domingo, 21 de febrero de 2010

Cerrado por reforma

Conviene a la condición humana disponer de periodos de vacío, de sosiego y tranquilidad, que confortan. Intervalos vacuos entre el hacer y el quehacer, que sirven para remendar las heridas sangrantes. Tiempo de retiro y templanza, idóneo para realizar ejercicios catárticos...

Sin embargo, la sociedad no dispone de estos remedios tan necesarios porque tiempo es lo que más cuesta conseguir, lo que más caro se vende, tanto que carece realmente de precio… Resulta así que no podemos parar. Rodamos y rodamos, vivimos, morimos, trabajamos, gozamos, sufrimos, respiramos, incordiamos, nos vanagloriamos… pero todo ello sin parar jamás. Eso es malo.

De la misma forma que las personas, también las cosas deben tener un tiempo para reponerse, para arreglarse, restaurarse, remozarse… Y si las partes necesitan reparaciones, ¿qué decir del todo? Pero, ¿quién le dará tiempo al mundo para arreglarlo, o arreglarse, que es viejo y sabio? El planeta siente y sangra, y no solamente en términos medioambientales, que sobre eso habría también que hablar más y mejor. Siendo todos uno, es decir, que todos participamos del uno que es el mundo, ¿no convendría parar las máquinas y tomarnos un tiempo de reflexión? Un tiempo –ya sé que se vende muy caro– para sentarnos alrededor de la mesa común y tratar de ser humanos. Con una sola vez que lo hiciéramos sería suficiente para alcanzar el acuerdo. Lo malo es que nadie quiere sentarse, ¿o sí?

Mientras, el mundo sigue dando, maravillosamente, una vuelta cada día, ante nuestra más absoluta indiferencia. Me gustaría que pudiéramos colgar de una vez por todas el cartel de «Cerrado por reforma» y reformar de verdad todo. Si no, quizá acabemos colgando ese otro que diga «Cerrado por defunción».

Mientras eso llega, afortunadamente, el mundo es gente fuerte, como decía Dersu Uzala, y de momento sigue pudiendo cargar con nosotros.

5 comentarios:

  1. Reformar 'de verdad todo' es quizá un poco ambicioso. Pero reformar cada cual lo que pueda de su pequeño mundo, puede ser más asequible. Para ello tienes razón en que hay que parar, sentarse y reflexionar; uncidos a la noria es imposible.
    Por cierto, veo que tú si te aplicas con las reformas. Está bien. Un beso, Javier.

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  2. ¿Deberíamos reformarnos uno a uno, o de forma colectiva?, Dificil empresa esta.

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  3. Como dicen los viejos: "este mundo no tiene arreglo". Si nos fundieran de nuevo. Pero es loable el intento de mejorarlo (o reformarlo) poco a poco.

    Pdt.- Te agradezco el enlace que has colocado de mi blog en tu bitácora. Igualmente añadí uno del tuyo a mis enlaces. Te dejo esta nota aquí al no encontrar un e-mail.

    Saludos

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  4. Zim, la reforma no es ambiciosa, o no entiendo yo eso por "ambición", y por supuesto no sería un poco sino total, partiendo, sí, de cada uno de nosotros, pero entregándonos al todo. En caso contrario, ¿qué podríamos reformar?

    Creo que también esto mismo responde a tu pregunta, César. ¿No es la humanidad la suma de sus individualidades? Poco podría un hombre solo... si no le siguen los demás, claro.

    Agradecido, Paco, si me permites llamarte así. Tienes mi correo al pie de cada entrada, en el lacre dorado, y desde hoy también como botón en el menú superior.

    Gracias a los tres.

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  5. El tiempo es el mayor lujo que existe. Tienes razón. El mejor tiempo empleado para mí es el que sirve como reflexión, como tiempo de estar dentro de nosotros. La actividad es parte de la vida, no cabe duda, pero la meditación debería ocupar también un espacio fundamental. Ese sentarnos y escucharnos sería imprescindible. Pero ya vemos que en el Parlamento -curioso que se llame así- nadie escucha a nadie, nadie convence a nadie... Las diferencias son tan profundas que no hay verdadero debate. Había un libro de Aldous Huxley que se titulaba El tiempo debería detenerse. Pero no lo hace, y nuestro corazón late velozmente y no tenemos tiempo para ser ni para cuidar el planeta que sangra y sufre de modo irremediable, pese a los negacionistas. Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...