sábado, 9 de abril de 2011

Filosofía de la zombilogía

Me gusta la soledad, y el silencio. Como a cualquiera. Pero también es agradable, de tarde en tarde, ver, o leer, que el pensamiento de uno, a menudo tan solitario y abandonado, no es sino reflejo del pensamiento de otro. Saber que alguien piensa o ha pensado como uno en algún momento es reconfortante.

Entre mis aficiones se encuentra el cine, especialmente el amplio género que abarca desde el misterio a la ciencia-ficción, con una sentida predilección por las cintas de terror. Y, dentro de estas últimas, sin duda las de zombis ocupan un lugar especial en mi ideario de lo fantástico. Pero, alejado de las tradiciones africanas y caribeñas sobre el vudú, mi atención se centraba siempre, cuando veía una película de estos bichos, en las implicaciones sociales, ideológicas y afectivas que se desarrollaban o eran susceptibles de llevarse a efecto. Nadie parecía compartir mis puntos de vista. Para todos aquellos con quienes hablaba sobre el asunto las películas de zombis solamente eran cosas muy desagradables y asquerosas sin argumento ni trasfondo, sin mensaje ni creatividad, sin sentido ni gusto estético, sin nada más, en suma, que un montón de efectos especiales y mucho gore. Eso y no otra cosa es lo que veían. Debido a ello, y dejándome llevar por la opinión general –cosa improductiva como ahora comprendo–, a menudo dudaba de que mis razonamientos fueran correctos, e incluso de que fueran, en último extremo, razonamientos.

Pero, tras haber abdicado ya de mí mismo, acabo de leer una noticia que me ha puesto en estado de alerta y que viene a insuflar cierto alivio a mi desesperanza zómbica: hete aquí un señor que ha escrito un ensayo acerca del tema, no para despotricar contra su estética de dudoso gusto o la excesiva abundancia de sangre fácil, sino para intentar explicar –al parecer, puesto que aún no se ha publicado el libro– la transposición de la aparatología zombi sobre nuestra sociedad actual y la extensión cual plaga contaminante del capitalismo y el liberalconsumismo. Incluso ha quedado finalista del XXXIX Premio Anagrama de Ensayo, fallado ayer, aunque a la hora de escribir lo que ahora están leyendo la editorial aún no lo había publicado en su web.

En fin, que las películas de zombis, como uno había tontamente intuido hace tiempo, no son sólo carne sanguinolenta y muertos mordiendo a discreción, sino reflejo mismo de lo que somos y en qué nos convertimos a poco que nos empujen. Estas líneas que preceden no son artículo ni nada, pero he disfrutado escribiéndolas porque me han servido en cierto modo de liberación, tras tantos años pensando que estaba tan solo. Pues no, hay otros, qué alivio…

6 comentarios:

  1. Somos animales sociales pues, si bien el silencio propicia la reflexión y su elocuencia es el más profundo de los poemas, no nos realizamos si no es con el otro. Como tú dices, nuestro pensamiento es reflejo del otro y de lo que nos aporta el conocimiento que otros han desarrollado.

    Bien pues a proposito de zombies, una reflexión en silencio sobre los muertos vivientes me ha llevado a reconocer muchos que pulularon por la historia y que continúan entre nosotros, que se instalan en sectores recónditos de nuestras ciudades y de nuestro pensamiento, son prejuicios, nubarrones oscuros de intolerancia, son las sombras de la Inquisición, del totalitarismo, de la represión... Elementos que parecían muertos pero que aún están aquí, entre el arte y la razón, llevan la daga escondida bajo la túnica elegante y cívica y decretan normas y esconden su inquina entre escaños o presiden fundaciones y laboratorios de ideas.

    Salud
    Francesc Cornadó

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  2. La Historia es pasado que nos adelanta, Francesc. Nada hay en ella que no exista hoy, y me inclino a pensar que, más que circular, como dicen algunas escuelas, es una línea continua que se alimenta tanto de recuerdos como de premoniciones. Ya no leemos el porvenir en las entrañas de las bestias, y quizá por eso lo desconozcamos aterradoramente, y puede que esa sea la causa de que nuestros muertos, siempre tan atentos, nos continúen mordiendo la espalda.

    Un abrazo.

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  3. "Yo9 anduve con un Zombie" se titula una película de indispensable visión de un maestro del cine, Jacques Tourneur, el mismo de La mujer pantera, otro clásico. El zombi tiene más de apoderamiento espiritual, psíquico que de desgarros sanguinolentos. Hay otra película, El candidato de Manchuria, que redondea las dos anteriores y es una actualización del mito del zombie. Ver las tres seguidas es reconciliarse con el cine.
    Por otro lado, la principal crítica al "zombismo" moderno de la alienación, la filmó Fritz Lang en Metrópolis, ¿no?
    Sé que no es un comentario, sino una recensión fílmica, pero se me entiende, ¿verdad?
    Pues eso.

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  4. No sé qué decirte de los zombis. Vi en su momento La noche de los muertos vivientes, y me doy cuenta de lo que me dices, pero he de reconocer que no soy amante del género. He visto alguna versión moderna del zombi pero no me interesa, igual que tampoco las películas de posesiones diabólicas (vi El rito y me aburrió soberanamente). Entiendo que puede haber detrás unos símbolos sobre los seres humanos, pero me producen desazón esos seres carentes de cerebro que se mueven por pulsiones devoradoras. Sé que es nuestra naturaleza, pero soy de los que se sienten atraídos por los que se atreven, en medio del sufrimiento, a dejar de ser zombis y asumen su historia, cogen su cruz o su bola de condenados y se alzan libres aunque sea en el contexto de un universo atroz. Quizás me repela de la parafernalia zombi esa no humanidad de esos seres impelidos por el hambre, y tema convertirme un día en uno de ellos. No sé.

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  5. Se te entiende, Juan. El problema no es, sin embargo, de comprensión sino de aceptación. La estética de los muertos vivientes atrae y polariza al mismo tiempo, cuando ves, o vas, más allá de las escenas sangrientas, y lo llevas a otra dimensión y lo conviertes en trasunto de uno. Entonces, quizá lo aceptes, o quizá no. Pero seguro que lo has comprendido. Los demás solamente ven la película.

    Un abrazo.

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  6. El cine de terror ejerce una gran atracción sobre un público determinado, que suele atender a un patrón de individuo muy imaginativo, tanto que usualmente se extiende hasta convertirse en un iluso consciente, o soñador, o tonto de capirote, que dirían las personas sensatas. No obstante, en cierto grado todos somos zombies, de la misma forma que somos esto o aquello. Sólo es cuestión de comprenderlo y, como le decía a Juan, aceptarlo. E incluso tratar de superarlo. en fin, no todo son escenas trucadas y efectos especiales...

    Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...