domingo, 13 de febrero de 2011

Las Médulas (I)

Dentro del marco general del proceso romanizador en Hispania, probablemente el entorno arqueológico de Las Médulas, en León, represente el mayor complejo de ingeniería romana en la Península ibérica. Localizada entre los términos municipales de Puente de Domingo Flórez, Borrenes y Carucedo, la mina de oro de Las Médulas se extiende, dividida en tres sectores de explotación, a lo largo de más de cinco millones de metros cuadrados de superficie, convirtiéndose así en una de las zonas mineras auríferas de mayor envergadura de España.

Con anterioridad a la llegada de los romanos, el territorio sobre el que se localiza la mina estaba ocupado por individuos pertencientes a la denominada Cultura Castreña, que se extiende tanto por tierras galaicas como astures. El modelo característico de hábitat de esta cultura es el castro, es decir, un poblado no mayor de dos hectáreas de extensión situado en un lugar estratégico en altura, normalmente sobre un cerro desde el que podía controlarse visualmente el entorno, y rodeado de obras de amurallamiento o fortificaciones. La estructura social de estos pueblos indígenas, a diferencia de la mayor parte del resto de pueblos prerromanos de origen celta de la Península, que tienden a una organización de carácter gentilicio, esto es, grupos humanos vinculados por lazos de sangre, se concreta en el castro como unidad básica, adquiriendo un carácter territorial y autosuficiente.

Aunque parece evidente que los indígenas conocían la existencia de oro en este territorio, como revelan los hallazgos de múltiples objetos de orfebrería, no será hasta la conquista de la zona nordoccidental de la Península por los romanos, a fines del siglo I a.C., cuando la explotación de las riquezas auríferas se realice de forma sistemática y a gran escala. Entre los años 29 y 19 a.C. se desarrollan las principales campañas bélicas contra cántabros y astures –que a la postre darían a Roma el control absoluto sobre Hispania–, haciéndose necesaria, incluso, la presencia del mismo Augusto. De una u otra forma, en los castros indígenas documentados en Las Médulas, como El Castrelín de San Juan de Paluezas, el Castro de Borrenes y el Castro de Orellán, están atestiguados los efectos producidos por el conflicto con los invasores romanos, ya sea en forma de destrucción violenta o de abandono, voluntario o forzoso. Pero, con independencia del modo por el cual la población indígena sufra la presencia romana, el carácter de la ocupación del territorio necesariamente habría de variar, puesto que se impone un nuevo modelo de estructuración del espacio atendiendo a las necesidades administrativas de Roma, la civitas, en la cual se integran los castros indígenas para adecuarse a los patrones romanos de explotación económica.

6 comentarios:

  1. Me encantaría saber algo más del modo de organización social del Castro, Javier, porque si, como se deduce de tu exposición, no fundaban sus relaciones en la consanguineidad, ¿de qué modo se organizaban? ¿Como en Esparta? ¿En comuna? ¿Con un Estado/Padre, casi al modo soviético? ¿Mediante clanes? La familia es una institución muy digna de estudio, y más aún sus alternativas. Yo quise huir de la formada por mis padres para que mis hijos no huyeran de la formada por mí. Y no sintiéndome propietario de ellos, sino responsable hasta que ellos lo sean de sí, creo que han entendido que la verdadera institución es la persona, si bien no me duelen prendas a la hora de reconocer que la familia puede ayudar muchísimo al desarrollo de la persona, del mismo modo que puede hacer lo contrario, como resulta evidente y todo el mundo sabe.
    Estos "reportajes" históricos tan bien llevados me han hecho pensar que muy probablemente te gustaría una novela histórica de Flaubert que no tiene muchos seguidores, Salambó, pero que es una pieza de orfebrería. Seguramente la habrás leído, pero por si acaso.

    ResponderEliminar
  2. Agradezco tu interés, Juan, por estos asuntos históricos tan poco atractivos para la mayoría en estos tiempos, pero quizá por eso mismo más apetecibles para nosotros. Trataré de responderte. Aunque entre los demás pobladores del norte peninsular se documenta el hábitat en castros, es sin duda el territorio galaico el que mejor define a la denominada cultura castreña. El espacio leonés corresponde al poblamiento astur, pero, no obstante, los límites son siempre difusos y variables en función de las circunstancias de cada momento.

    En todo caso, si bien la estructura sociopolítica propia de los astures, como de la mayor parte de los pueblos indoeuropeos de la península, es la gentilicia, en atención al agrupamiento de los individuos en gentilitates (un tipo de organización sociopolítica más afín a las formas sociales de los romanos, igualmente indoeuropeos a la postre), en las Médulas y áreas adyacentes, probablemente por contacto y proximidad con los galaicos, pero también por la propia caracterización geográfica del territorio, se da un poblamiento en forma de castros, que son, como ya sabes, pequeños poblados ubicados en estratégicos enclaves naturales fortificados además artificialmente, y autosuficientes, por norma general.

    Es M.ª Lourdes Albertos Firmat, colega tuya, a partir del estudio de las fuentes histórico-lingüísticas y epigráficas, quien más aportó al conocimiento de estos pueblos, y quien definió la estructura de su poblamiento en castella o castros, estableciendo así una diferenciación sociopolítica clara entre los galaicos, agrupados en castros o castella, y los demás pueblos de origen indoeuropeo del norte peninsular, que atienden en su estructura a las gentilitates ya señaladas. Un castrum o castellum es, por tanto, la unidad organizativa básica de estos pueblos. El espacio social galaico se dividiría en populi, cada uno de los cuales estaría compuesto por varios castros, que dispondrían de su propio territorio y gozarían, pues, de cierta independencia respecto al populus correspondiente, lo que influiría en su distinta estructura organizativa respecto al sistema gentilicio al dotarles de mayor autonomía. Se ve así la diferencia clara de éste respecto a la gentilitas, dotada de mayor cohesión social, que a la postre supuso para la cultura castreña una absorción más rápida por parte de los romanos. Este sistema gentilicio tiene en la familia la unidad vertebradora básica de la sociedad, dando la agrupación de varias familias origen a la gentilitas, y la unión de varias de ellas culmina en la estructura superior, que es la tribu.

    Además de abrumarte con toda esta información, espero haber satisfecho tu curiosidad. Como bien dices, la familia no está en el origen de toda sociedad, sino que otras formas son posibles. Incluso hoy, creo que tendemos a la denaturalización de ese núcleo familiar tan ensalzado por los pueblos cristianos, y que conducirá hacia una sociedad más… diferente (no me atrevo a aventurar nada, aunque tengo mis ideas, claro). Por desgracia no he leído Salambó, aunque sí conocía la historia de la cartaginesa. En fin, lo apunto en el debe.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. No me "a-brumas", Javier, porque valdría tanto como quedarme a oscuras; sino que me iluminas..., lo cual te agradezco. Lo que sucede es que mi curiosidad no tiene límites, de ahí que aún me pregunte por los nexos entre los individuos en el seno de esos castros, y si la familia tradicional cumplía una función equivalente a la que tenía en la sociedad romana. Gracias por la referencia. Tomo nota.

    ResponderEliminar
  4. Debes disculparme, Juan, pues el abrumado soy yo. Enfrascado en la diferenciación básica entre ambas formas de organización social, obvié sin darme cuenta el meollo de tus preguntas. Trataré de enmendarlo ahora, con tu permiso.

    No son muchas las referencias claras que existen al respecto, y, si mal no recuerdo, al echar mano de los especialistas en la cuestión, los probablemente, posiblemente constituyen reiterativo recurso. Es tan escasa su cultura material como pobre, es decir, los restos arqueológicos de los castros evidencian una práctica ausencia de distinción de unas cabañas a otras, de unos castros a otros, lo cual nos pondría en la pista de una estructura social escasamente jerarquizada, fundamentada más en el individuo y la edad y el sexo que en otros factores. Los pueblos castreños viven en continuo estado de guerra, no es otro el origen de sus peculiares poblados estratégicamente situados. Es el castro la unidad organizativa básica de estas sociedades, por encima de la familia, cuya existencia no es posible negar, pero que en absoluto cumpliría la misma función que en el resto de pueblos del norte peninsular. Los agrupamientos familiares solamente serían un nexo imprescindible para asegurar la descendencia y estabilidad del castro, pero la sociedad castreña no se organiza en torno a la familia, sino que lo hace alrededor del castro como entidad independiente enmarcada en un contexto de clara inestabilidad que hace preciso la fortificación de los numerosos asentamientos castreños constatados por todo el territorio. El carácter bélico, pues, define a esta sociedad, y por eso dota a cada castro de una gran autonomía aún sintiéndose parte de una estructura superior, el populus.

    El carácter de esta sociedad castreña, tan cerrada en comparación con otros pueblos del norte de la Península, está definido por la individualidad e idiosincrasia de cada castro, fuera del cual sus pobladores no podían esperar protección –aunque para paliar esta indefensión jurídica se realizaban pactos de hospitalidad entre distintos pueblos e incluso entre individuos–, y que nos indica el escaso nivel de cohesión social de esta cultura, algo que no sucedería si el núcleo familiar fuera el aglutinante de las relaciones sociopolíticas. La familia, por tanto, carecería del carácter a que estamos acostumbrados, y por encima de ella y del escaso peso de las relaciones de parentesco, se sitúa el conjunto del cuerpo social castreño. Los autores clásicos hablan incluso de un incipiente matriarcado, con la mujer como centro de gravedad de la actividad económica y en clara contraposición a la evidente organización patriarcal de los pueblos indoeuropeos, que no se explicaría sin la relevancia que en ellos tuvo la familia como núcleo organizativo básico. Apiano refiere incluso que las mujeres, en un alarde de sociedad igualitaria, luchaban codo con codo junto a los hombres contra los romanos de Bruto Galaico. Quizá un pasaje de Estrabón, III, 3, 7, te aclare más estos aspectos: Comen sentados en bancos construidos contra el muro y se sientan en orden a la edad y el rango. Como en todo pueblo de tradición oral, la edad es un factor decisivo de dignidad, fruto de la experiencia acumulada, y los ancianos ocuparían un lugar preponderante en la jerarquía castreña.

    Espero, querido Juan, haber satisfecho tu saludable curiosidad con mis escasos conocimientos. En caso contrario, insiste.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Mil gracias por tus desvelos, tan enriquecedores. Y dsculpas por mi "egoísmo", pero siempre me ha gustado que me cuenten historias de las que quedarme con algo que me sorprenda. Desde que leí, allá por el pleistoceno, La rama dorada, de Frazer, no he podido desprenderme de esa, no sé si saludable o malsana, curiosidad sobre nuestros ancestros, e incluso sobre nuestros contemporáneos, como curre en El antropólogo inocente, de Nigel Barley, un libro desternillante. Gracias de nuevo.

    ResponderEliminar
  6. No se merecen, querido amigo. Estamos para servir, aunque no tengo tan claro que sirvamos para estar. En fin, a estas horas ya ni estoy...

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...