lo
sepan:
¡No
quiero amar!
Se
ha desangrado
mi
alma
como
tu rosa,
primero
su tallo,
después
sus hojas,
y
florecen ahora
mis
espinas.
Mi
sangre ha saltado
en
los caminos
deslumbrada,
ciega,
corre
loca,
empapa
la tierra,
germina
en flores rojas.
Donde
dejo besos
se
clavan puñales.
Me
roban y arrebatan lo que amo.
Me
falta fe para seguir...
con
sólo muerte en los labios,
tan
sólo prenden
en
mi noche soledades,
para
llevarte en el día
donde
arraigan siempre
sonrisas
ajironadas.
Desbaratas,
hurtas,
destrozas
los altares
que
venero
y
como cristales rotos
al
caer
sus
cortantes trozos
clavan
en mí
tu
mapa de viva geografía.
Mas
un día...
te
sorprenderé
dando
la vuelta
a
la esquina y
me
iré
por
donde los gritos
huyen...
Ese
día,
en
el ocaso de los dioses,
dejarás
de ser
fuerte
contra mí.
En
el lánguido final
de
tu abandono...
¡No
te sentiré más!
Y. M. S.
Una traducción del soneto Clar de lluna de mi libro Doble tall (doble filo)
ResponderEliminarEres un caudillo, amor, un tirano sanguinario
que no te basta con los grilletes de hierro al rojo vivo
que me deshacen los tobillos. Me anulas con engaños
y con la falsedad de venenos y filtros mágicos.
Ya no pienso. Sólo babeo, necio,
bajo el dominio mórbido de un sufrido claro de luna
y ahora me haces creer que el temblor de los miembros
es superior a la libertad perdida.
Mira que te digo, escucha, cuervo de mal agüero:
el dolor es mucho más cierto que tu vuelo apagado
que amenaza la alondra, el mistral y la luz,
y el entendimiento nunca gana en nobleza
por tus penurias, que me estimulan, sólo,
un inútil exceso de sufrimiento y bilis.
Salud
Francesc Cornadó
Te doy las gracias en nombre de mi esposa -autora de éste y de los demás poemas publicados en este cuaderno- por tu aportación, Francesc.
EliminarNada más puedo añadir, pues mi inteligencia poética es poco menos que inexistente. Ello no obsta, sin embargo, para que pueda sentir el fondo de lo expresado, para que atisbe el fulgor de unos bellos versos... eso sí, con parecida percepción a la que manifiesta un cachorro cuando su amo le acaricia detrás de la oreja y le susurra con voz dulce y serena.
En fin, aprecio el intenso trabajo de quienes intentáis llevar parte de vosotros mismos a los demás, y reconozco tan tremendo esfuerzo, que al igual que el del buen maestro tratando de desasnar, poquísimas veces es reconocido.
Un abrazo.