En esta lluvia de hojas flanqueada
de rayos, inmarcesible reflejo de
auroras sobre el iris del
tiempo.
Desolación, gravedad nada son
en tu lecho de estrella,
cúpulas de luz donde todo es
presencia, instante, fulgor y llama
de belleza restañando la efigie
dura del dolor en un perenne
olvido, aventado en los vanos
de las lágrimas, picado hielo
de la etérea materia con que
se encarnan el tacto y los besos.
Y. M. S.
Muy bello poema, Javier. Supongo que nada tiene que ver con el tema, pero esto es lo que me acaba de sugerir: todos andamos faltos de tacto y de besos; nos asusta rozarnos, acercarnos demasiado, invadir el espacio psicológico del 'otro' ... y esta actitud nos conduce inevitablemente a andar inmersos en burbujas herméticas, en las que no cabe la ternura, ni el consuelo.
ResponderEliminarDeberíamos reconquistar el lenguaje de la piel(el beso también es lenguaje de piel) y el de la sonrisa, tan locuaces cuando faltan las palabras.