domingo, 6 de noviembre de 2011

El tontolperro


Contra la negra pared del edificio se recorta la sombra del tontolperro, figura huidiza, orgullosa o solemne, según las circunstancias. A la hora bruja en que todos duermen, se aventura en la oscuridad de la ciudad, impúdica tontuna en ristre, armado de infame valor, recorre la ciudad adueñándose de los espacios públicos desiertos, o sólo transitados por anónimos alcohólicos y parejas almendradas. Corretea suelto el can, confiado por la presencia de su amo, quien, impertérrito, con el cigarrillo humeante en la mano, contempla con ojos pachones las acrobacias del chucho, herramienta fatal pero víctima inocente en la escena del crimen. Olisqueo por aquí, meadita en esta esquina o ese árbol, junto al portal de los vecinos, marcando territorio fácilmente reconocible por lo asiduo. Si hay suerte –normalmente sí–, en el colmo de la pasión perruna, este tontolperro coincidirá con sus semejantes, unidos por tal afición e irremediablemente solidarios con su causa, por encima de leyes, ordenanzas municipales, derechos ciudadanos, educación trasnochada, decoro y sanciones que, o no se imponen o jamás se cumplen. Jauría en solaz disfrute y algarabía, disputa de ladridos, de gracias, de orgullosa y perril grey.

Si de día es tampoco se oculta, antes exhibe con vanagloria los trofeos de su hazaña. Camina ufano, sin atender a nada que le aparte de su elevada misión. Correa al cuello, se inclina con escrutadora mirada sobre la cagarruta canina que reposa en la hierba por comprobar si su fiel mascota hizo bien las caquitas: color, textura, olor… Aliviado por la ausencia de parásitos blancos fecales, palmea cariñosamente el lomo del chucho, que agradecido y contento mueve el rabo airosamente saltando a su alrededor. Se arranca el perro en veloz carrera, tan seguro de sí como su alevoso dueño, asustando a viejas, esquivando a paseantes, zizageando entre los bancos y los árboles, feliz, sin atender, por supuesto, a las broncas órdenes de su, repentina y aparentemente enfadado, progenitor. Amo y señor de parques y jardines, el tontolperro no atiende a razones, ruegos o porfavores. Sólo porfía con desmesura, seguro de la impunidad que le cobija y del laissez faire de la sociedad indefensa.

De vuelta a casa, el portal del edificio es también territorio conquistado, sin almenas ni murallas que defiendan a los vecinos infelices del poderoso señor. Sin bozal, sin correa, sin sujeción, es el perro dueño indiscutible, tremebundo ganador, victoria de la sinrazón de ese sujeto satisfecho cuya estirpe pertenece a todos en dudoso patrimonio. El tontolperro triunfa de nuevo. Esperemos que nos deje dormir.




PD.: Pido disculpas a todos los dueños de perros educados y a todos los perros con dueños educados. No es mi intención zaherir, vilipendiar, prejuzgar, denostar, despreciar ni acusar a ningún sensato representante de la estúpida especie humana ni, por supuesto, a ningún miembro de la noble raza canina. Esta reflexión, si acaso se le puede dar ese nombre, obedece tan sólo a un incomprensible estado de hartura –endémico en mí– de la misma tontería de la que todos andamos sobrados, de la necedad, de la continua vulneración de los derechos a los que sólo unos pocos, por lo visto, son acreedores y, sobre todo, de tanto hijoputa suelto sin bozal.

PPD.: Todas las alusiones hechas en esta entrada en masculino genérico deben ser entendidas –por mor de la corrección academicopoliticolingüística vigente– indistintamente a ambos sexos y géneros, es decir, donde se lee hombre léase también hombra, y donde perro, perra.

6 comentarios:

  1. No tengo perro pero me gustaría tenerlo algún día. Sé que no será posible. Yo desde luego no estoy dispuesto a ir cogiendo sus cacas con la mano, me parece cruel e insólito que un perro no pueda ir suelto por la playa (por lo que entiendo está prohibido)… No entiendo la mayoría de las disposiciones sobre perros, pero tal vez sea porque yo no lo tengo ni me molestan ni me dejan de molestar. Entiendo que es cruel tenerlos siempre atados o con bozal. Debe de ser que es una especie que ya no es apta para vivir con nosotros salvo los perritos caniche.

    No estoy de acuerdo con el tono del artículo que has escrito. Puede que tengas razón, pero pienso que en este conflicto lo mejor que podría pasar es que el mejor amigo del hombre desapareciera como especie acompañante.

    Una vez fui a una reserva de lobos en el sur de Francia. Entre alambradas había lobos de distintas especies. Los turistas o visitantes podían verlos en grupos de la tercera edad o de escolares… Sentí pena por los lobos, aquel animal mítico y digno de mejor destino que estar allí encerrado para degustación de ociosos. Lo mismo me pasa con los perros. Yo no tengo ninguno, pero entiendo que el destino que se les da es ominoso. No sé por qué no puedo ir a la playa al amanecer con uno a que corra por la arena. Ya no digo cuando esté llena de gente.

    El presente nos ofrece paradojas y nos reduce a lo que somos: aplastadores de cualquier vida diferente a la nuestra burguesa.

    No quiero tener perro, pero en el fondo me gustaría.

    Un abrazo.

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  2. Y luego están quienes llevan perro como quienes llevan un arma dispuesta para agredir. Quien se ha visto acorralado por un rottweiler, como a mí me pasó, sabe, en efecto, que hay dueños que en vez de pistola tienen perro. Un guardia urbano a quien me quejé, me exhibió la mentecatez por excelencia de la autoridad municipal y espesa: ¿Pero le ha hecho algo? Con total dignidad, lo miré con desprecio, me di la vuelta y renuncié a usar la razón con quien la coceaba de aquella manera. Ignoro si tenía perro, pero tenía arma, y también me pareció peligroso...

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  3. Perdón, me faltaba añadr que yo sí tuve perra, de la raza bóxer, y que fui muy feliz mientras vivió, aunque solo en vacaciones tenía obligaciones para con ella, pues el resto del año vivía fuera de casa de mis padres. Por eso siempre he llevado en el corazón las páginas de la insoportable levedad del ser en que se cuenta la muerte del perro del protagonista.
    Como para todo, hace falta saber saber; pero en este país nuestro, ni se sabe, ni saben saber quienes saben.

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  4. Haces bien en no estar de acuerdo con el tono, Joselu. Yo mismo no comparto ni el tono ni el propio artículo. Surgió en uno de esos momentos de desasosiego, de desesperanza y destemplanza que con frecuencia me acometen, y durante los cuales me debería limitar a pasear...

    Pero lo escribí. Y escrito queda. Fíjate que el perro es mi animal preferido, junto con el gato. Parecen complementarse entre sí y con el hombre. Peor no con este tipo de hombre que tenemos hoy por semejante, el tontolperro, digo. Estos sujetos son como son, mentecatos, fabilundios, sandios... y tanto da que tengan perro, canario o toro con cuernos. Son unos completos gilipollas que ignoran quién es, de los dos, realmente el animal. Imponen su voluntad a través del chucho como lo hacen a través del coche que conducen o de cualquier otra herramienta a su alcance, sin importarles sentimientos, derechos, fobias o filias del resto de las personas.

    El perro es la excusa para escribir una crítica del comportamiento humano, en abstracto, si bien ejemplificado con la posesión de mascotas, acto jurídico-administrativo nunca suficientemente gravado ni atendido por las autoridades en su justa extensión. No me cabe duda de que si a todo dueño de perro se le obligara a llevarlo a una escuela de adiestramiento durante tres meses no serían necesarios bozales ni correas, porque los canes obedecerían sin rechistar cualquier orden de su amo. Pero ¡ay!, Joselu, ¿a qué escuela llevaremos a los amos?

    Un abrazo.

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  5. Entiendo perfectamente tu postura, Juan, que en carnes propias he sufrido algún altercado similar, aunque no tanto con el perro como con el tontolperro de turno, matón acomplejado que proyecta en el can sus bajezas. Tengo la suerte de que parezco desprender cierto tufo que a los perros y otros animales agrada y tranquiliza, pero es justo reconocer que muchísimas personas se asustan ante la presencia de un perro, por pequeño que sea, máxime si está suelto. Esto parecen ignorarlo estos irracionales, que se amparan en su consabido: si no hace nada.... Menos mal que los perros, en general y a diferencia de muchos de sus dueños, son buena gente...

    Un abrazo.

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  6. Pues qué quieres, yo sí estoy de acuerdo con el sentido de este tontolperro.
    Y ya estoy hasta las mismisimas de tener que escuchar con un cieeeeerto retintín: "pues yo no lo recojo de la hierba que ahí las cacas se reciclan", o bien "total son pequeñitas..." o sandeces del estilo.
    Una se queda con ganas de arrearle con la bolsa en los morros y de vaciarla encima de su sesera, para ver como se recicla en la "pequeñita" mierda...
    Pero me suelo dar la vuelta y decirle al perro, "ala, vámonos que de tontolperros está el mundo lleno y el que debería llevar la correa es él, tú no escuches, que no merece la pena, pero la próxima vez si puedes le sueltas encima de sus zapatos una cagadita de esas pequeñitas que dice que se reciclan fácilmente...".
    Y eso que el perro no es mío y únicamente lo saco a pasear cuando no puede su dueña...

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...