viernes, 6 de agosto de 2010

Estamos de alivio

Hoy estamos de alivio. A esta misma hora hace un año que murió mi querida madre, hace un año ya que se durmió… No creo en fechas simbólicas ni señaladas, ni mucho menos en conmemoraciones. Sólo somos polvo y humo, evanescentes, desvanecidos… Pero hoy toca levantar el luto.

Mientras, otra parte de la familia anda de celebraciones. La mayoría de los que, mañana hará un año, estaban de duelo y entierro, estarán, mañana también, de boda… No pasa nada. Es mejor así, un homenaje o recuerdo más sensato que una misa de cabo de año. Ya digo que no soy partidario de conmemoraciones ni aniversarios. El muerto al hoyo y el vivo al bollo, al bollo de bollicio, ya saben… Quizá no sea yo tampoco el más indicado para hablar, porque ni estuve en el funeral, ni en el entierro, ni en la boda estaré. Sé que son acontecimientos sociales inevitables, forman parte de nuestra cultura y eso, pero hace tiempo que decidí embrutecerme a conciencia, hace ya mucho que prescindí de las convenciones sociales al uso para desinhibirme, para intentar algo parecido a la libertad. Pero sólo algo parecido, porque conseguirlo plenamente es tarea imposible, al menos para mí. No obstante, en la medida de mi capacidad, que es poca, prescindiré de estar donde no quiero o donde no me quieren.

En los funerales la única asistencia requerida es la del finado, y en alguna rara ocasión ni siquiera eso, porque puede realizarse in absentia. Y en los casamientos sólo es necesaria la presencia de los contrayentes y del oficiante, e incluso éste es sustituible por cualquiera de los otros dos. De modo que todos los demás sobran, salvo que todos los demás deseen asistir. Antes solían invitarme a muchos sitios, pero dados mi abrupto carácter y mi asociabilidad manifiesta, he dejado de ser contertulio de prácticamente todos los actos del ámbito familiar o social salvo contadísimas excepciones.

Pero yo quería hablar hoy del luto. Es también una costumbre, una tradición folclórica, si quieren, que los familiares del difunto vistan de riguroso negro, al menos en Occidente, durante el año posterior al óbito. Es, sin embargo, una tradición en desuso ya, sólo mantenida por viejas plañideras que desconocen los placeres de los viajes del IMSERSO y por gente muy recia y firme de la España de adentro. Como nunca creí en estas cosas, parece fácil comprender que, tras la muerte de mi madre, no me puse más de negro que lo usual en mí, ya que es un color que me gusta por ir acorde con mi carácter, mi humor y mi vida toda. Pero quiere la tradición que al año se levante el luto y se tornen las vestiduras negras en grises, en señal de alivio y respeto a la memoria del difunto. También es coincidencia que el gris sea, junto al negro, color favorito de mi gama, por lo que, aun sin participar de tradición alguna, sea respetuoso con la ley de mis mayores y me ponga de alivio, o sea, de gris.

Negro y gris comparten mis días. Y créanme si les miento que la gama es infinita. De grises ya se sabe, pero el otro, ¡ah, el negro, cuántos matices posee al mirarlo con atención! No es negro todo lo que lo parece, pero son más y mayores las negruras del interior que las de la noche sin Luna. Al son de los días monocordes y absolutos varía el ritmo de la negredad, que se torna ora oscura ora clara, roja o gris indistintamente. Me reparto entre ellos, los colores, que tiñen de tonos mi ser y mi espera, pero siempre, siempre, tiendo al negro, porque lo llevo conmigo. En estos días aciagos que me toca vivir y revivir, como a tantos, el dolor se vuelve afilado pico desgarrador de entrañas, muero y al instante renazco, o mejor, resucito por un quizá inexorable vínculo que me une a mi madre y a la tierra, y a la madre tierra. Les aseguro que, cuando se ha estado muerto, en cualquiera de las facetas imaginables de la buena Parca, el soplo vital que te levanta de entre sus filas es fuente nutricia. Pero debemos intentar no olvidar, porque es humana condición la levedad del recuerdo…

Por eso, por la memoria de mi madre, que ya no es nada salvo, de nuevo, ese polvo de estrellas del que participamos solidariamente en comunión inmensa e infinita, por ella y por la tradición que detesto y a la que me aferro, porque puedo aunque no quiero, me pongo hoy de alivio, paso del negro al gris, de todo a nada, como en la ruleta…

6 comentarios:

  1. Mientras sigas recordando a tu madre (y a otros seres queridos), ella seguirá de uno u otro modo viva. Es consustancial con el género humano el morir, pero no lo es tanto el ser recordado. El recuerdo de los seres queridos (que no implica que, al cabo de un año no podamos ir de fiestas, ya sean bodas, partidos de fútbol o reuniones sociales; depende de cada cual y tan respetable es ir como no ir) es una muy buena forma de agradecer lo que tu madre -en este caso- hizo por ti; y, de algún modo, también hacer que el recuerdo de tu madre perdure entre aquellos a los que tratas. Cuando tú hablas, en cierta manera, tu madre habla a través de tus palabras. Cuando tú actúas, también está actuando tu madre. Ella te formó, al menos en parte, y lo que tú eres se lo debes, en mayor o menor medida a ella.
    Un abrazo y que tú y tu madre permanezcais mucho tiempo entre nosotros.

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  2. Es sorprendente la combinación de tu asociabilidad hacia ciertos ritos y tu profundo sentimiento. Es como si quisieras vivirlo solo, en tu intimidad, y que consideraras que las expresiones públicas son superfiales. No tengo nada que comentar, porque en estas cosas, cada uno siente de modo diferente. En todo caso, no sé si lo he comentado anteriormente, mi funeral me gustaría que fuera espectacular e imagino mi cuerpo frío en un drakar vikingo ardiendo en dirección a los mares de occidente. Reconozco que no soy muy discreto, pero me haría ilusión.
    Un abrazo, Javier.

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  3. Gracias, amigos, por vuestras palabras. Serán ellas, serán mis sentimientos, o ambas cosas entrelazadas, buscando caminos para fluir y llegar al punto en que las ideas se tornan emociones y suscitan el llanto, del que no me avergüenzo porque es sincero y, al cabo, sereno.

    Un fuerte abrazo a los dos.

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  4. A un conocido se le murio el padre hace poco, de quien vivía distanciado y con quien habia vuelto a relacionarse -poco- tras casi 25 años sin hablarse. Pudo más la piedad que el resentimiento. A pesar de escribir, no se le ocurrió nada propio que decir, por lo que escogió, como oración laica, una selección de las Coplas de Manrique. Desde la primera estrofa comenzó a emocionarse y las leyó con no poca dificultad, pues en ese momento le parecieron, a medida que iba leyendo, recién escritas. Un caso curioso. Nunca se sabe por dónde nos va a saltar la emoción a la garganta.

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  5. Juan, te agradezco tus palabras, que son bálsamo aunque escuezan en estos días de triste memoria.

    Un abrazo.

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  6. Amigo Javier,

    Muchas gracias por el comentario que haces a mi texto de Hesíodo sobre La Noche. Realmente mi exposición queda enriquecida con su sabio y bien atinado comentario. Entre todos, al final, tendremos un conocimiento de lo que es para nosotros, ahora, y lo que fue La Noche para nuestros antepasados.

    Comparto tu duelo por la muerte de tu madre, acontecida hace ya un año, pero tengo que discrepar un poco de la forma como tratas el recuerdo de ese suceso y la situación y el espacio que ocupan, o deben ocupar, los que fueron nuestros seres más queridos, y, para mí, continúan siéndolo, aunque de otra forma, en el recuerdo.

    El mismo día 8 de Agosto hizo exactamente nueve años que se fue del todo mi madre, y, si le echas un vistazo a la columna lateral de mi blog, podrás comprobar que está llena de referencias a ella. Tengo de ella un recuerdo que no podrá borrar el paso del tiempo.

    Pero, bueno, no entremos en diatriba y respetemos las opiniones de los demás, como, por supuesto, yo respeto las tuyas: las formas de honrar y recordar a los que un día estuvieron a nuestro lado y compartieron nuestra vida son loables todas y también infinitas.

    Te envío un gran abrazo,

    Antonio

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Sepan quantos esta carta vieren: conçejos, justiçias, regidores, caualleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos, como porque la principal cosa a que yo vine a estas partes no es acabada, e pues como estamos pobres e menesterosos, e faltos de seso e entendimiento, e porque lugar es este en que han de façer por grand voluntad la merçed los que agora son e de aquí adelante nos den su opinion...