domingo, 25 de julio de 2010

La ciudad hispanorromana de Cauca (II)

Los contactos con los romanos en un primer momento tuvieron ese carácter bélico ya referido, lo que sin duda influiría en cierto recelo y resentimiento de los caucenses hacia lo romano. De esta forma, sabemos que ya bajo dominio romano en Cauca florecía la mejor cerámica indígena, prueba evidente de la perduración de las formas culturales prerromanas y de la impermeabilidad a los influjos romanos. Sin embargo, y a pesar de esta reticencia inicial, Cauca no tuvo más remedio que entrar a formar parte de la cultura impuesta por Roma, y así se aprecia durante el siglo I d.C. un crecimiento demográfico del núcleo habitado que atendería sin duda a la progresiva romanización de la sociedad, algo atestiguado también, además del aumento considerable de las monedas romanas en la ciudad, por una inscripción de bronce hallada en Montealegre (Valladolid) y fechada en el año 134 d.C. en la que se menciona el status de municipio romano de Cauca, haciendo referencia también al pacto de hospitalidad que el pueblo y Senado de esta ciudad establecen con los amallobrigenses, habitantes de otra ciudad hispanorromana, Amallobriga, localizada en el municipio vallisoletano de Tiedra.

El hecho de que la actual ciudad se superponga a la antigua dificulta enormemente los trabajos de excavación, de modo que todavía faltan por conocer numerosos datos de la Cauca romana, como la identificación de los edificios públicos, religiosos, etcétera. Sin embargo, parece que es durante el siglo IV d.C. cuando la ciudad hispanorromana de Cauca alcanza su máxima romanización, según demuestran los diversos hallazgos arqueológicos adscritos a esta época, como las villas tardorromanas localizadas en las inmediaciones, caso de El Pinar Nuevo, a 4 kilómetros de Coca, o algunas de las necrópolis, El Cantosal y El Tinto por ejemplo, adscritas también a esta época tardía. En general, los numerosos hallazgos fechados en este periodo cronológico indican que el siglo IV d.C. debió de estar caracterizado por una considerable pujanza económica.

Este carácter de primacía económica y de intensa romanización está también avalado por un suceso de gran importancia tanto en la historia de la ciudad como en la de España y en la del Imperio Romano en general, y es que a mediados de esta cuarta centuria nacería en Coca el que será después emperador de Roma, Teodosio I*, consagrador del catolicismo como religión oficial del Imperio mediante el Edicto de Tesalónica de 380 d.C. Los historiadores Hidacio (Crónica, Libro I, 2) y Zósimo (Historia Nova, Libro IV, cap. 24) nos refieren tan destacado acontecimiento. Este hecho es significativo desde un punto de vista social y político, pues indica que tanto en la ciudad como en sus inmediaciones existiría toda una serie de enclaves y villas propiedad de la nobleza hispanorromana, que en esos momentos controlan amplios sectores de poder en el Imperio desde sus posesiones rurales en la Meseta, como atestiguan los hallazgos arqueológicos referidos.

Si bien nos alejamos ya de la época romana, tan sólo un par de pinceladas más. A lo largo del siglo siguiente se mantendrían las buenas expectativas económicas, en un periodo ya en transición al mundo medieval. Se sabe que en la primera mitad del siglo VI el metropolitano de Toledo concedió a un coepíscopo el municipio de Coca junto a otros dos (Segovia y quizá Buitrago) para que estableciera su sede. Aunque no hay todavía demasiados vestigios de la época medieval, su estratégica situación motivaría que en el año 940 d.C. Abd-al-Rahman III decidiera incluirla en su campaña militar como objetivo.





* Un reciente trabajo aboga por un origen distinto para el Emperador, concretamente la ciudad, también hispana, de Itálica, en Sevilla. Cf., Alicia M. Canto: «Sobre el origen bético de Teodosio I el Grande, y su improbable nacimiento en Cauca de Gallaecia», Latomus n.º 65-2, 2006, pp. 388-421.

4 comentarios:

  1. Estas indagaciones "caucásicas"..., Javier, me han traído a la memoria un cuento que nunca escribí, pero que sí titulé. "Comarca", se llamaba. Narraba en muy pocas páginas, la historia de una población desde su condicion de asentamiento homosapiens hasta nuestros días, de tal manera que se pasaba de una época histórica a otra al cambiar de frase tras casi cada punto y seguido. Al modo de las cosmogonías, podríamos decir, pero no de las crónicas históricas, pues la narración forzosamente había de ser lírica para captar el nexo existencial que ha unido todos nuestros avatares soobre el planeta desde que, saliendo de África, nos expandimos por él. ¡Ah, la ambición de los poetas! ¡Qué lección de humildad la de los historiadores! En catalán decimos "somiatruites", sueñatruchas o sueña tortillas, que la misma palabra tiene dos significados tan opuestos.

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  2. Te agradezco tu intención, Juan, pero no pretendo incluirme en la nómina de los historiadores, si acaso entre los contadores de historias. Ser profesor, o haber escrito dos docenas de artículos de investigación (que no es el caso de éste), e incluso un par de tesis, no creo que implique un automatismo direccional hacia la gloria de la Historia. Como tampoco creo que tararear con cierta agradable cadencia convierta a nadie en tenor. Hace falta, además, oficio. En todo caso, gracias.

    Este breve repaso histórico de la ciudad de Coca, que me permití partir por la justa bisectriz para no cansar excesivamente, no es sino "vox populi" al alcance de cualquiera, pero condensado aquí y ahora. Es sólo momento entre momentos, no es tarea creativa que requiera especial destreza, sólo constancia. Seguirán otras sucintas historias similares fruto no de mi humildad sino de mi ignorancia.

    Un abrazo.

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  3. ¿Y qué ha sido la verdadera cultura sino el arte de la "divulgación", de poner a disposición del "vulgo" los conocimientos? "Hay que saber saber", dice Juan de Zabaleta, y tiene su miga, porque, a lo largo de mi vida, me he encontrado con muchos sapientes ignorantes de algo tan esencial como saber transmitir lo que sabían, lo que, en ocasiones, me ha llevado a pensar que no sabían, en realidad, tanto como decían.

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  4. Doble y nuevamente agradecido, Juan. Aunque no lo sepas, es motivo de satisfacción para este, en breve, ex profesor.

    Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...