporarse a la jungla del progreso y la modernidad. Sin eso están condenados a la miseria y a la resignación. Tenemos, no lo niego, culpa, pero no basta con fustigarnos sintiéndonos culpables. Probablemente lo somos, pero no ayuda en nada este sentimiento. Creo yo.

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  3. Requejo, yo no contemplaría el asunto desde esa perspectiva de poner a unos delante de otros, como si fuera la cola del cine, porque al final, como efectivamente trasluces, no habrá entradas para todos. Se trata de "ponernos todos en primera fila", pero sin tener que quitar a nadie. Tanto derecho a todo (o ninguno, si es el caso) tiene un francés como un senegalés. El problema, como he señalado, o por lo menos uno de ellos, es de índole geográfica: dónde nacemos marcará nuestra vida. Contra eso hay que luchar, no entre nosotros por el simple hecho de nacer en lugares distintos.

    Un abrazo.

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  4. Joselu, no estoy del todo seguro de que las culturas extraeuropeas deban modernizarse por mor de la prosperidad social y económica. El planeta es tan exuberante en diversidad étnica que sería una lástima que se perdiera tanta riqueza sólo por alcanzar esas metas materiales que tampoco a nosotros nos hacen ser más felices, aunque se satisfagan nuestras necesidades básicas. En la historia hay casos de pueblos que se occidentalizaron en su momento, pero creo que sólo aquellos que lo hicieron voluntariamente lograron superar el choque de culturas y sobrevivir, como Japón.

    Me parece evidente que debemos conformarnos con menos, pero no con nada: necesito poco para vivir, pero ese poco lo necesito mucho.

    Un abrazo.

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  5. Interesante tu aportación, amigo Joselu, relativa a una determinada resignación existente en pueblos como el haitiano. Quizás sea cierta, pero no por ello deberíamos conformarnos los habitantes del llamado primer mundo: da la sensación de que transmites una idea parecida a "como ellos son así, están contentos con lo que tienen, ¿para qué llevarles progreso y bienestar material?". Hombre, yo creo que serían compaginables ambos aspectos... Y en lo que refieres de que en África o Haití no están preparados para la vida moderna, pienso que eso se va aprendiendo, pero con ayuda exterior: ¿cómo van a prepararse para la vida moderna cuando el 90 y pico por ciento de la población es analfabeta, no hay apenas industria, sanidad, etc.? Lo único que pueden hacer es prepararse para sobrevivir de un día a otro. Es responsabilidad principalmente de los países del primer mundo acabar con esa precariedad. Una vez hayan alcanzado un umbral mínimo de desarrollo, ellos mismos irían avanzando hacia metas más ambiciosas. Es mi opinión (claro).
    Javier: no sé si no se me he explicado bien, porque creo que estoy de acuerdo con tu "corrección" (?!): el ponerse "todos en primera fila" es -más o menos- lo que quería decir yo con mi primer comentario. Y por supuesto que igual derecho tiene un senegalés que un francés a tener un nivel de vida, educación, sanidad, etc. dignos... ¡Pero primero los que más lo necesiten! Por ejemplo: ¿a quién dirigiríamos nuestra primera ayuda en caso de tener que socorrer a dos personas? ¿al individuo sin techo ni apoyo familiar o a otro que tuviera ambas cosas? Yo considero que sí habría que establecer prioridades, basadas no en cercanía geográfica (argumento típico de "primero los españoles y después los demás") sino en necesidades vitales; ello no supone "luchar entre nosotros" como indicas en la última frase de tu réplica, sino una simple cuestión de -llegado el caso- ayudar al más necesitado.
    Y una última consideración: sí es verdad que el lugar donde nacemos puede condicionar nuestra vida "sísmica" (entre otras circunstancias). Pero no es algo absolutamente determinante: uno de los lugares más peligrosos sísmicamente del planeta es Japón y no podemos concluir que la pobreza impere por aquellos lares (México o chile serían otros casos menos llamativos). Por otro lado, el África ecuatorial tampoco es una zona donde la riqueza sea habitual entre sus habitantes "normales" y no tiene -que yo sepa- mucho riesgo sísmico ni climático ni de otro tipo. Los factores que inciden en la pobreza de los pueblos son múltiples.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...