viernes, 26 de febrero de 2010

Poderes

Habitualmente, y por diversos motivos, soy muy crítico con los poderes del Estado, con todos, a saber: el legislativo, el ejecutivo, el judicial, el informativo y el de la vara –que puede sonarles a chiste pero existe. Estos poderes son delegados de otro poder aún innombrable y ejercidos en nombre del pueblo, ya saben, todo ese asunto de la Ilustración… De modo que el conjunto de la sociedad, los ciudadanos, así llamados en los países occidentales, estamos sometidos a la coerción de los dichos poderes. Esto, que es o parece ser así, es sabido y comprendido, o parece serlo, por todos nosotros. Y además es asumido. Sin rechistar.

Pero toca hoy romper una lanza a favor de uno de los representantes de esos poderes, el archiconocido y omnipresente, que ya no omnímodo, al parecer, juez Garzón. Tipo no especialmente simpático para mí, quizá por su mediático perfil y su aparentemente marcado afán de protagonismo, pero sobre el que se cierne ahora todo el peso, oscuro, de la Ley. Creo que la justicia debería realizar su labor más eficazmente pero más en silencio, no digo secreto. No obstante, en esta época de correveidiles en la que nos toca vivir, donde se concede más crédito a las simplezas y aberraciones televisivas que al discurso de la autoridad en la materia, resulta que algunos jueces y políticos aparecen más en los medios que muchos artistas o deportistas.

Lo cierto, yendo al fondo, es que hoy nuestro superjuez, defensor de los débiles, paladín de las viudas, anda afligido y no sin razón, porque tiene nada menos que tres causas abiertas que están siendo estudiadas por el Consejo General del Poder Judicial –club asaz importante de debate político–, por si ha lugar suspenderlo, regañarlo «juez malo, eso no se hace» o directamente enchironarlo. ¿Posibles delitos? Pues jugar a los arqueólogos llenando de agujeros media España, darse la vida padre como conferenciante en los Estados Unidos y andar por ahí escuchando conversaciones ajenas de esos señores con bigote y cuenta en Suiza. Poca cosa.

No sé a estas alturas si habrá algo de verdad en las imputaciones por prevaricación de que es objeto, pero en todo este embrollo eso es lo de menos. Lo que realmente importa, y mucho, y a muchos, es la crucifixión pública de este juez que, en su particular cruzada contra la corrupción dineraria de los que han sido votados y la desmemoria histórica de nosotros los españoles, ha debido de hacer pupa a los mandamases de todo esto, que hartos ya de que les toquen los omóplatos han decidido poner las cosas en su sitio. Faltaba más…

Así que, desde esta página escuálida, le brindo, en esta ocasión, todo mi apoyo y afecto a Garzón por lo que de meritorio tiene su coraje, aunque no esté sino cumpliendo con su obligación como juez, que es, a fin de cuentas, lo que debe hacer.

2 comentarios:

  1. Coincido contigo en que el juez Garzón está siendo objeto de una campaña de linchamiento, sobre todo por parte de la misma judicatura, la derecha y los principales encausados por delitos de corrupción. La justicia española nos merece, por lo polititizada que está, poco o ningún respeto, pero si llegan a machacar a Garzón, que ha cometido errores, puede ser, pero ha dirigido su parcela de competencias a luchar contra las injusticias y la corrupción, entonces en ese caso, la justicia habría caído en la bajeza y la degradación que debería perseguir. Les molesta porque les pone en evidencia, y ha sido extraordinariamente eficaz en muchos sentidos y no es el menor, la persecución contra el entramado de ETA. No entiendo por qué la derecha lo odia tanto. Pero tampoco la izquierda lo aprecia demasiado. Lo tiene mal.

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  2. Confieso mi casi total desconocimiento del caso del juez Garzón (aunque algo he leído por encima). Ello no quita para que, en principio, manifieste mi apoyo también a este juez, que desenmarañó en sus tiempos jóvenes el entramado de la droga en Galicia y, posteriormente (de modo incompleto), el de ETA. Yo INTUYO (como parece ser el caso de Joselu y Javier) que, efectivamente, hay demasiadas cuentas pendientes contra este juez mediático (tampoco me gusta un pelo este perfil, como apuntas, Javier) que ha debido hartar a otros compañeros y poderosos personajes de la "alta" e influyente sociedad. Pero tampoco puedo dejar de APUNTAR (insisto en que no conozco excesivamente el tema y que me pueden influir informaciones sesgadas de determinados medios de comunicación) que, si este juez ha cometido errores procesales e incurrido en irregularidades en los procedimientos, también es importante tenerlo en cuenta y no excusarlo totalmente, con argumentos tales como "lo importante es el meollo de la cuestión y no las formas"; yo estoy de acuerdo en que el contenido es, casi en todos los casos, más importante que el continente, pero no por ello deberíamos olvidarnos de este último. Porque las formas se deben guardar siempre, ya que son el referente y lo que en muchas ocasiones sustenta el contenido. Aunque, también tengo la impresión de que estas mismas irregularidades se pueden dar en otros casos y con otros jueces y no se les ataca del mismo modo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...