Existen en este mundo pagano no pocas cosas ocultas a
los ojos pero visibles al entendimiento. Claro que para poder conocerlas habría
que mirar de una manera a la que no estamos demasiado acostumbrados: con la
cabeza, ese melón que varios millones de años de evolución construyeron sobre
nuestros hombros.
A lo que todo el mundo sabe, por obvio y necesario,
hay que añadir realidades menos transparentes, pero sobre todo menos evidentes,
porque su fuerza radica, precisamente, en esa presencia global a la que estamos
acostumbrados, sin que su diaria visión nos mueva a nada que no sea el muelle
apaciguamiento de todos nuestros sentidos. Por eso, habría que poner más
énfasis en esas cosas que damos por sentado que alguien ha hecho, o dicho,
porque sabe lo que se hace o dice. Y es verdad, siempre hay alguien que sabe lo
que dice y hace, aunque no nos beneficie absolutamente en nada. Me he
permitido, por tanto, elaborar un listado de esas otras armas que el poder, en
abstracto y sin meterme con nadie, maneja para tenernos a todos tan contentos
(no confundir con las que emplea para controlarnos, eh). Que el amable lector
juzgue si sí o si no, y establezca, entonces, el orden que mejor le convenga.
La tele.- Ya cada vez menos, pero ocupa un lugar
entrañable entre los medios de destrucción históricos. Se le tiene aún gran
cariño por parte de generaciones anticuadas. Hoy está superada por cualesquiera
otros artilugios tecnológicos que combinen imagen y sonido o alguna cosa más.
Como curiosidad, señalar que su antecedente directo, la radio, no causó tanta
mortandad de neuronas, y mucho menos el decano de la información, la prensa.
El ruido.- Que aturde lo saben quienes lo sufren y
padecen. No, a lo que se ve, las nuevas levas de jovenzuelos adolescentes, y no
tanto, que parecen en trance con los nuevos ritmos impuestos por las modas y la
dictadura de las discográficas. Para que luego digan que la música de los 60
era psicodélica…
El guasa.- Prótesis
insustituible e impagable del propio cuerpo humano, cree el escribidor que en
dos o tres generaciones los niños nacerán ya con uno de serie y el pulgar
dislocado para ejecutar mejor esos rapidísimos movimientos tan especializados.
Desgraciadamente, esto del guasa (que
por cierto, a ver si aprendo a escribirlo) es una droga transversal que afecta
por igual a todos los sectores sociales –menos a los viejos guardados en los
asilos. Gran invento de la humanidad.
El fútbol.- Nada que comentar. Es lo mismo que la
pelota y el tonto, pero en formato profesional. Ha sustituido a los toros como
deporte nacional e incluso internacional, y no hay entretenimiento que logre
desbancarlo; ni siquiera el sexo…
La educación.- Desde la época de la Ilustración hasta
hoy han cambiado los métodos, pero la finalidad es la misma: instaurar, entre
las masas, un sentimiento de incapacidad para la madurez social, es decir, generar
un estado de necesidad y dependencia que el poder sepa convenientemente
gestionar para someternos sin sobresaltos. El sistema educativo habrá variado
sus formas pero no sus objetivos. A través de un simbolismo e iconografía
diferentes, se consigue el mismo propósito de sumisión: entonces, para la
protección del pueblo se generalizó la educación básica, con objeto de formar adecuadamente en el plano
intelectual a los hombres, y de rebote a las mujeres, aunque más por el
conocido utilitarismo ilustrado –ya que la mujer representaba la mitad de la
población total– que por considerarlas poseedoras de capacidades; hoy, bajo una
leve capa de igualdad de oportunidades, está garantizado a toda la población el
acceso a la educación a través de un sistema continuamente maquillado en el
cual se produce una completa insensibilización, desmotivación y adoctrinamiento
social que genera oleadas interminables de sumisos y estupefactos ciudadanos
sin criterio propio. Básicamente, y aplicando un concepto reduccionista, todas
las leyes de educación atentan contra su propio espíritu, excesivamente
buenista y finalista.
Los milagros.- Todo santo tiene su milagro: si no, no
sería santo. En la mitología cristiana, el culto a los santos enraíza en
mitologías indígenas sincretizadas por los romanos, de forma que lo que hoy se
considera sagrado, en tiempos fue pagano (como volverá a serlo, casi seguro), y
ese es uno de los factores que propiciaron elevar a los altares a estos
sujetos, es decir, rescatarlos del
paganismo para que el cristianismo pudiera usufructuarlos convenientemente.
Ahora bien, salvo el famoso pero nada creíble milagro de los panes y los peces,
realizado en medio de las masas hambrientas, no recuerda el escribidor ningún
otro milagro público, de suerte que milagreros y milagristas han cedido a la
tentación, ya desde antiguo, de la privatización capitalista e interesada de la
fe. Así, el ranking de milagros lo ocupan las apariciones marianas, ranking en
el que, por cierto, las cristofanías quedan reducidas a un círculo selecto, el
de los Apóstoles, ya que se corría el riesgo de que el común de las gentes, en
caso de haber sido tocadas por la vara divina, lo hubieran considerado más un fantasma que otra cosa. Concluiremos
diciendo que prácticamente el total de estas milagrosas apariciones se producen
siempre en lugares solitarios, apartados y a sujetos de poca o ninguna
habilidad intelectiva: estamos hablando de cuevas, encinas, pastores y
pastoras. Solo uno lo ve, pero son muchos los que lo creen: la misión se ha
conseguido.
Yo he vivido el sistema educativo anterior y el actual. Y he de coincidir contigo no sé si totalmente o parcialmente en que sirve el actual, al menos, para el propósito de sometimiento de las masas adolescentes no en torno al pensamiento libre, no, sino en torno al pensamiento adocenado y convenientemente triturado por los valores sociales al uso. Otra cosa es que lo consigamos porque nuestros alumnos son díscolos y caóticos y no se someten fácilmente. Esto lo sabe cualquiera que entre en un aula. Para ellos hemos creado centros cerrados con rejas y normas básicas del centro. Pero dentro no reina el libre pensamiento, ni creo que nuestros alumnos estén preparados para ello.La educación para libertad y en la libertad siempre será de élites. El pueblo en estado puro prefiere las cadenas, la cultura de masas, los milagros, el fútbol, la tele, el wasap…
ResponderEliminarUn abrazo.
El profesorado es parte integrante del sistema, una pieza más del engranaje. Pero no creo que nosotros tengamos que conseguir el adoctrinamiento al servicio del poder, más bien al contrario. Claro está que habrá que ver qué clase de profesorado somos, porque si estamos tanto o más masificados que los chavales, entonces habría que empezar por apartarnos a un lado para que otros hagan el trabajo.
Eliminar¿No te resulta paradójico, Joselu, que seamos los profesores, en teoría depositarios de un sistema de valores y conocimientos de especial trascendencia, los encargados de amasar a los futuros siervos del sistema? Es verdad que solo son unos pocos quienes pueden permitirse la educación en centros especialmente concebidos para las élites, pero eso no nos sirve de consuelo al pensar que al menos unos pocos tienen algo en la sesera, porque ésos son precisamente quienes tienen la misión de seguir sojuzgando a las grandes mayorías, pues así los detentores del poder tienen asegurado el relevo.
Entre el pueblo, a pesar del desastre educativo, son muy pocos los preparados para recibir ideas, cultura y entendimiento. Y aun esos, probablemente luego prefieran pasarse al otro lado en vez de luchar por ideales perdidos...
Un abrazo
La contraseña de mi acceso al ordenador profesional tiene que ver con el autor de "La escuela ha muerto". Y siempre he defendido, porque así lo he vivido, que la escuela tiene más de cárcel que de centro del saber. Lo trágico, en mi caso, es que me echaron de ella cuando era pequeño, porque me defendí contra un profesor que intentó golpearme, y, andando el tiempo, acabé volviendo a ella para acabar convencido de que mi único lapso de libertad fue el tiempo, desde acabar el COU hasta empezar a trabajar en la enseñanza, que no estuve en ella. Demasiado poco.
ResponderEliminarJavier, le concedes demasiada importancia a esas armas de destrucción masiva. Alguna, como la tele, ni siquiera es frecuentada por los jóvenes, que andan todos enredados y movilizados. El fútbol, por otro lado, con el fenómeno de la mercenarización, ha impedido el relevo natural en la vivencia de los "colores", y el precio de las entradas ha convertido en teleespectadores de anacardos a los antiguos energúmenos que se desahogaban en las gradas. ¿Los milagros? ¿Sabe algún joven de 14 años qué es un milagro? En la educación sí que coincidimos, por experiencia profesional.
A decir verdad, la única arma de destrucción masiva que yo echo en falta en tu lista es la despreocupación de los padres, un pasotismo que está generando un cambio radical, pero solo parcialmente advertido y comprendido, en la sociedad. La jubilación me llega justo a tiempo...
Lo cierto es que estas armas no apuntan a un segmento concreto de edad, sino que atacan por igual a todos, en mayor o menor medida, si bien es verdad que la tele es, como dije, un arma histórica, hoy fácilmente superada. Sobre la religión, dicen algunos antopólogos que es un medio de cohesión social: ¡qué buenos son, confunden cohesión con alienación! Ahí precisamente radica el milagrerismo, en el juego de conceptos en el que las mayorías siempre tienen que perder. Hoy hay otras religiones, creadas expresamente para enganchar a quienes, por edad, moda o cultura, escapan a las tradicionales.
EliminarEn fin, Juan, que por ahí por donde apuntas comenzó a agrietarse el jarrón, por esos papases complacientes, permisivos, irresponsables y tontorrones... pero es que, te dirán, los hijos no vienen con manual. ¿La cultura debería ser exclusivamente para quienes la aprecian? Entonces, a los demás, solo hay que darles de comer.
Un abrazo