Decían de él que no advocaba a las divinidades, ni
comulgaba en domingo, ni bebía vino sino cerveza sin bendecir, ni pasaba
cuentas al atardecer, ni hacía contrición, ni comía hostias salvo cuando no
llegaba para pan, ni recelaba de los bienaventurados, ni daba limosna a la
puerta, ni chismes permitía ni habladurías propagaba. También se sabe que no
ofendía a casi nadie, que no tenía más hábito, malo, que rabiar los martes de 9
a 10, que sus amigos vivos estaban todos muertos, que sus amigos muertos no
morirán nunca, y que su entera penitencia era penar la vida que vivía y eludir
su muerte un día.
Decían estas y muchas más cosas, todas buenas, que de
bondad pura no tuvo más remedio que transverberar de los dedos de los pies
hasta la coronilla, es decir, a lo largo primero, para dar testimonio de piedad
ante el mundo de este mundo, sin buscar sin ahínco el otro. Era este hombre de tamaña
manera, hecho sin hechuras y bueno sin maldad, que no pudiendo esperar las
santas autoridades a que su cuerpo yaciera frío, porque era tal el vocerío –del
grande gentío, claro–, y contraviniendo el dogma y la costumbre, y la fe y la
razón de la Santa Madre, canonizado fue in
vivo.
Y era cosa maravillosa poder oír, y ver, y saludar, y
tocar al santo en santidad, sin rezarle ni pregonar, que era la primera vez que
prodigio tal resultaba, y de su tránsito terreno surgía el mismo milagro, el
que dicen necesario para alcanzar el altar. Este santo no transió, vive
incorrupto entre nosotros, aunque ninguno sepa dónde, en qué lugar concreto, en
que dirección postal, y fue tal el fervor que despertó que se propagó su
adoración, y ya nadie, creyente o ateo, laico o instruido, señor o mendigo, logra
escapar a su halo encendido, a su manto arropador, a su largo y santo vivir.
Este santo es San Tontacio, que como cualquier tonto
sabe, es el patrón de los tontos. Viene a ser esto, tornado en prodigio y
salvando lo que haya menester salvar, como el santo melón este, el señor Mariano,
a quienes legiones de muy recias personas elevaron al altar del pontificado
político sin saber ni quién es, ni dónde para, ni qué dice… Ahora, digo, aprovechando
que el PP pasa estos días por Valladolid…
San Tontacio tiene un primo hermano que se llama San José de Copertino, cuya vida fue llevada al cine nada menos que por Edward Dmytryk e interpretada por un Maximiliam Schell en estado de gracia, que era lo que tocaba. Yo he visto películas y películas, y El hombre que no quería ser santo, que es rancho aparte. Es, creo yo, lo único que he de agradecerle al franquismo, que me la pusieran cada semana santa, puntual como la emigración de las cigüeñas: ¡hasta siete veces seguidas, en siete años, la vi! Formaba parte de mis rituales y lo esperaba con devoción laica.
ResponderEliminarNo vi la película, Juan, aunque tú ya completaste el cupo... Lo más cerca que estuve del santoral -aparte de cuando don Pascasio quiso que fuera su monaguillo, claro-, fue durante mis lecturas de Vidas ejemplares, seguro que te acuerdas... Y en esos tebeos dogmáticos había, además, de todo, como la biografía de Julio César, cuyas aventuras quizá influyeran en mi posterior vocación profesional (aunque espero no terminar como él...).
EliminarUn abrazo
No sé si Mariano es de esta cofradía pero la impresión la da, igual que todos sus colaboradores más directos. No sé si es un prejuicio sesgado de la ideología o es lo que parece.
ResponderEliminarEl señor Mariano está en todas partes, Joselu, incluido -y quizá sobre todo- este club de los más tontos del mundo. Ahora bien, sería conveniente definir el vocablo tonto, porque, a lo peor, nos quedamos perplejos...
EliminarUn abrazo
Tornado en prodigio y quisiendo salvar lo que hay menester, pero por mucho que se esfuerce no logrará jamás desahuciar la estupidez de este solar, donde la archicofradía de los gallardones, de los roucos de los miseros y meapilas siguen con sus doctrinas intolerantes gritando desde el púlpito dorado o desde las tribunas de los medios. ¿Por qué aguantar a estos estafadores de haciendas y de inteligencias? ¿Dónde están los anticlericales?
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Puede que no interese responder a tus preguntas, Francesc. Nosotros, y a lo mejor ya es mucho, hablamos y escribimos y escribimos, y dejamos clara nuestra posición en el mundo, y no sé si podríamos hacer más, seguramente sí, pero nos da miedo, o vergüenza, o estamos ya cansados y esperamos que sean los jóvenes quienes muevan el culo... ¡Qué sé yo! O es que no hay ya nadie ahí afuera...
EliminarUn abrazo
Y hoy han aprobado la ley del aborto, y un montón de soplagaitas les van a volver a votar, al menos diez millones...
ResponderEliminar¿Tantos? Conmigo que no cuenten... Y yo que creía que el Tontacio este ya había espantado a los feligreses que le quedaban...
EliminarUn abrazo