sábado, 31 de marzo de 2012

Por qué escribir


Pensamos a menudo que las cosas no son lo que son sino lo que queremos que sean, amoldándolas según nuestro deseo o capricho. Los más osados imaginamos que, además, no tienen por qué ser así, es decir, como son, y nos empecinamos en cambiarlas, ya sea de sitio, de forma o, y esto es lo temible, de esencia. Pero nos equivocamos, porque las cosas no son como las vemos ni como las pretendemos, sino, sencillamente, según su naturaleza. Y entonces, cuando lo evidente se nos hace palmario, se derrumba el mundo empeñado que un día construimos, y vemos que nada gira en torno a nosotros, ni siquiera uno mismo, sometido a un sinfín de fuerzas desintegradoras y centrífugas que nos disgrega y convierte en poco menos que humo. Y entonces cobra vigor la máxima cristiana del polvo…

Por eso, y porque desconfío de este escribidor que manipula mis palabras y mis ideas y las cambia y tergiversa como quiere, a menudo me pregunto por qué escribo. Y para qué. Complicada es la respuesta si acaso no bastaba con la sofisticada parafernalia que rodea cuanto hoy decimos y escribimos…

Detesto tanto la prepotencia como la mojigatería y la falsa modestia. Pero a veces reconozco que no me importa, incluso me deleita, llamar a las cosas no por su nombre sino por algún caprichoso albur, inexplicable y arbitrario. No para engañar a nadie, si acaso para confundirme a mí mismo. Y todo, en fin, ¿para qué?

Sólo el autor sabe qué quiere decir, y a veces ni siquiera eso. En cuanto a los lectores, a quienes se supone un mínimo de entendimiento, a cada uno le sugerirá, el mismo texto, algo diferente, a veces complementario, a veces divergente. Si no, ¿a qué las mil polémicas sobre mil escritos de mil autores? Autores egocéntricos, imbuidos, a más de su lápiz, de una inagotable fuerza interior que se expande cual agujero negro englobándolo todo en sí misma y autoalimentándose. Displicentes con quienes no ven su lógica, razonamiento o punto de vista, seguidistas de aduladores… Sí, definitivamente, la blogosfera es un mundo raro, misterioso, atractivo… tanto como el resto de mundos en que vivimos. Pero en nada diferente.

Sin embargo, cuando escribo, todo se torna hablar de mí. ¿Por qué, a la postre, uno sólo habla de uno mismo? ¿Les pasará a todos? Y aun así, completamente enajenado y perplejo por tal hecho, abrumado por la gravedad de la sociedad en que vivo, alienado por nada, se reivindica la eterna cuestión: si yo no soy yo, entonces, ¿quién soy? Metafísico pretendí estar, pero menos que Rocinante, porque, aunque poco, algo como… y, sin embargo, apenas logré alcanzar el peldaño más bajo del oficio al que aspiro, siempre aprendiendo y siempre fracasando, escribiendo para saber y leyendo para escribir…

Pese a todo, y de forma maravillosa, hay personas que leen lo que escribo, y algunas, incluso, se atreven a opinar sobre lo que escribo, iniciando un diálogo de pedido y vez en el que participo agradecido, pero, sobre todo, como digo, maravillado. Alguien lee lo que escribo. Disculpen la obviedad, pero realmente me cuesta trabajo creerlo la mayor parte de las veces que me da por pensar en ello. Y como quienes me leen o comentan a propósito algo son inteligentes, que así se desprende de sus mismos comentarios, tengo que reconocer en mis escritos alguna inteligencia también. Eso o, acabando con mi pasmoso maravillamiento, son ustedes inmensamente condescendientes y amables.

8 comentarios:

  1. ¿Escribimos sobre nosotros mismos? ¿Hablamos de nosotros mismos continuamente en nuestros blogs? ¿Sobre quién vamos a hablar si no? Somos una conciencia en estado de alerta que percibe el mundo subjetivamente, a tenor de sentimientos, esperanzas, negruras, resentimientos, amores, incertidumbres... No podemos olvidar quiénes somos. Las cosas no son según su naturaleza, al menos para nuestra conciencia puesto que son siempre según las miramos o percibimos. No hay hecho por meridiano que pueda parecer que no suscite infinidad de opiniones encontradas y aun contradictorias. Estamos atados a nuestra atalaya de observación que tiene un humor determinado, un estado de ánimo habitual. Esto somos nosotros: un estado de conciencia. Los que nos leen y comentan encuentran en lo que decimos algo de algún valor. Al menos yo procuro eludir en mis vistas y comentarios cualquier atisbo de condescendencia y asentimiento no totalmente sincero. Me da igual si estoy de acuerdo con lo que alguien escriba. Me seduce la música con que está escrito. Hay músicas que me atraen y músicas que me repelen, músicas que me producen indiferencia, sopor... Quizás todo estribe en el ritmo. Y sí, es una dicha sentir que lo que hemos escrito es leído por alguien, y que además nos comenta. Puede que sea una dimensión como otra cualquiera, pero a mí me resulta muy atractiva e interesante, imprescindible. Se te echaba de menos. Un abrazo, Javier.

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  2. Amigo Javier, escribimos porque anhelamos perfección o belleza, porque queremos comunicar nuestra disconformidad o indignación -la indignación hace el verso- si estuvieramos en el Paraiso, donde todo debe ser perfecto, no tendríamos la necesidad de escribir, allí en aquella entelequia celestial no existe el arte, pues no hay escritores ni artistas que quieran comunicar nada.
    Escribimos para decir lo que pensamos a quien nos quiera escuchar. Habrá unos que conectarán con nosotros o podrán discrepar pero se establecerá una comunicación más o menos enriquecedora.Confio, sin embargo, muy poco, ya sabe de mi escepcicismo.
    Habrá otros que indignamente copiarán y cargarán con nuestros errores, desde luego aumentados, pues la indignidad acrecenta su vileza, pero aun así siempre será peor el riesgo de estar callado.
    Digo también que de nosotros es de lo que mejor podemos hablar, pues es lo que tenemos más cerca, aunque no lo conozcamos.
    Salud
    Francesc Cornadó

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  3. Creo que las cosas son siempre según su naturaleza, Joselu, con independencia de nuestra percepción acerca de ellas. Y en este sentido no nos es permitido manipularlas o alterar su esencia, porque entonces dejarían de ser lo que quiera que sean para transformarse a nuestro antojo, que es precisamente, no obstante, lo que hacemos casi de continuo. También cabría decir, manipulando la conocida máxima, que nada es verdad ni mentira, ni siquiera el color del cristal con que se mira... Como ves, amigo, nado en mares contradictorios, al pairo de la mejor corriente o la marea más fuerte, tan aficionado soy a reafirmarme y desdecirme, siempre indefinido... Gracias por tu presencia.

    Un abrazo.

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  4. Desespera quien nada espera, querido Francesc... Si hay en mí anhelos, ignoro cuáles. Retomando el hilo de la entrada, y la respuesta a Joselu, puedo decir que todo es esencialmente perfecto, porque atiende al sentido último de su naturaleza, y sólo el hombre, dándole vueltas a las cosas y poniéndolas del revés, aspira a esa falsa perfección que, si mirara detenidamente, vería ya en cada nube, cada gota, cada pájaro y cada camino, aunque le conduzca a ninguna parte... Además, al hablar de nosotros, que es lo habitual, corremos el riesgo, enorme, de engañarnos y deformar esa perfección que poseemos sin saberlo.

    Un abrazo.

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  5. Frente a la lección del "polvo eres..." yo prefiero, también cristiana, la del "recogimiento en uno mismo". Saber aislarse "del mundanal ruido" es el primer paso para poder expresarse con sencillez, espontaneidad y verdad. Quien respira escribiendo no se pregunta por qué escribe y menos aún por quién le leerá. Ambas cosas caen del lado del prodigio, de la maravilla, de lo inefable. Solo puede y debe ser así. Y no hay más. Luis Carrillo y Sotomayor, autor del XVI, decia en su "Libro de la erudición poética" que el escritor se cuelga de sí y es su mejor crítico, una idea que le llego a Lezama Lima de la mano de Valéry. En efecto, el autor es el primer y mas temible lector de su obra. Y enseguida se advierte quién engaña al severo tribunal. Cumplo cincuenta años con la escritura sin desfallecer ni un solo día. No hay más.

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  6. Ni hace falta, Juan, que con lo dicho es suficiente para nosotros. Con todo, flaquea a menudo el entendimiento, y aun sabiendo las cosas, las desaprendemos y las revolvemos y las cuestionamos y las volvemos a aprender y a escribir y a ponerlas otra vez en, como poco, cuarentena. Al menos eso es lo que le pasa por el pobre seso a este escribidor, que, como dijo más arriba, se maravilla de que personas inteligentes lo lean y se presten al diálogo. Mirabilia mirabilium.

    Un abrazo.

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  7. Hola Javier!

    No sean uds: modestos, no se les lee por leer si no porque transmiten conocimiento y esperiencia.

    No hace mucho que pertenezxo a este mundo de la blogosfera.Yo no quería entrar en él bajo ningun concepto.Tubo que pasar un hecho en mí vida bastante trascedental y por una necesidad de salir un poco de mí tristeza me fuí adentrando en este maravilloso mundo de la blogosfera.Nunca mejor dicho que el ser humano tiene que comunicarse y sentirse querido y eso que fisicamente la mayoría no nos hemos visto y prosiblemente no lo hagamos nunca.Pero cuando lees un mensaje, o vas de visita a otro blog ,y lees las inquietudes, las reflexiones, las crística, ironías, poesías ;o simplemente una imagen, que tiene su valor.Pués ya es un motivo suficiente de calor humano y se apaga el ordenador y a esperar otro día para visitar los blogs que te son más afines.

    Javier, discúlpame que creo que me he excedido sorry.

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  8. Gracias, Bertha. Tienes razón en el encantamiento que ejerce la blogosfera en quienes nos sumergimos en ella, porque tras cada imagen, palabra o idea surgen sensaciones extraordinarias que nos acercan desde esas distancias inexistentes que pretenden separarnos.

    Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...