sábado, 2 de febrero de 2013

Palantia

La ciudad de Palantia (también puede verse en algunas obras la grafía Pallantia) es una de las diecisiete civitates de los vacceos referidas por Plinio, aunque expresamente solo nombra cuatro: Lacobriga, Palantia, Intercatia y Cauca. Respecto a la forma escrita con una sola -l- (otros autores, como Estrabón, la cita como Palancia), está atestiguada con toda certeza en las fuentes escritas y epigráficas, como la tessera de Paredes de Nava, donde se recoge un pacto de hospitalidad suscrito el año 2 d.C. entre un habitante de Intercatia y la ciudad de Palencia:

IIII NON(as) MART(ias) IMP(eratore) CAESARE XIII CO(n)S(vle) ACCES LICIR
NI INTERCATIENSIS TESSERAM
HOSPITALEM FECIT CVM CIVITATE PALENTINA SIBI
ET FILIIS SVIS POSTERISQVE
ANENI(vs) AMMEDI PER MAG(istratvs)
ELAISICVM HOSPITIO AMMI(o)
CAENECAENI

La traducción sería: "El 4 de marzo, siendo emperador César Augusto en su XIII consulado, Acces, hijo de Licirno, intercatiense, hizo un pacto de hospitalidad con la civitas Palentina para sí mismo, para sus hijos y para sus descendientes. Anenio, hijo de Ammedio, por medio del magistrado de los Elaisicos, recibió en hospicio a Ammio, hijo de Caenacaeno"

A pesar de contar con una larga tradición antes de la llegada de los romanos, y de ser uno de los centros de referencia del pueblo vacceo, Palantia, al contrario de otras ciudades indígenas de la meseta como Cauca, Clunia, Termancia o Uxama, no parece haberse desarrollado excesivamente bajo la dominación romana, pues no disponemos de restos arqueológicos de relevancia ni de textos de autores clásicos que así lo atestigüen, por lo que quizá no llegó a alcanzar el estatus de municipium. Si contó con un perímetro amurallado bajoimperial, que encerraría un núcleo habitado modesto del que conocemos poco, aparte de diversos restos de cultura material. También se hallaron vestigios de una necrópolis extramuros, en la calle Eras del Bosque, en el entorno de la estación de ferrocarril, que habría sido sucesivamente ocupada desde época prerromana. Lamentablemente, la construcción de edificios modernos en toda la zona apenas ha permitido un estudio somero.

Puede que un momento de cierta ocupación de la ciudad fuera la época bajorromana, de la que datan gran parte de los restos numismáticos y cerámicos, así como diversas sepulturas. A pesar de que los niveles excavados en el citado cementerio constatan un uso en época tardía, cuando ya el cristianismo se extendía por todo el Imperio (aunque hasta 381 no sería proclamado como religión oficial), no hay que descartar una tenaz pervivencia del culto romano, ya que los territorios occidentales de Hispania fueron menos permeables a la predicación cristiana que la zona mediterránea, y por tanto se preservó durante más tiempo el culto propiamente romano, sincretizado con el indígena.

Configurada como uno de los enclaves más importantes de los vacceos, la localización exacta de Palantia estaría en la vía romana que unía las ciudades de Asturica Augusta y Tarraco. Palantia desempeñó un importante papel en las guerras que los romanos emprendieron para conquistar la Meseta. La ciudad sufrió numerosos ataques y hubo de resistir varios sitios, comenzando por el de 151 a.C. a cargo de C. Lúculo, aunque los habitantes de Palantia lograron ponerle en fuga, lo mismo que al cónsul M. Emilio Lépido en 136 a.C. Merece la pena transcribir parte del texto original del relato correspondiente a este último episodio:

"Al prolongarse el asedio de Palantia, comenzaron a faltar los alimentos a los romanos y el hambre hizo presa en ellos, todos sus animales de carga perecieron y muchos hombres empezaron a morir de necesidad. Los generales Emilio y Bruto resistieron con paciencia durante mucho tiempo, pero, vencidos por la mala situación, dieron la orden de retirarse, de manera repentina, una noche alrededor de la última guardia. Los tribunos militares y los centuriones corrían de un lado a otro apremiando a todos a hacer esto antes del amanecer. Y ellos, en medio del tumulto, lo abandonaron todo, incluso a los heridos y enfermos que se abrazaban a ellos y les suplicaban que no los abandonasen. Como la retirada se llevó a cabo de forma confusa y desordenada y muy semejante a una huida, los habitantes de Palantia atacando desde todos los lugares les causaron muchas heridas desde el amanecer hasta la tarde. Cuando llegó la noche, lo romanos, hambrientos y exhaustos, se dejaron caer al suelo agrupados, según cayó cada uno, y los de Palantia se retiraron gracias a una intervención de la divinidad. Y esto fue lo que ocurrió a Emilio."

Al año siguiente, 135 a.C., Calpurnio Pisón volvió a intentar un nuevo sitio, igualmente sin éxito*. Concluidas las guerras numantinas con la caída de Numancia en 133 a.C., Palantia fue sojuzgada por haber prestado ayuda a los habitantes de esta ciudad, y así Plinio la cita como pueblo sometido del Conventus Cluniense, la estructura territorial romana en que se hallaba inserto el pueblo vacceo. Los campos palentinos se convirtieron en solum tributarium.


* Según el relato de Apiano, mucho tiempo después, en 74 a.C., ya con la mayor parte de la península completamente dominada y en el marco de las guerras civiles que acabarían con la República romana, la ciudad fue de nuevo sitiada, esta vez por las tropas de Pompeyo, pero la intervención de Sertorio logró poner en fuga a los pompeyanos, no sin que antes éstos hubieran incendiado parte de la muralla.

4 comentarios:

  1. Amigo Javier,

    Leo en su texto una interesante aportación a la Historia de Hispania, bien documentada y exquisitamente estructurada. Es muy de agradecer que haya personas como Vd. que, de una forma desinteresada y gratuita, pongan al alcance de todos auténticas joyas de la investigación histórica. Al menos, con estas joyas, nos liberamos del pensamiento negativo que se apodera de nosotros, cuando abrimos un telediario, o un Periódico, y comprobamos la podredumbre en la que está inmerso nuestro país.

    Me permito dejarle el texto Griego de Apiano, por si a alguien le interesa.
    Le envío un afectuoso saludo,


    Antonio

    [82]μακρᾶς δὲ τῆς ἐπὶ τῇ Παλλαντίᾳ πολιορκίας οὔσης αἱ τροφαὶ Ῥωμαίους ἐπέλειπον, καὶ λιμὸς ἥπτετο αὐτῶν, καὶ τὰ ὑποζύγια πάντα ἔφθαρτο, καὶ πολλοὶ τῶν ἀνθρώπων ἐξ ἀπορίας ἀπέθνησκον. οἱ στρατηγοὶ δέ, Αἰμίλιός τε καὶ Βροῦτος, ἐς μὲν πολὺ διεκαρτέρουν, ἡσσώμενοι δ᾽ ὑπὸ τοῦ κακοῦ νυκτὸς ἄφνω περὶ ἐσχάτην φυλακὴν ἐκέλευον ἀναζευγνύναι: χιλίαρχοί τε καὶ λοχαγοὶ περιθεοντες ἐπέσπευδον ἅπαντας ἐς τοῦτο πρὸ ἕω. οἱ δὲ σὺν θορύβῳ τά τε ἄλλα πάντα καὶ τοὺς τραυματίας καὶ τοὺς νοσοῦντας ἀπέλιπον, συμπλεκομένους τε σφίσι καὶ δεομένους. καὶ αὐτοῖς ἀτάκτου καὶ θορυβώδους τῆς ἀναχωρήσεως γιγνομένης καὶ φυγῇ μάλιστα ὁμοίας, οἱ Παλλάντιοι πανταχόθεν ἐπικείμενοι πολλὰ ἔβλαπτον ἐξ ἠοῦς ἐπὶ ἑσπέραν. νυκτὸς δὲ ἐπιλαβούσης Ῥωμαῖοι μὲν ἐς τὰ πεδία ἑαυτοὺς ἐρρίπτουν ἀνὰ μέρος, ὡς τύχοιεν, ἄσιτοι τε και κατάκοποι, οἱ δὲ Παλλάντιοι θεοῦ σφᾶς ἀποτρέποντος ἀνεχώρουν. καὶ τάδε μὲν ἦν περὶ Αἰμίλιον.

    http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text;jsessionid=80A641DCDD07EFCB1ED2F5C2E7543AF2?doc=Perseus%3Atext%3A1999.01.0229%3Atext%3DHisp.%3Achapter%3D13%3Asection%3D82

    Apiano, Guerras en Hispania, XIII, 82

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    1. No sabe cómo me alegra comprobar que aún hay personas que disfrutan con un texto histórico, algo tan denostado -como casi todo cuanto no sea inmediatez- hoy. Aprecio de veras su interés, y solo con eso creo que mereció la pena no solo la publicación de esta entrada sino el esfuerzo de elaborarla. Gracias, también, amigo Antonio, por el texto original griego.

      Un abrazo

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  2. Fui a Palencia, hace algunos años, como en su día fui a Teruel, porque, a bote pronto, me resultaba dificilísimo ubicarlas en el mapa de la península. La ciudad me decepcionó en comparación con Burgos, desde donde nos acercamos a conocerla. La recorrimos, como es nuestra costumbre, a pie durante muchas horas pero solo un día, por lo que no descarto volver para disfrutar de lo que más aprecié aquel día: la paz, la tranquilidad de una ciudad que parecía moverse con un ritmo del siglo XIX. Me interesó mucho el mercado de abastos y una buena colección de edificios modernistas. Ya digo que no visité ningún museo, pero el aire provinciano de ciudad mediana, como Murcia o la propia Teruel, tiene el suficiente atractivo para mí como para sentirme a gusto. Contemplada desde la Historia, aumenta su dimensión y se me antoja aún más atractiva, porque, románticos como somos todos en el fondo, nos enternecen los mensajes de las ruinas,de los vestigios.

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    1. Será por eso, o será por nuestra esclerotizada incombustibilidad, pero mucho me temo, Juan, que sobreidealizamos recuerdos que se esconden en lo más interior sin querer asomar, como esos destellos de la niñez que a veces contemplamos estupefactos, con la falsa idea de que eran épocas dichosas...

      Palencia es muchas, se repite en cada ciudad de esas medianas que dices, pero no hay gran gloria en su pasado, como tampoco en el de otras de mayor renombre, si acaso las ruinas de lo que el hombre hizo, y que el hombre se afana en rescatar para, acaso, retener algo siquiera de esas hazañas gloriosas.

      Pero, dejándonos de mandangas, es cierto que tiene cierto encanto, un aroma de provinciano gusto que ya no es posible respirar en las grandes urbes en las que miserablemente subsistimos. ¡Ah, si los vacceos levantaran la cabeza...!

      Un abrazo.

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...