Permítanme que les presente un relato que podrán
seguir, si así lo desean, y a partir de este mismo momento, en la nueva tarea
que el escribidor se ha impuesto desde hoy, que no es fecha señalada por concluir
un año y comenzar otro, sino por simple devenir de las cosas. Como no tengo
agente, ni editor, ni la calidad o el dinero necesarios para contar con ellos,
tengo el atrevimiento de presentar el asunto yo mismo, por lo cual les pido
humildemente disculpas.
No desconozco lo arduo del medio fondo y la
resistencia, pues ya cuento con alguna que otra obra en ese sentido; pero se
trata de trabajos científicos realizados en campos propios de la investigación
histórica, de escaso interés para el lego y nula utilidad si uno solo busca
entretenerse con algo ameno y ligero. Para esto cumplen mejor misión cuentos y
relatos de pequeño recorrido, una parte de los cuales puede el lector hojear en
este cuaderno de Caín. Ahora, en cambio, llegó el momento de desarrollar una
nueva aventura, plasmando en letras algunas ideas, vesanias e inquietudes de
juventud que, paradójicamente, encuentran acomodo en la edad madura, cuando la
palabra ya parece agotada y el verbo no fluye con asiduidad…
No es mi intención, por supuesto, aburrir al lector,
y sé que el tema sobre el que se desarrolla el intento de novela que aquí
presento es probablemente, a ojos de muchos, banal. No se trata tampoco de
oportunismo al calor de las tendencias que actualmente arrasan en las
audiencias, ya que la idea siempre estuvo en mi ánimo aunque nunca fue
plasmada, o no de forma tan sistemática, metódica y continuada como ahora
pretendo. Pero, de todas formas, como mi intención, esa que digo, no es otra
que desahogarme y al mismo tiempo entretener a ociosos, aquí les dejo con este
amago novelesco del que nada espero, si acaso que Fortuna me recompense con una
pequeña sonrisa.
Esta Historia
de los muertos que a continuación comienza no es una novela de terror, no
es literatura…, solo es una historia triste, una historia de muertos, acaso una
historia imaginaria –pero no por ello menos real, que nos sucede a todos a
diario aunque no lo veamos así. Pero, insisto, solo es un entretenimiento. Su formato será por entregas, al modo
de los folletines decimonónicos. Así, con la regularidad que me permita la vida
de estos muertos, iré desgranando cada vez unas pocas páginas del relato que
tengo entre manos, hasta que, pasados unos meses –ya les amenazo con ello, pues
es una narración larga, larga...–, pueda poner, con su ayuda, la palabra FIN.
En el panel derecho de la pantalla, en el apartado «Otros blogs del autor», hay un enlace al
cuaderno de los muertos; o, si lo prefieren, pueden acceder desde aquí mismo. Muchas gracias a
todos por su futura paciencia, y espero que disfruten tanto de esta historia leyéndola
como yo escribiéndola.
Como lector que padece de "moscas volantes", el mayor de los tormentos para un "intelector", subscribiría una petición para deshacer las tinieblas que envuelven el texto y que tan propias son para la historia, pero amo sobre todas las cosas leer sin tropiezos ni veladuras, salvo los del estilo, claro. De momento comienza como una película, lo cual no juzgo que sea bueno ni malo, pero ya veremos si la narración está demasiado influida o no por el lenguaje cinematográfico. Aún es pronto para empezar a juzgar.
ResponderEliminarSigamos leyendo, a ver la derrota que sigue la historia...
Acerca de las moscas, ya anotamos posibles soluciones, a ver qué tal... La teatralidad de la narración no puede dejar de recibir influencias de todo tipo, porque no partimos nunca de cero. Aun así, tratamos de mantener una línea de equilibrio que fije el rumbo. Que lo consigamos o no, habrá que verlo...
EliminarUn abrazo
De momento mola...
ResponderEliminarMe alegra leer eso, Oki.
EliminarIntentaremos seguir entretenidos.
Un abrazo